De una u otra forma parece que 2021 ha sido el año de las películas de acción con protagonistas femeninas, con resultados muy variados, desde proyectos menores de las plataformas de streaming, como Jolt o Kate, hasta producciones mayores, como Black Widow o Those Who Wish Me Dead, además de una que otra que aún no llega a México, como The Protegé (El Protegido). Y podemos sumar Gunpowder Milkshake (Cóctel Explosivo) a esa lista.
La historia sigue a Samantha o Sam (Gillan), una joven asesina profesional que trabaja para la misma organización que solía emplear a su madre, Scarlet (Headey), un sindicato criminal conocido simplemente como The Firm, con Nathan (Giamatti) como contacto. Su madre la abandonó cuando era una adolescente y nunca se lo ha perdonado, pero ahora tiene problemas propios luego de que un trabajo resultó mal debido a que recibió inteligencia deficiente, lo que la dejó mal parada ante sus empleadores.
Todo se complica aun más cuando pospone otro trabajo para ayudar a Emily (Coleman), una niña atrapada en medio de la violencia. A fin de evitar una guerra abierta, The Firm entrega la identidad de Sam a una organización rival, así que ahora su cabeza tiene precio. Su única esperanza de sobrevivir está en una misteriosa biblioteca cuyas encargadas, Anna May (Bassett), Madeleine (Gugino) y Florence (Yeoh) eran amigas de su madre y son tan capaces en el manejo de armas como en el del sistema Dewey.
La película es una curiosa mezcla de thriller criminal con drama familiar, acción y bastante humor negro con atractivos visuales, que rinde toda clase de homenajes al cine negro y a películas de acción más recientes, como John Wick, derrochando estilo y actitud de una forma tarantinesca. El cóctel no termina por funcionar, pero resulta en una historia bastante entretenida y con más corazón del que uno pudiera esperar, con un elenco que logra que partes que parecen no tener sentido funcionen de forma más que aceptable.
Quizás el mayor acierto de Papushado sea establecer las reglas desde un principio, pues crea un mundo con sus propias reglas (la cafetería que sirve como terreno neutral y donde no se permiten las armas de fuego y la biblioteca que guarda armas en los libros son los ejemplos más evidentes), lo que evita que algunas de sus excentricidades narrativas o visuales se conviertan en una distracción. El ágil ritmo narrativo y el carisma de su elenco mantienen la película en marcha incluso cuando los diálogos parecen fallar.
Es una lástima que no haya un mejor desarrollo de personajes, pues Gillan prueba que puede ser una sólida protagonista con su mezcla de carisma, talento actoral y desempeño físico (el entrenamiento para las películas Marvel parece haber creado una potencial generación de estrellas de acción en las personas menos esperadas), y el peculiar humor de la película le sienta muy bien a su personalidad, lo que resulta en una nueva interpretación del gastado tropo del implacable asesino que descubre sus sentimientos.
Giamatti está a su acostumbrado nivel, y a pesar de tener poco tiempo en pantalla crea un personaje con cierta aura de poder sin necesidad de sacrificar los elementos propios de alguien por más de una década ha servido como figura paterna para Sam, lo que da un particular peso dramático a escenas que con otro actor se habrían sentido como relleno, como cuando debe enviar matones tras la pista de Sam con instrucciones específicas, o al intentar contener las repercusiones de la fallida operación que causó todo el conflicto.
En cuanto al elenco de soporte, siempre es un placer ver a Angela Bassett devorar el escenario con un derroche de presencia y actitud, y la química que comparte con Gugino, Yeoh y Headey resulta en la creación de una letal hermandad de peligrosas mujeres que sirven como figura materna y protectora para Sam y, por extensión a Emily, lo que añade a la película un inesperado peso emocional que ayuda a cubrir algunas de las muchas limitaciones del guion.
Mencioné el estilo visual, y las secuencias de acción se ven beneficiadas con los escenarios en que fueron montadas, desde un boliche iluminado en contrastantes tonos neon hasta el vestíbulo de la biblioteca o la peculiarmente decorada sección de libros infantiles. Las coreografías de pelea no ofrecen nada original o innovador, pero el montaje es correcto y están ejecutadas de gran manera por un elenco capaz de elevar el material de formas inesperadas.
Al centro de todo está la historia de la hija abandonada por la madre que creía estar haciendo lo mejor para protegerla, pero reaparece cuando su hija más la necesita. La presencia de Emily es un detonante emocional, pues Sam siente la obligación y necesidad de proteger a la inocente chica que no pidió vivir en un mundo lleno de violencia y peligrosos criminales, además de que sirve para justificar que tome decisiones que de otro modo serían improbables para una asesina profesional.
Gunpowder Milkshake está lejos de ser una película perfecta, pero a diferencia de otros fallidos experimentos por crear acción con trasfondo emocional y una buena dosis de humor, resulta bastante entretenida. Hay un toque feminista en la historia, pues las mujeres en este mundo sólo sobreviven si prueban ser iguales o superiores a los hombres en lo que hacen, pero se maneja de modo que no se siente como un sermón y da a la película una identidad propia que la hace bastante disfrutable.
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