Gabriel Bá y Fábio Moon son un par de artistas brasileños. Los talentosos gemelos llegaron a la industria estadounidense del cómic a mediados de la primera década de este siglo, y en poco tiempo se hicieron de nombre y reconocimiento tanto juntos como separados gracias a su trabajo en series como Casanova y The Umbrella Academy, pero su consolidación se dio en 2010 con Daytripper, una novela gráfica serializada en diez entregas publicadas por el sello Vertigo.
Daytripper tiene como protagonista a Brás de Oliva Domingos, un hombre que se gana la vida escribiendo obituarios para un diario brasileño y que sueña con convertirse en escritor, igual que su padre, que es un famoso autor. La naturaleza de su profesión lo lleva a reflexionar sobre el significado de la vida y la aleatoria manera en que la muerte puede poner un abrupto final a los planes de cualquier persona. Para sorpresa de todo mundo (y me disculparán el spoiler), Brás muere al final del primer capítulo.
Pero no importa, porque al inicio del segundo se encuentra bien. Imagino que al tratarse de una obra producida por un par de artistas latinoamericanos, eso suena como un recurso propio del realismo mágico, género tan popular en la región, pero en todo caso se trata de un detalle menor, pues la historia que los gemelos entretejen a lo largo de Daytripper hace énfasis en el realismo y deja que la magia se presente sutilmente como una metáfora que añade profundidad a algunos de los aspectos más cotidianos de la vida.
La idea de presentar su muerte al final de cada capítulo es justo una metáfora, una manifestación de su constante reflexión sobre el significado de la vida, y la forma en que la percepción de lo que una persona deja atrás puede depender de la forma en que termina. O, para ponerlo de una forma más poética, es como lo que su padre le dice a Bras en uno de los capítulos: la vida es como un libro, pero sólo puedes apreciar lo bueno que es una vez que llegas a la última página, al final, pues antes de eso está incompleto.
Cada capítulo sigue un momento significativo en la vida de Brás, y nos permite ser testigos de su primer beso, o del día en que conoció a la mujer de sus sueños; de un momento especial al lado de su padre y del encuentro con el amor de su vida; del nacimiento de su hijo, y del descubrimiento de una grave enfermedad. Pero tampoco se trata de una narrativa lineal, sino que saltamos en el tiempo sin un patrón establecido, y hay que leer el libro completo para entender lo que sucede y cual es el significado de su relato.
Aunque la idea de cerrar cada capítulo con la muerte del protagonista suena como algo oscuro y ominoso, la historia es una hermosa reflexión acerca de lo que significa vivir, trata sobre aprender a aceptar que la muerte es parte integral de la vida y que sin ella nada tendría sentido, y la sutileza con que explora esos temas hace que la resonancia emocional una vez completado el volumen sea aún mayor. ¿Quién mejor para reflexionar sobre la fragilidad humana que alguien que se gana la vida registrando el final de las historias de otros?
Bá y Moon cuentan su historia de una forma simple y natural que contrasta con el ambicioso marco en que la encuadran, y retratan la vida cotidiana de una persona de una forma íntima y personal que hace al lector pensar en su propia existencia y en la forma en que nuestros padres y familias, amigos, vecinos y demás gente que nos rodea, tienen mucho que ver para formarnos en la clase de personas que somos, creando una clara y efectiva metáfora sobre cómo deberíamos tratar cada día como si fuese una página de un libro.
Me parece importante señalar que la historia está tan asentada en la realidad que es fácil identificar los temas cien por ciento brasileños en la vida de su protagonista, desde la comida hasta los lugares y pasando por algunas actitudes y actividades propias de esa nación, o el tema religioso de los orixas, pero integrados de forma tan natural a la historia que en vez de convertirse en un obstáculo para entender o disfrutar la historia se convierten en un extra, una oportunidad de echar un vistazo a la vida en otro país.
El trazo limpio y suelto de los gemelos refuerza la naturalidad de la historia, y sacan provecho a sus diferencias en estilo para resaltar algunas secuencias. El trabajo de color es obra del igualmente talentoso Dave Stewart, quien ayuda a crear la atmósfera indicada para realzar el tono de cada escena, y la combinación de su sutil manejo del color con el limpio diseño de página y distintivo estilo del dúo de artistas brasileños resulta en una obra tan estéticamente atractiva como satisfactoria en términos emocionales.
La serie ganó el premio Eisner como mejor serie limitada, además de otros importantes galardones en la industria del cómic como el Eagle o el Harvey en otras categorías. A lo largo de los años se le ha recogido en distintos formatos, y aunque actualmente es difícil conseguir el tomo de lujo en pasta dura, la edición en pasta blanda y el tomo de gran tamaño y pasta dura conocido como Absolute están disponibles en casi cualquier librería o tienda de cómics, además de que esta emotiva obra ha sido traducida a varios idiomas.
Daytripper es una historia íntima y evocadora que ofrece una profunda reflexión sobre la fragilidad de la vida y la importancia de vivirla día a día, de aprender a apreciar los pequeños momentos que se suman para forjarnos. Se trata de una de esas obras que se pueden disfrutar mientras uno la va leyendo, pero cuyo verdadero impacto se da una vez que asimilamos los sutiles momentos que nos quedan dando vueltas en la cabeza. Sin duda una lectura más que recomendable.
Si les interesa, hace unas semanas grabé, junto a Esteban Pedreros, mi socio y amigo en Comicverso, un podcast especial dedicado a esta obra, aunque está disponible sólo para los suscriptores de nuestro Patreon, y pueden tener acceso a él, así como a decenas de episodios exclusivos de la plataforma con una aportación desde un dólar, que puede ser mensual, cada vez que ustedes lo deseen, o incluso una aportación única.
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