Hace muchos años que cuento a Ed Brubaker entre mis escritores favoritos, y no es para nada raro que decida comprar y leer a ciegas cualquier cosa que publique, lo que va por partida doble si es en colaboración con el excelente artista inglés Sean Phillips. Estos autores trabajan en material propio al amparo de Image Comics, y el año pasado decidieron publicar novelas gráficas en lugar de las miniseries o series continuas que acostumbraban.
En enero pasado comenté la primera entrega, y hace unos meses hice lo mismo con Friend of the Devil, segunda entrega de la serie. El mes pasado apareció la tercera, que lleva por título Destroy All Monsters, y luego de haber completado tres en menos de un año es evidente lo bien que se adaptaron a trabajar en este nuevo formato.
La serie sigue a Ethan Reckless, ex agente del FBI que ofrece asistencia a quienquiera que lo necesite, desde localizar gente u objetos hasta involucrarse en actividades no siempre legales, pero sólo si considera que es lo correcto. Un viejo cine cerrado en la ciudad de Los Angeles que recibió como pago en uno de sus primeros trabajos es su base de operaciones, y una joven llamada Anna funge como su asistente, desde filtrar las llamadas de quienes solicitan sus servicios hasta ayudar con sus investigaciones.
La primera historia estaba ambientada a inicios de los 1980, y la segunda tuvo lugar en 1985. Ahora nos movemos a 1988, año en que la peculiar amistad entre Ethan y Anna atravesaba por un momento complicado, y la distracción que eso significaba provocó que Ethan cometiera varios errores en un breve tiempo. Por primera vez en mucho tiempo, aceptó un caso sin contar con el apoyo de Anna, sin realizar ninguna investigación previa alrededor de su cliente o lo que éste le pidió hacer, provocando toda clase de problemas.
Ethan debe seguir las actividades de un acaudalado empresario de bienes raíces que traicionó a su socio y echó abajo un plan que beneficiaría a una decaída comunidad de los barrios bajos de Los Angeles a cambio de obtener mayores ganancias. El cliente de Ethan es un político que desea exponer la corrupción que lo permitió y quizá restaurar el plan original, parcialmente ideado años atrás por su propio padre pero, ¿Qué otros secretos tiene el empresario? Actuar con información incompleta no sólo pone en riesgo su vida, sino las de aquellos a su alrededor.
Una de las características más destacadas de Reckless es que los tres volúmenes publicados funcionan como historias completas fáciles de seguir y disfrutar de manera independiente, pero al leerse en conjunto empiezan a dar forma a una historia más grande y compleja. Esta estructura, sumada a que hay unos años de diferencia entre las historias, tiene la enorme ventaja de permitir que los tomos se puedan leer en desorden, pues no hay una serialización directa de la trama central.
A pesar de eso, creo que lo más adecuado es leerlos en el orden de aparición, que coincide con la cronología de sus historias. Esto es porque con cada nuevo tomo Brubaker se siente más cómodo en este mundo, y las historias han ido creciendo tanto en complejidad como en el peso dramático que da una dimensión adicional al personaje de Ethan Reckless y alcanza su punto más alto hasta ahora gracias a que esta tercera entrega explora la naturaleza de su amistad con Ana, que hasta ahora había sido un personaje secundario.
Habrá quien diga que en realidad se trata de una mera cuestión de percepción, y que quien está cada vez más familiarizado con este mundo no es el escritor, sino uno como lector. Y sí, algo hay también de eso, pero es innegable leer estas tres novelas gráficas y no darse cuenta de que han ido creciendo, si no en la calidad de la ejecución, si en complejidad y ambición narrativa, pues más allá de que los personajes se benefician de la acumulación de historias, la trama de cada una de ellas se siente más elaborada que la anterior.
Esa creciente complejidad, quizás más perceptible en la forma de elaborar el mundo en que viven sus personajes, tiene mucho que ver con el trabajo de investigación documental que Brubaker realiza para muchas de sus historias, pues aun si parte con una idea clara de lo que quiere contar, en ocasiones puede agregar detalles que aportan una bienvenida sensación de realismo. En este caso eso ocurrió con la subtrama de los desarrollos inmobiliarios en Los Angeles, que logra incorporar de gran manera a la trama.
