Nunca dejará de sorprenderme lo bien que resultan muchas historias "para niños" cuando se les da un toque oscuro, y jamás entenderé por qué el afán de algunas personas por hacer que el entretenimiento familiar sea "inocuo". Dicho lo anterior, Nightbooks (Cuentos al Caer la Noche), película estrenada hace unos días en Netflix, me gustó bastante.
La historia sigue a Alex (Fegley) un niño apasionado por las historias de horror que disfruta escribiéndolas, pero ha decidido dejar de hacerlo. Sale de casa con intención de quemar sus libretas y olvidarse del tema de una vez por todas, pero el elevador falla y sale de él en un piso intermedio. Una puerta entreabierta le permite ver en la televisión una de sus películas favoritas, así que entra. El lugar está desierto, y frente a la tele hay una rebanada de pastel, que se come y momentos después cae inconsciente.
Al despertar está en otra habitación del departamento, pero la televisión y la puerta frontal han desaparecido. Intenta escapar por la ventana, pero no puede, y pronto descubre la verdad de lo sucedido: es prisionero de Natasha (Ritter), una bruja que amenaza con matarlo a menos que tenga alguna habilidad que le pueda ser útil. Sin saber qué hacer, Alex le dice que escribe historias de miedo, ante lo que la bruja lo suelta y le dice que debe contarle una nueva historia todas las noches, pues su vida depende de ello.
El problema es que Alex está bloqueado. Lo que sea que lo hizo dejar de escribir no le permite hacerlo, ni siquiera cuando Yasmin (Jewett), otra joven prisionera de la bruja, le muestra una enorme biblioteca donde puede hacer investigación y buscar inspiración. Mientras usa las historias que ya tiene para ganar tiempo, encuentra pistas sobre una posible vía de escape, y aunque él y Yasmin están conscientes de que si fallan sólo desatarán la ira de Natasha, consideran que es un destino preferible a la alternativa.
Las historias de fantasía siempre se han sentido como una antesala a la ficción de horror, desde los cuentos de los hermanos Grimm, hasta series de libros, TV o películas como Are You Afraid of the Dark?, Goosebumps (Escalofríos) o Scary Stories to Tell in the Dark?, y Nightbooks se suma a esa tradición al abrazar el concepto desde una perspectiva que los nerds y ñoños alrededor del mundo sabrán apreciar, celebrando la idea del muchacho "raro" aficionado a los monstruos como alguien creativo que debería estar orgulloso de ser distinto.
El primer tercio de la película se siente un tanto lento mientras se presenta la situación e incluso insinúa un formato de antología por la forma de presentar los relatos de Alex, pero conforme se desarrolla un lazo de amistad y confianza entre Alex y Yasmin la historia se enfoca más en el narrador que en sus cuentos y la película cobra vida gracias al carisma de ambos actores y a la química que existe entre ellos. Poco a poco se abren uno al otro y al aprender a apreciar lo que los hace distintos mejora también su autoestima.
Además, conforme avanza la historia y conocemos más acerca del origen de la bruja, las propiedades del mágico departamento y cómo fue que Yasmin se convirtió en su prisionera, se multiplican las referencias que celebran las raíces fantásticas del cine o la literatura que alimentan la trama. Y si digo fantásticas y no de horror es porque, fuera de algunos elementos visuales y el tema mismo de las brujas, la fantasía es el género dominante, más cercano en tono a The Witches (Las Brujas) que a, por ejemplo, Coraline.
Mención especial merecen las actuaciones. Pocas actrices despliegan sarcasmo con tanta gracia como Ritter, entre poner los ojos en blanco y lanzar medias sonrisas en medio de afilados comentarios, con una presencia escénica que le da un aire de callada pero peligrosa amenaza. Fegley carga con el peso emocional de la historia como el chico sensible y creativo, aislado de otros niños de su edad sólo por sus gustos y aficiones, y Jewett es la dura, resiliente e independiente adolescente que aprende que no siempre debe hacer todo por su cuenta.
A pesar de que el horror no es el centro de la historia, sí parece ser la meta final, con alusiones constantes que apuntan a lo que se esconde en el subtexto y en los recovecos más oscuros de la trama, sutilmente ocultos entre las bromas y los momentos de aventura, lo que evidencia que la demografía blanco de la película son niños y adolescentes. Así que si son aficionados al horror y andan en busca de material que introduzca a los más pequeños en casa a los placeres del género, esta película puede ser un gran punto de partida.
Nightbooks es una entretenida película que mezcla humor y fantasía con tintes de horror con una historia conmovedora sobre descubrimiento personal y el valor de amistad, ideal para niños o para adultos que no han renunciado del todo a la capacidad de asombro propia de los niños. Película bastante recomendable para público de todas las edades, e ideal para disfrutarse en familia.
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