Hace unas semanas comenté Preludes and Nocturnes, primer tomo recopilatorio de The Sandman, aclamada serie creada por Neil Gaiman con Sam Kieth y Mike Dringenberg, y de la que ya antes había escrito de forma más general. A lo largo de la serie colaboraron varios otros artistas, y en The Doll's House, segunda colección de la serie, participaron Mike Dringenberg, Malcolm Jones III, Chris Bachalo, Michael Zulli y Steve Parkhouse. El color original fue obra de Robbie Busch y los rótulos de Todd Klein, todo bajo portadas de Dave McKean.
La serie inició su publicación a través de DC Comics en noviembre de 1988, y cinco años después se sumó a la alineación original del sello Vertigo, donde se mantuvo hasta su conclusión en 1996. Por más de veinticinco años y hasta su desaparición en 2019, ese mismo sello publicó las distintas colecciones de The Sandman en varios formatos (pasta blanda, pasta dura, Absoulte editions y Omnibus editions), y se le considera como la serie responsable de abrir las puertas de las librerías tradicionales a los cómics.
Algo que no muchos saben es que en 1990 el medio del cómic era muy distinto a como lo conocemos, y publicar tomos recopilatorios no era prioridad para ninguna editorial. The Doll's House fue la primera colección de The Sandman, con los números 8 al 16, y sólo después de que se convirtió en un éxito en librerías DC decidió publicar otro tomo con los primeros números de la serie, el ya comentado Preludes and Nocturnes. Ambos tomos incluían el número 8, aunque en ediciones posteriores se eliminó de The Doll's House.
A diferencia del primer volumen, que es una sola historia que narra la captura y escape de Morfeo y su lucha por restaurar sus poderes y reparar su reino, con el número 8 sirviendo a la vez como un epílogo y un punto de partida para nuevas historias, este tomo adopta un enfoque distinto, añadiendo historias laterales y complementarias a su narración central, ayudando a enriquecer la mitología de su mundo, y dejando que los lazos que la unen al universo dc regular pasen a segundo plano, aunque sin desaparecer por completo.
El tomo abre con Tales in the Sand, historia en que como parte del ritual para convertirse en hombre un joven escucha la historia de Nada, la Reina que fue amante de Morfeo antes de ser condenada a pasar la eternidad en el infierno por rechazarlo. El siguiente número arranca la historia principal cuando Deseo y Desesperación, dos hermanas de Morfeo, discuten la existencia de un nuevo vórtex del sueño que podría llevar a la destrucción de su hermano.
Esta historia retoma los efectos de las enfermedades del sueño surgidas mientras Morfeo fue prisionero de los Burgess. Rose y Jed Walker, los nietos de Unity Kincaid, mujer que quedó embarazada mientras dormía, son parte del plan para destruir a Morfeo, además de que un par de pesadillas fugitivas a quienes Morfeo están buscando se han refugiado en la mente de Jed. También aparecen en esta historia The Corinthian y Fiddler's Green, los otros dos sueños que escaparon al mundo real durante la ausencia de Morfeo.
Los dos números en esta colección que no fueron dibujados por Mike Dringerberg son los 12 y 13, que ofrecen historias complementarias relacionadas de forma tangencial al relato principal pero cobran importancia en el futuro. Playing House, con arte de Chris Bachalo, presenta al Sandman de los 1970, creación de Jack Kirby; y Men of Good Fortune, dibujado por Michael Zulli con tintas de Steve Parkhouse, introduce a Hob Gadling, un inmortal que hizo un trato con Morfeo y se reúne con él una vez cada cien años para conversar en una taberna.
Desde que Dringenberg heredó el título de manos de Sam Kieth se encargó de dar a la serie una identidad visual, y aunque los dos artistas invitados ofrecen un interesante cambio de tono, no se trata de nada drástico, pues Bachalo es entintado por Malcolm Jones III, lo que hace que su trabajo no luzca como otros de sus trabajos, y la combinación de Zulli con Parkhouse también resulta en arte que poco tiene que ver con los trabajos más conocidos de Zulli. Ambos artistas volvieron más adelante a este mundo.
En mi reseña de Preludes and Nocturnes mencioné la importancia del trabajo de Todd Klein como complemento al arte, y es algo que no se puede pasar por alto. El veterano rotulista trabajaba a mano, y usó diferentes tipos de fuentes, además de globos de formas poco convencionales y colores para darle una personalidad individual a los parlamentos de algunos personajes, recurso nunca antes visto pero que desde entonces se volvió una herramienta de uso más o menos común en muchos otros cómics.
En cuanto al color, es importante señalar que ninguna edición reciente de The Sandman usa el trabajo de Robbie Busch. En 2006 empezaron a aparecer los tomos Absolute, volúmenes de lujo en pasta dura de gran tamaño (aprox. 20x35 cm) que incluyen alrededor de 20 números por tomo, y para ellos se comisionó una versión remasterizada del arte, a veces retocándolo, y con nuevo color digital que usaba los originales sólo como referencia. Todas las ediciones en otros formatos publicadas a partir de 2010 emplean ese nuevo color.
Al releer la hiistoria me sorprende un poco los cambios que introduce en relación al primer volumen. De cierto modo aquel se sentía como un experimento, un intento por mostrar las posibilidades del cómic como medio narrativo que buscaba transgredir muchas de las convenciones presentes en las historias más populares de la época. Una vez probado que se podían hacer cosas diferentes, la serie adquiere un mayor peso emocional y se enfoca en construir un complejo y atractivo mundo fantástico con reglas y mitología propias.
Se trata de un volumen que a pesar de no ser el inicio de la historia puede servir como punto de partida para nuevos lectores porque ofrece toda la información necesaria para entender lo que sucede, y no me sorprende que en su momento Karen Berger y compañía hayan visto como una alternativa viable hacer la primera colección con estos números. Aún así, recomiendo leerlos en orden y partir con Preludes and Nocturnes para experimentar el crecimiento artístico y narrativo de la serie de mejor manera.
De una u otra forma el tono de horror que caracterizaba a los primeros números de la serie fue quedando atrás para dar paso a algo más complejo, a una fantasía como no se había visto antes en el cómic o algún otro medio. No sé si la salida de Sam Kieth como artista principal haya tenido que ver con el cambio de tono, pero es importante apuntar que el horror sigue presente, y pocas historias del género han hecho algo tan interesante como la convención de asesinos seriales que se presenta en este volumen.
The Sandman: The Doll's House es una historia de fantasía oscura cargada de matices filosóficos que nunca pierde de vista la importancia de explorar diversos aspectos de la condición humana. A mi juicio se trata de la historia que transformó una serie revolucionaria en origen en algo más complejo y trascendental, y que de una u otra forma mostró al resto del mundo que los cómics eran un medio narrativo tan válido e interesante como cualquier otro. Sin duda una lectura más que recomendable.
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