En los últimos años, Nicolas Cage se ha hecho de cierta reputación por hacer papeles que otros actores verían como un riesgo, y supongo que Mandy, thriller de horror psicológico de 2018, cuenta como una de esas producciones que ahuyentarían a otros actores.
La película debutó en el Sundance Film Festival de 2018, a inicios de ese año, y se estrenó en cines varios meses más tarde, durante el otoño. La película está dedicada al músico y compositor islandés Jóhann Jóhannsson, que falleció en febrero de 2018.
Red Miller (Cage) es un leñador que vive en medio del bosque con su novia Mandy (Riseborough), una artista que trabaja como cajera en una gasolinera. Llevan una vida tranquila y apacible, al menos hasta que Mandy atrae la obsesión de Jeremiah Sand (Roache), líder de un culto religioso que se obsesiona con ella. Sand invoca la ayuda de unos motociclistas infernales para atacar a la pareja y secuestra a Mandy con intención de convertirla en parte de su culto, mientras Red se queda herido y atado con alambre de púas.
Mandy rechaza a Sand y es castigada por ello. Red, profundamente traumatizado, se vuelve loco de ira y de dolor y empieza a planear su venganza contra el culto y los motociclistas, dispuesto a acabar con todos ellos así sea lo último que haga en la vida, lo que desemboca en una serie de peleas y enfrentamientos épicos presentados con un alucinante estilo psicodélico que no se parece a nada que hayan visto.
La descripción parece demasiado simple, pero hay dos razones para ello: 1) agregar cualquier otra cosa podría revelar detalles que es mejor experimentar de primera mano, y 2) Mandy es una experiencia audiovisual difícil de describir y que va más allá de sólo su trama, y nada que escriba acerca de la trama o personajes bastará para explicar o encapsular el alcance de lo que Cosmatos y su equipo hacen con esta película.
La película está claramente dividida en dos partes. La primera muestra la vida de Mandy y Red y está llena de ominosas señas que apuntan a un trágico final, en tanto que la segunda se centra en el proceso de Red para sobreponerse a la destrucción de que fue víctima y al viaje en busca de venganza lleno de momentos épicos y memorables, desde un espeluznante accidente de auto hasta exhilarantes secuencias de acción coronadas por un duelo con motosierras. Como dije, es difícil de describir.
Visualmente la película es una colección de estéticos encuadres saturados de color y llenos de reflejos de luz que irrumpen a cuadro y crean una estética única, que sumada a una estridente y ominosa banda sonora crea un ambiente de tensión y anticipación de una épica conclusión, promesa que el tercer acto se encarga de cumplir de forma más que satisfactoria, lo que refuerza mi idea de que Mandy no es una película que le puedas contar a nadie o puedas sólo decir si te gustó o no, es una experiencia que debe vivirse.
Cage ofrece una de esas actuaciones tan extrañas como memorables, y no se me ocurre otro actor que hubiese podido interpretar a Red con la misma convicción y de una forma que resulta casi hipnótica. Riseborough hace un buen trabajo al crear interesantes matices emocionales que elevan a Mandy por sobre la simple condición de damisela en apuros o chica refrigerada, validando la necesidad del protagonista por lograr un cierre emocional más allá de toda pretensión dramática.
La única posible comparación para esta historia serían algunas de las psicodélicas y surrealistas aventuras que llenaban las páginas de la revista Heavy Metal a inicios y mediados de los 1980. Además, la construcción de algunas escenas se siente casi como si fueran canciones, así que la comparación con heavy metal podría también ser apta para el género musical, en cuyo caso las marcadas dos mitades funcionan como las dos caras de un LP, que tendría que ser un álbum conceptual cuya historia no funciona de forma tradicional o lineal.
Mandy usa toda clase de escenas y recursos propios del género para construir su mundo, y lo hace de una forma curiosa pero bastante efectiva. En manos de un director con una visión menos definida, todo esto se sentiría como un mero pastiche de referencias y homenajes al cine de horror y suspenso, pero ése no es el caso. Cosmatos tiene un idea clara de lo que quiere hacer con la película, y justo eso es lo que vemos en pantalla.
Puede que Mandy no sea la clase de historia que todo mundo vaya a disfrutar, pero si son aficionados al género de horror o alguna vez fueron seguidores de Heavy Metal Magazine, sin duda se trata de una película que deberían experimentar. Recomendada, aunque con algunas reservas, no por la película, sino por las expectativas que algunos podrían tener acerca de qué esperar.
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