Una curiosa tendencia en el cine de acción en los últimos años, es convertir en directores a gente que viene de los departamentos de diseño y efectos visuales, así como a stunts y coreógrafos profesionales, y Kate, el nuevo thriller de acción de Netflix, combina a personal salido de ambos campos.
La historia sigue a Kate (Winstead), una asesina profesional que elimina a un miembro de la yakuza frente a su hija adolescente, lo que deja huellas a nivel psicológico. Un año después informa a Varrick (Harrelson), su handler y aparente supervisor, que piensa retirarse en cuanto cumpla con su actual objetivo, que es desmantelar a un poderoso clan yakuza, para lo que sólo falta eliminar a Kijima (Kunimura), su líder y hermano mayor del blanco previo que la dejó marcada.
Después de una noche de diversión, Kate recibe la llamada y se posiciona para hacer el trabajo, pero empieza a sentirse mareada y falla el disparo. Como resultado se vuelve el blanco de una implacable persecución por parte del clan Kijima, y sufre un aparatoso accidente. Despierta en el hospital, donde un médico le informa que no tiene lesiones graves, pero que descubrieron que fue envenenada y que no hay cura posible. Le queda menos de un día de vida, y sólo tiene una idea en mente: vengar su propia muerte.
Enfrentar a la yakuza nunca es fácil, pero para Kate se trata de una misión suicida y no le importa correr riesgos. Para llegar a su blanco secuestra a Ani (Martineau), sobrina de Kijima con quien pronto desarrolla un extraño lazo que raya en lo maternal, sobre todo tras descubrir que su venganza tendrá que darse en medio de un conflicto interno en que, dependiendo de los intereses de cada quien, la chica es vista como moneda de cambio, daño colateral, o una víctima que podría simplificar las cosas.
Lo que sigue es alrededor de hora y media de un thriller de acción construido sobre una probada receta: flashbacks a la formación como asesina de Kate desde temprana edad, persecuciones, tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo en medio de una creciente intriga llena de traiciones y mientras la protagonista hace un esfuerzo sobrehumano por mantenerse en pie el tiempo suficiente para acabar con todos sus enemigos y con la tarea adicional de proteger a la inocente chica a quien ella misma dejó huérfana.
La historia usa clichés como atajos narrativos: toda la acción sucede en Japón, así que damos por sentado que odian a los forasteros y menosprecian a las mujeres. En ambos bandos se dan las predecibles traiciones, y Kate aprovecha su condición de mujer para eliminar a todos aquellos que la ven como alguien inferior. En manos de un equipo menos capaz, Kate sería una mediocre y olvidable b-movie, pero elenco y personal detrás de cámara le sacan todo el jugo posible a un guion mejor descrito como básico.
Nicolas-Troyan y el cinematógrafo Lyle Vincent juegan con las cámaras para llenar la pantalla de un estilizado dinamismo que pone al espectador en medio de la acción, alternando close-ups de sangre salpicada y huesos rotos con tomas abiertas que permiten apreciar de mejor manera el excelente trabajo de las coreografías de pelea diseñadas por Jonathan Eusebio (The Bourne Legacy, John Wick 1-3, Black Panther, Deadpool 2, Birds of Prey) en un atractivo surtido de escenarios nocturnos llenos de iluminación neón.
El diseño de producción es obra de Dominic Watkins, y funciona bastante bien en el contexto de la historia, e incluso la música, obra de Nathan Barr y mayormente compuesta por un frenético beat electrónico que acompaña las coreografías de acción y usa saltos y distorsiones para reflejar las crecientes fallas en el cuerpo de la protagonista. El resultado es un tanto disparejo, pero en sus mejores momentos recuerda a clásicos de acción femenina, como Kill Bill, La Femme Nikita (la original francesa, claro) o Lucy.
Winstead prueba una vez más que es una mujer capaz de cargar con un proyecto, y a lo largo de los años ha desarrollado una presencia física que le permitiría con toda facilidad ser una viable estrella de acción. La parca actitud de su personaje es balanceada con la energética y alegre interpretación de Martineau, y pese a que el guion no les da mucho que hacer, Harrelson, Asano y Kunimura hacen una sólida labor de apoyo. La mejor escena de pelea en la película es entre Winstead y Miyavi, que entiendo es músico y cantante, pero hace un gran trabajo.
Quizá pulir un poco el guion para redondear el personaje de Kate (extender los flashbacks y darles mayor peso en el desarrollo de su personalidad) habría ayudado a apuntalar la historia, añadiendo peso emocional a la relación entre ella y Ani más allá de ser mujeres gaijin en medio de un entorno machista e intolerante, y ahondar en la dinámica interna del clan Kijima habría sido un gran pretexto para usar de mejor modo a Asano, elevando la trama principal con tramas secundarias que la llevasen más allá de un mero thriller de venganza.
Parece que este año hubo un énfasis en el cine de acción protagonizado por mujeres, pues en meses pasados ya tuvimos los estrenos de Black Widow (Scarlett Johansson y Florence Pugh) y Jolt (Kate Beckinsale), sin contar The Suicide Squad (con la destacada participación de Margot Robbie), y ahora se les suma Kate (Winstead), y quedan un par de estrenos recientes que (creo) no han llegado a México: Gunpowder Milkshake (Karen Gillan, Lena Headey, Carla Gugino y Michelle Yeo) y The Protégé (Maggie Q).
Al final Kate es una entretenida película de acción que debe ser del agrado de todo aficionado al género, aún si persiste la sensación de que pequeños detalles evitaron que fuese algo verdaderamente memorable. Cinta recomendable, aunque con algunas reservas, sobre todo si el exceso de violencia o sangre son algo que no toleran.
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