He leído algunas quejas acerca del personaje de Ethan, pues parece que a muchos les molesta la idea de tener un protagonista con el que no puedan empatizar o simpatizar, y la verdad es algo que me confunde un poco. Desde un principio queda claro que Ethan no es una buena persona. Puede ser que elija sus trabajos pensando en castigar o ayudar a gente que lo merezca, pero lo hace sin asumirse como "el bueno" de la historia. Hace lo que tiene que hacer dentro de los parámetros que le parecen correctos, y eso lo hace un gran antihéroe noir.
Esa aparente desconexión con la humanidad (o al menos con el lector) es compensada con la presencia de Anna, y quizá el que ella por fin reciba un poco más de atención es lo hace que Destroy All Monsters se sienta como la más redonda de las tres historias que han presentado hasta ahora. La oscuridad y melancolía que caracterizan a Ethan son todo el opuesto al burbujeante optimismo de su amiga y asistente, sin que ello implique que la joven no vea la oscuridad que predomina en el mundo a su alrededor.
En cuanto al arte de Sean Phillips, es fácil dar por sentado lo mucho que es capaz de hacer en cada página. Sobran ejemplos de su capacidad para establecer atmósferas o usar los escenarios como herramientas narrativas. Tiene un peculiar y útil instinto para decidir cuándo vale la pena poner mayor atención a los fondos o entender que un enfoque minimalista funciona mejor, y en ocasiones hay que leer varias veces una de sus historias para percatarnos de las muchas sutilezas que entran en juego en su labor narrativa.
Pero en el caso de Destroy All Monsters, la naturaleza de la historia permite poner los reflectores en una de las características de su trabajo que tiende a ser omitida al hablar de lo mucho que hace bien, y se trata de su capacidad para retratar emociones a través de expresiones faciales, desde la sardónica sonrisa de un corrupto policía al emitir una amenaza a los sutiles cambios de humor que vemos en el rostro de Anna a lo largo de una llamada telefónica con el siempre inexpresivo y a veces desquiciante Ethan.
El trabajo de color de Jacob Phillips es otro de los elementos que muchos tienden a menospreciar, pero nunca me cansaré de admirar su efectivo uso de paletas contrastantes, con cálidos amarillos y rosas para el día y fríos azules y púrpuras para la noche, a menudo interrumpidos por las explosiones de acción y violencia que se pueden dar en cualquier momento, y en las que suele jugar con la saturación para enfatizar la intensidad de cualquier escena que lo requiera. Pocos coloristas pueden presumir de ser parte de la labor narrativa, y Jacob es uno de ellos.
Desde el tomo anterior comenté un poco acerca de la forma en que los Phillips manipulan lo que hace cada página mediante trucos como romper las sangrías o usar las dimensiones de cada viñeta para afectar el ritmo de lectura, y el rotulado, obra del propio Sean, es otra herramienta en su arsenal. Los globos de texto flotan y tocan los bordes superiores de cada viñeta, así que cuando no lo hacen es por una razón. Las cajas de texto tienden a flotar de forma más libre, y usualmente los usa para ayudar a guiar la vista en cada página.
Podría seguir elogiando la labor de este talentoso trío de autores, pero creo que lo mejor que puedo hacer es recomendarles que lo experimenten por ustedes mismos. Destroy All Monsters, tercera entrega de la saga de Reckless es una excelente noela gráfica que cierra con la promesa de que en algún momento en el futuro nos romperá el corazón, pero no sabemos si será en unos meses, cuando aparezca el cuarto volumen, o más adelante.
Si son aficionados a la ficción criminal o gustan de las historias bien contadas y llenas de personajes intrigantes, Reckless es una alternativa sin falla alguna, y Destroy All Monsters parece indicar que los talentosos Ed Brubaker, Sean Phillips y Jacob Phillips apenas están calentando. Sin duda una recomendación que vale mucho la pena.
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