Algunos se sorprenden al enterarse de que me gustan las comedias románticas, pero así es. No comento tantas porque encuentro un tanto cansado que muchas producciones de estudio tengan una fórmula tan marcada que sean no sólo predecibles, sino intercambiables, y agradezco encontrar alguna que se esfuerce por hacer algo distinto, o que al menos construya personajes lo bastante interesantes como para lograr que la trama pase a segundo plano.
La historia sigue a la pareja formada por Leilani (Rae) y Jibran (Nanjiani), pero explora su relación desde una perspectiva peculiar, pues en vez del desarrollo de su relación, los conocemos a la mañana siguiente de su primera noche juntos, y luego de un rápido montaje que deja claro que parecen ser la pareja ideal, la historia salta cuatro años al futuro y descubrimos que la realidad de lo compleja que puede ser una relación ha causado estragos y que no es lo mismo salir y pasarla bien que vivir y hacer todo juntos.
Las discusiones se han vuelto cotidianas, y de camino a una reunión con amigos, su primera salida en mucho tiempo, deciden que es momento de aceptar que todo acabó y ponen fin a su relación. Pero antes de que puedan decidir qué harán ahora, atropellan a un ciclista que salió imprudentemente de un callejón. Intentan asistirlo, pero parece asustado, rechaza su ayuda y se aleja a toda velocidad. Instantes después aparece un hombre que les muestra una placa y sube al auto, afirmando que el ciclista es un delincuente a quien debe atrapar.
Al principio se muestran emocionados de ser parte de una persecución policíaca, pero pronto se hace evidente que el supuesto policía no pretende arrestar al ciclista, y antes que puedan hacer algo, lo arrolla y después lo remata. Baja del auto para registrar el cuerpo, pero no encuentra lo que busca, y cuando va a volver al auto, quizá para deshacerse de ellos, escucha sirenas y ve gente cerca, así que se aleja corriendo. Una pareja se acerca al cuerpo, y asumen que ellos lo atropellaron, así que llaman a la policía.
Leilani y Jibran se asustan, y están convencidos de que nadie les creerá que fue un policía quien mató al ciclista, sobre todo porque ellos son una pareja de color, así que seguro les van a echar la culpa, así que antes de pensarlo con calma, se alejan del lugar y deciden no ir con sus amigos ni volver a casa. Tras discutirlo un poco, deciden que su mejor oportunidad de salir bien librados es demostrar que alguien más mató al hombre, así que empiezan a seguir pistas por su cuenta, lo que llevará a toda clase de descabelladas situaciones.
La naturaleza misma de la premisa provoca que las acciones de los protagonistas no siempre sean lógicas, incluso para un par de personas impulsivas y asustadas, pero como ya mencioné, un buen trabajo con los personajes puede hacer maravillas con una trama llena de imperfecciones, y ése es el caso de esta película. Rae y Nanjiani tienen una gran química, y no sólo es fácil creerles que eran una gran pareja de novios, sino que incluso verlos pelear resulta divertido gracias a lo bien construidos que están sus personajes.
En ese contexto, la teoría de conspiración con una red de chantajistas, policías corruptos y extrañas sectas sexuales que rodean a la pareja y forman el misterio tras el asesinato que desencadenó todo, son sólo pretextos para ponerlos en situaciones que permitan explorarlos como personajes, no sólo de forma individual, sino como pareja, creando momentos que permiten no sólo que la audiencia pueda entenderlos mejor, sino que ellos mismos, en la historia, aprendan a apreciar sus diferencias como parte natural de una relación.
Supongo que es imposible evitar comparaciones con la excelente The Big Sick (Un Amor Inseparable, 2017), otra comedia romántica también dirigida por Showalter y con Nanjani como protagonista que quizás merecería ser comentada en un texto aparte, pero me parece que se trata de una comparación un tanto injusta, no sólo porque más allá de pertenecer al mismo género son dos películas muy distintas, sino porque aquella es una de las mejores comedias románticas producidas en mucho tiempo.
Como mencioné, me gusta que los realizadores corran riesgos en busca de hacer algo distinto, y creo que aquí es algo que se da desde la misma elección de los actores principales, pues tanto Rae como Nanjani tienen un estilo similar de comedia, donde a menudo son el personaje quejumbroso y en ocasiones gritón que sirve como contrapunto a alguien de personalidad más seria o moderada, y la idea de un par de escandalosos e inseguros individuos atrapados en una tensa situación resulta en una muy entretenida película.
Ambos actores hacen un gran trabajo al dar vida a un guion bastante inteligente que construye una relación entre dos personas que parecen diametralmente opuestas en su forma de ver el mundo y la vida. Leilani trabaja en una agencia de publicidad y le gusta ser espontánea, mientras que Jibran, un realizador de documentales, prefiere planear todo a detalle. Ella cree que él debería relajarse un poco y correr algún riesgo de vez en cuando, y él que ella debería ser más controlada y menos caótica.
Esa oposición en posturas crea muchos de los mejores momentos de la película, y es el meollo de la parte romántica de la historia: no pelean porque no se amen o su relación haya llegado a su fin. Es sólo que nunca habían confrontado sus diferencias fuera del entorno del hogar que comparten. The Lovebirds está lejos de ser una película perfecta, pero en cierto modo son sus imperfecciones las que la vuelven entrañable y humana además de divertida. Bastante recomendable, aunque con algunas reservas.
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