Una de las películas más influyentes en el desarrollo del cine de horror, precursora del estallido del género de slashers en los 1980 fue Halloween (Noche de Brujas), película de 1978 coescrita y dirigida por John Carpenter, y que fue el debut en cine de Jamie Lee Curtis. Aunque hubo películas de slashers antes, quizás las más notorias The Texas Chainsaw Massacre (La Masacre de Texas) y Black Christmas (Residencia Macabra), ambas de 1974, ninguna tuvo el mismo éxito e impacto que Halloween.
La historia parte en el tranquilo pueblo de Haddonfield, Illinois, la noche de Halloween de 1963. Michael Myers, un perturbado niño de 6 años de edad, asesina a puñaladas a su hermana Judith, de 17, mientras sus padres están fuera. 15 años después, en la víspera de una audiencia en la corte, Michael escapa del hospital psiquiátrico en que estaba recluido, lo que mortifica al Dr. Loomis (Pleasence), su psiquiatra, quien esa misma noche se dirigía al hospital para verlo y prepararlo para el viaje a la corte.
Loomis está convencido de que Michael no es una persona normal, sino que se trata de maldad encarnada. Su temor es que vuelva a Haddonfield para reiniciar su reinado de terror, pero nadie parece compartir su preocupación. Al llegar al pueblo, Michael se refugia en su vieja casa, desde donde ve a Laurie Strode (Curtis), una joven de preparatoria, hija del agente de bienes raíces que intenta vender la vieja casa Myers, y pronto empieza a seguirla y acecharla, igual que a sus amigas Annie y Lynda.
La noche de Halloween Laurie y Annie trabajarán como niñeras en casas ubicadas al otro lado de la misma calle, y Lynda y su novio piensan aparecerse por ahí una vez que Anni lleve a dormir a la niña bajo su cuidado. Lo que ninguna de ellas sospecha es que el peligroso psicópata está pendiente de sus movimientos y a la espera de una oportunidad para atacar. ¿Podrán Laurie y sus amigas sobrevivir la noche, o se convertirán en las nuevas víctimas de Michael Myers?
Los productores contrataron a Carpenter para hacer una película sobre un asesino que acechaba niñeras, y ése fue el punto de partida para que él y su entonces novia empezaran a trabajar en el guion. A lo largo de los años Carpenter ha dicho que además del asesino de niñeras, quería incorporar algo con una casa embrujada, y cita como influencia a lo hecho por Bob Clark en Black Christmas. Al final, Halloween acusa una fuerte influencia de esa cinta y de Psycho (Psicosis, 1960), de Alfred Hitchcock.
Recuerdo que desde la primera vez que vi esta película, a mediados de los 1980, me sorprendió que en comparación a la mayoría de slashers que le siguieron, tiene muy poca violencia y sangre a cuadro. En general creo que Carpenter buscaba construir una atmósfera de creciente y temerosa anticipación, a menudo optando por mostrar el punto de vista del asesino, algo muy imitado en años posteriores, pero empleado de una forma más inteligente y sin caer ante la tentación de poner al público en los zapatos del asesino.
A diferencia de la mayoría de películas del género, que tratan a sus personajes secundarios como carne de cañón que van desechando conforme se acumulan los asesinatos, Carpenter se toma su tiempo para darles espacio en pantalla y dejar que la audiencia se preocupe por lo que pueda o vaya a pasar con ellos, lo que incrementa el impacto de mostrar el punto de vista de Michael mientras acecha a sus víctimas, pues en vez de sentir la emoción de la cacería, el espectador se ve reducido a ser testigo del destino de las pobres chicas.
Halloween es una película que se siente íntima y compacta. Todo sucede en una noche, y no hay necesidad de mostrar noticieros o las reacciones de los vecinos, pues todo se centra en el trío de chicas en un solitario sector de los suburbios, sin que nadie, incluyendo a los niños que salieron a pedir dulces, sospeche los horrores que se gestan al interior de aquellas dos casas. Fuera de eso sólo vemos al preocupado Dr. Loomis y al sheriff del pueblo, que acepta patrullar toda la noche aun si no está convencido de que Michael esté en el pueblo.
Es imposible hablar de la tensa atmósfera que envuelve los 90 minutos que dura esta historia sin mencionar la música. Carpenter bromea que no sabe leer o escribir partituras pero puede tocar cualquier cosa con teclado, y aquí es extraordinario. Él quería una banda sonora que llenase el ambiente como la música en las películas de Dario Argento o en The Exorcist, que crease la sensación de que algo puede pasar en cualquier momento. y su espectral e incisiva melodía de piano hace justo eso, atrapando la atención de su audiencia.
A lo largo de los años he visto varias veces esta película y una de las partes que más me gustan es el manejo de personajes, en especial lo que hace con Michael Myers. Tras la descripción de Loomis, que lo pinta como un ente inhumano hecho de maldad pura, sería fácil dejar que la audiencia lo desprecie a sus anchas, pero de forma sutil y elegante Carpenter transfiere parte de la culpa (no toda, claro) de lo sucedido a las instituciones que le fallaron, desde su familia hasta el hospital en que estuvo recluido y la policía que no lo tomó en serio.
