Otro subgénero del horror que tiene un problema de sobreexposición es el de los vampiros, aunque tiene la bastante flexibilidad como para permitir muchas posibles variaciones. En ese sentido, The Shed (Sombras del Terror), producción independiente de 2019, ofrece algunas ideas interesantes.
El elenco está formado por Siobhan Fallon Hogan, Timothy Bottoms, Frank Whaley, Jay Jay Warren, Cody Kostro y Sofia Happonen. En general Sabatella decidió usar actores jóvenes de la misma edad de los personajes, y en el caso de Happonen es su debut en cine.
La historia sigue a Stan (Warren), un adolescente con problemas de conducta desde la muerte de sus padres que vive a las afueras del pueblo con su estricto y malhumorado abuelo (Bottoms). Dommer (Kostro), su mejor amigo, es víctima de bullying a manos de Marble (Petrovsky), un bravucón con un auto deportivo. Stan se siente atraído por Roxy (Happonen), joven que solía juntarse con ellos hasta que los cambió por amistades más populares, como Marble.
Una noche, en el bosque que rodea el pueblo, un cazador (Whaley) es atacado por un vampiro, y tras convertirse busca refugio del sol en el cobertizo de herramientas junto a la casa del abuelo de Stan. Cuando el joven se da cuenta de que una criatura se oculta ahí, empieza a buscar cómo deshacerse de ella, pero Dommer tiene otros planes, pues la ve como una oportunidad para vengarse de quienes lo han victimizado por años.
Ésta es la segunda película de Sabatella, que debutó en 2009 con Blood Night: The Legend of Mary Hatchet, cinta del subgénero slasher que en su momento recibió críticas encontradas. Algo que The Shed comparte con esa primera cinta son sus atractivos personajes que compensan otras deficiencias, como el ritmo narrativo, que aquí es más ágil pero no encuentra un balance entre los distintos elementos que componen la trama y en el último acto recurre a varios clichés del género.
Aun así, la película ofrece suficientes ideas interesantes para sostener la historia. La sola premisa del vampiro encerrado en un cobertizo ofrece oportunidades para jugar un poco con elementos del género, y hace un muy efectivo uso del gore que sin duda será del agrado de quienes gustan del horror bañado en sangre. Destaco la omisión de cualquier elemento religioso, obviando el uso de crucifijos o agua bendita como métodos de defensa contra los vampiros.
Quizá agregar algún giro argumental al tercer acto o hacer algo alusivo a los temas planteados en la película (angustia adolescente, incertidumbre por el futuro, necesidad de pertenencia y aceptación social, o los efectos negativos del bullying o de un duelo mal llevado) pudo ayudar a tener un cierre menos genérico y más efectivo, aunque aclaro que no se trata de un mal desenlace, sólo que es demasiado similar a muchos que hemos visto antes en decenas de películas.
El elenco en general hace un buen trabajo al dar vida a estos personajes, pero destaco en especial a los jóvenes. Pese a los muchos defectos de Stan, Warren lo interpreta de un modo que hace fácil simpatizar con él, y Happonen tiene una interesante evolución, de distante interés romántico a renuente compañera antes de llenar el molde de lo que constituye una buena final girl, la infaltable heroína que hará hasta lo imposible para sobrevivir al horror que entró a su vida.
A diferencia de otras cintas recientes que insisten en romantizar la trágica figura del vampiro, sobre todo en historias dirigidas al público juvenil, Sabatella nos recuerda que, antes que otra cosa, estas criaturas de la noche son depredadores, insaciables seres de gran fuerza y salvajes instintos, aun si la historia no hace nada más con la primitiva ferocidad de su criatura, ni siquiera durante el enfrentamiento nocturno en el clímax de la película.
The Shed llegó a México el año pasado como parte del catálogo de Netflix, pero desapareció hace un par de meses. Ahora está disponible en Prime Video, y se trata de una entretenida y correcta película de vampiros, con un par de escenas bien logradas, pero que se rehúsa a subvertir las convenciones del género o usar los clichés para hacer algo nuevo o inesperado, lo que se siente como una oportunidad desperdiciada. Recomendada, pero con bastantes reservas.
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