martes, 19 de octubre de 2021

Madres (2021) [Welcome to the Blumhouse]

A estas alturas es evidente que el bloque de películas 2021 de Welcome to the Blumhouse tiene como tema las comunidades marginalizadas. Ya había comentado Bingo Hell (Bingo Infernal) y Black as Night (En la Oscuridad de la Noche), que lidian con gentrificación y racismo, y toca el turno a Madres, tercera entrega de las cintas de este año y séptima de la colección.

Se trata del debut como director de Ryan Zaragoza, que trabajo sobre un guion coescrito por Mario Miscione y Marcella Ochoa, y cuenta con las actuaciones de Ariana Guera, Tenoch Huerta, Elpidia Carrillo, Joseph Garcia, Kerry Cahill, Jennifer Patino, Britton Webb, Evelyn Gonzalez y Robert Larriviere.

Madres se estrenó en Amazon Prime Video el pasado 8 de octubre, como parte del segundo programa doble de la colección Welcome to the Blumhouse 2021, y es muy probable que se trate de la entrega más dispareja hasta el momento de entre las coproduccioes de Blumhouse Televisión y Amazon Studios.

La historia está ambientada en 1974 y sigue a Diana (Guera) y Beto (Huerta), un matrimonio hispano que se muda de Los Angeles a la pequeña comunidad de Golden Valley cuando a él se le presenta la oportunidad de convertirse en capataz en una granja local. Diana está embarazada y tiene algunos problemas para adaptarse a su nueva vida en el campo, pues en Los Angeles trabajaba como periodista en un diario, pero espera al menos tener por fin el tiempo para escribir un libro.

Tomas (Garcia), el administrador de la granja, los invita a comer y conocen a otros empleados. Así Diana se entera de que desde hace años las mujeres hispanas en el pueblo tienen problemas para concebir, y escucha por primera vez rumores sobre una maldición. Anita (Carrillo), una curandera local, le da amuletos y le advierte que su bebé corre peligro, pero el escepticismo de Diana la hace rechazar su ayuda, pero tras averiguar que en el pasado hubo enfermos, empieza a sospechar que quizás el uso de pesticidas sea el problema.

El tema despierta su interés periodístico, y lo ve como posible sujeto de su libro. Al investigar sobre el pasado de enfermedades en el pueblo nota un patrón, así que busca registros de población y descubre que los problemas de natalidad empezaron hace pocos años, al tiempo que desaparecían en una población cercana. Poco después empieza a mostrar síntomas de algo y visita una clínica de maternidad para asegurarse de que su bebé está bien, pero lo que descubre es más espeluznante que cualquier fantasma.

Al inicio de la película aparece la leyenda "basada en hechos reales", poco usual en el género, pero tras ver la película queda claro que sucesos reales inspiraron la historia, pero también que los fantasmas e insinuaciones de algo sobrenatural no fueron parte de esos sucesos. De hecho, esos elementos se convierten en un problema, pues director y guionistas no hayan el balance entre una historia de denuncia y una de horror más tradicional, con fantasmas, lo que es una lástima porque el tema merecía una exposición mejor cuidada.

Guera y Huerta hacen un buen trabajo, sobre todo ella que es quien lleva el peso dramático de la historia, como la futura madre que siente paranoia al no entender la amenaza que la acecha y debe trabajar sola para tratar de averiguar y exponer lo que ocurre en el pueblo. En ese sentido, la base social de la cinta, que es la que está inspirada en hechos reales, es la que sufre por los intentos de incluir elementos sobrenaturales en una historia que ya era perturbadora, sobre todo por estar basada en la realidad.

Supongo que podemos atribuir el problema a la falta de experiencia de casi todos los involucrados, que parecían más preocupados por integrar horror convencional para no sentirse fuera de lugar que por sacarle el máximo provecho dramático a la historia que tenían en sus manos. El resultado es una dispareja película cuyos fantasmas se sienten fuera de lugar y ni siquiera asustan, y el verdadero horror es relegado a una revelación en los últimos minutos complementada por un pulado de espeluznantes datos justo antes de los créditos.

Incluso los temas sociales se sientes desperdiciados. Por ejemplo, Diana nació en Los Angeles, pero sus padres mexicanos nunca le enseñaron español pues les avergonzaba y pensaban que podía causarle problemas a su hija, lo que provoca que al integrarse a una comunidad llena de mexicanos se sienta excluida. Esa idea de una estadounidense que se siente alienada e intrusiva en su propio país daba para explorar temas de identidad y desigualdad social de formas interesantes, pero queda como un mero comentario que se desecha de inmediato.

Cuando por fin se revela el verdadero horror que se esconde tras la apacible apariencia de Golden Valley, queda muy poco tiempo para analizar el tema, relegado a segundo plano en favor de una violenta confrontación que cierra el drama planteado en la historia de una forma que se siente genérica, como si los responsables estuvieran repasando un checklist con todos los beats que debía incluir una historia de horror, pero sin comprometerse a adoptar una postura crítica en el tema.

El resultado es una película que como horror tradicional no ofrece mucho, pues la construcción de la subtrama que involucra fantasmas es tan ligera que parece un agregado de último momento. El problema es que al no comprometerse con ese aspecto de la película, su inclusión se convierte en una distracción, que crea además la necesidad de mantener el verdadero horror como un secreto para ser revelado al final, perdiendo así toda oportunidad de abordarlo y explorarlo con el compromiso que merecía.

En todo caso, la película está bien hecha, y aunque no basta para satisfacer ni a los aficionados al horror tradicional ni a aquellos interesados en explorar y exponer temas de interés social, por lo que se siente como una oportunidad desperdiciada. Justo antes de los créditos por fin tenemos una respuesta sobre cuáles fueron los hechos reales que dieron origen a la historia, lo que refuerza la idea de que el tema fue abordado de un modo equivocado, pero al menos sirve para informar a la audiencia a ambos lados de la frontera de un horror real que nunca se resolvió.

Madres es una película dispareja y poco satisfactoria para aficionados del horror, sin que llegue a ser tan mala como para considerarla como una pérdida de tiempo. Aun así, si la ven, háganlo conscientes de que no es una película de horror tradicional ni tampoco una historia de denuncia social. En todo caso, se siente como la clase de película que habría funcionado mejor de haberse comprometido aunque fuese un poco con cualquiera de los dos lados que intentó balancear.

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