Otro punto importante en que Halloween se distingue de otras slasher movies es el manejo de personajes femeninos. No son meras víctimas sexualizadas y castigadas por su promiscuidad. Por eso es importante que se explore la amistad entre las tres chicas con sólo los diálogos e interacciones entre ellas (escritos por Hill, por cierto). Su conducta sexual no se juzga, pues se le trata como parte de su energía juvenil. Laurie no sobrevive por ser la única virgen, por no estar distraída, y a pesar de ello está muy cerca de morir... más de una vez.
La interpretación de Curtis fue parte importante de popularizar el tema de la final girl, la última chica, la que sobrevive para derrotar al monstruo, otro de los elementos clásicos de la gran mayoría de slasher films. Laurie no sufre un cambio repentino que la hace pasar de la virgen inocente a una cazadora de monstruos. Su fuerza viene de la desesperación por sobrevivir, y en un esfuerzo que la deja exhausta. Por eso es importante construir todo y no centrarse sólo en las partes. Si Michael fuese un humano normal, Laurie lo habría matado.
Lo curioso es que Curtis obtuvo el papel en buena medida debido al limitado presupuesto de la película, que no permitía buscar a alguien con más experiencia o de mayor nombre. Para entonces la actriz de 19 años había trabajado sólo en TV y Carpenter no la conocía, pero a Hill, que fue también productora de la película, le pareció una buena idea, porque esperaba que la prensa les diera algo de atención adicional al enfatizar el hecho de que la actriz principal era hija de Janet Leigh, la protagonista de Psycho.
Pleasence tampoco era la primera elección de Carpenter para el Dr. Loomis, pero sus opciones eran reducidas debido al presupuesto. El papel fue rechazado tanto por Peter Cushing como por Christopher Lee justo por el bajo sueldo ofrecido, aunque años después Lee comentó que rechazar la parte fue el peor error de su carrera. A pesar de esos rechazos y las complicaciones de trabajar con poco dinero, el resultado habla por sí mismo, y las actuaciones de Curtis y Pleasence no dejan lugar a queja alguna.
Nick Castle, frecuente colaborador de Carpenter que escribió Escape from New York y más adelante dirigió The Last Starfighter, Dennis the Menace y Mayor Payne, entre otras películas, interpretó a Michael Myers. Debido a su corpulencia, en las tomas abiertas es Tommy Wallace, el diseñador de producción, quien lleva la máscara, y en el breve instante en que aparece sin ella es Tony Moran, quien cobró 250 dólares por esa escena. Will Sandin es Michael de niño, pero el brazo con el cuchillo en la primera escena pertenece a Debra Hill.
La máscara de Michael también es objeto de toda clase de leyendas urbanas, pero si alguna vez han escuchado que se trata de una máscara del Capitán Kirk (William Shatner) de Star Trek, es cierto, una vez más a causa del presupuesto. No había tiempo ni recursos para crear algo propio, así que el equipo fue a una tienda de disfraces en busca de algo que les sirviera. Compraron la máscara en cuestión y la pintaron de blanco para eliminar cualquier expresión, le agrandaron los hoyos para los ojos y le modificaron el cabello.
La máscara es parte del misterio que hace tan atractiva a Halloween. Hay muchas cosas en estas película que no reciben una explicación, pero no la necesitan. Nunca nos enteramos de cuál es el problema de Michael, de por qué decide volver a Haddonfield, o por que elige como víctimas a Laurie y sus amigas. Pero no saber qué lo motiva sólo amplifica el hecho de que es malvado y quizá un psicópata. Su azarosa forma de elegir víctimas es perturbadora, justo porque no hay una razón. A veces le ocurren cosas horribles a gente buena.
Entender eso es parte de lo que hace tan peculiarmente efrectiva y perturbadora a esta película. La forma en que Carpenter va construyendo el suspenso a lo largo de la cinta es lo que le ha ganado comparaciones con Psycho, y mucha gente se sorprende cuando la ve por primera vez y descubre que no es tan sangrienta y grotesca como las decenas de películas que intentaron imitarla sin entenderla. Ésa es la principal razón por la que a más de cuarenta años se sigue hablando de ella y nadie recuerda a muchas de las que le siguieron.
Halloween es un excelente ejemplo de lo que hacía especial al cine de John Carpenter en sus inicios. Un profundo respeto por su audiencia, combinado por un amor hacia el cine y el arte de hacer películas, y la energía propia de un joven equipo ilusionado por crear algo memorable con un mínimo de recursos. Si nunca la han visto, les sugiero que lo hagan. Podrían llevarse una sorpresa y aprender a apreciar mejor algunas de las cosas que el género de slashers puede ofrecer más allá de sangre al por mayor. Absolutamente recomendada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario