Si me siguen en Twitter o leen este blog desde hace tiempo, es probable que sepan que, entre otras cosas, soy traductor de cómics. Llegué a esta actividad casi por accidente en 2001 (hace mucho conté la historia) y colaboré en Editorial Vid en títulos como The Authority y Planetary, para los que además escribía columnas informativas. Tras un par de años se cancelaron todas las series en que trabajaba y no me ofrecieron más, así que, tratándose además de un trabajo que nunca ha estado bien pagado, lo dejé sin mirar atrás.
Al menos hasta hace pocos años, cuando la editorial italiana Panini anunció su entrada al mercado del cómic de licencia en México, y poco después fui contactado por parte del staff editorial con quien había colaborado en Vid, quienes me ofrecieron la oportunidad de regresar al medio como colaborador de la empresa que se encarga de hacerle la maquila editorial a Panini. Así que en el último puñado de años la traducción de cómics volvió a ser parte regular de mis actividades.
Muchas cosas cambiaron en los más de diez años desde que salí de Vid, pero otras tantas se mantienen igual. Por ejemplo, aún es la clase de profesión en que es difícil ganarse la vida, pues está tan mal remunerada que se requiere un alto volumen de trabajo de forma constante para que pueda ser la fuente principal de ingresos de una persona. Y eso sin mencionar su irregularidad, pues por experiencia sé que los periodos de vacas flacas son mucho más frecuentes que los de abundancia.
El tema de la pandemia de COVID-19 afectó las actividades cotidianas de mucha gente alrededor del mundo, y la industria editorial, cómics incluidos, también se ha visto afectada en el último año y medio. El cierre parcial de actividades el año pasado llevó a retrasos en las publicaciones, así que mucho material se quedó guardado durante meses. Al retomar actividades eso se reflejó en una disminución en el volumen de trabajo disponible para los colaboradores de la editorial.
Este año ha sido más constante, pero sigue siendo escaso, y esta semana recibí noticias al respecto. Mi editora me informó que una serie que disfruto bastante al traducir y para la que hace meses realicé el primer volumen, seguirá adelante, pero sin mis traducciones. Y no es que exista algún problema con mi trabajo, sino que la editorial decidió no pagar una nueva traducción, pues Panini publica en España la serie en cuestión, y a partir del segundo volumen la usarán también en la edición mexicana.
No es la primera vez que hacen esto, pues hace un par de años lo habían hecho con varios títulos de su línea de publicaciones. Tengo entendido que se realiza una corrección de estilo para adaptar o eliminar algunos modismos españoles, que no son del agrado de los lectores, pero a pesar de ello hubo quejas sobre la calidad del resultado, y pronto esas series volvieron a asignarse a colaboradores locales. Pero si decidieron recurrir una vez más a esas traducciones, asumo que las quejas no existieron, o no fueron tantas como se decía.
Más allá de lo que esto significa en lo profesional (menos trabajo = menores ingresos), refuerza una idea que me ha quedado clara tras veinte años en este medio, mismo que he experimentado desde distintos ángulos, pues pasé de aficionado y lector apasionado del medio, a colaborador editorial y creativo, como escritor publicado tanto en México como en Estados Unidos, además de que he colaborado en medios especializados impresos y electrónicos: la traducción de cómics, como otras tareas en este medio, es menospreciada.
Ya he comentado en varias ocasiones que considero que para el lector, si la labor del traductor está bien hecha, ésta debe ser invisible. Lo último en lo que alguien debe pensar mientras lee, es que se trata de una traducción y no la obra como se escribió. Y eso aplica no sólo a los cómics, sino también a la prosa y al material de no ficción. Si mientras lees algo te hace pensar en la traducción, es probable que algo no esté bien. Un buen trabajo debería ser apreciado, sí, pero sólo hasta después de concluir la lectura.
Y la verdad es que ése no es el caso. Basta con checar las reseñas en video, podcast, blogs o medios impresos para percatarse de que, en el mejor de los casos, se menciona al escritor y artista de la historia. Otros miembros importantes del equipo creativo, como entintadores, coloristas y rotulistas, son ignorados, así que no tiene caso esperar que alguna reseña mencione la labor del traductor o del equipo o personas que se encargan de maquetar y revisar la edición traducida.
Incluso en los grupos de fans en redes sociales que hablan de la calidad del cómic de licencia, lo que se comenta no es la traducción, pues la mayoría de los errores "de traducción" que reportan son en realidad problemas de maquetado y edición: errores tipográficos y de ortografía, palabras faltantes, textos en el orden equivocado, etc. Por lo regular esa clase de errores aparecen en la cadena de trabajo en algún punto entre el corrector de estilo, el diseñador a cargo del maquetado, y el editor a cargo de supervisar la calidad del producto.
Como resultado, las editoriales que publican los cómics de licencia, al menos en México, parecen mucho más preocupadas por cuidar los aspectos de su trabajo que generan atención negativa en redes, y como nadie parece notar diferencia alguna en la calidad de las traducciones, éstas se convierten en una de las partes menos importante del proceso. Así las cosas, ¿por qué nos sorprende que todas las editoriales busquen la alternativa más barata en esta actividad?
Imagino que ésa es también una de las razones por las que se trata de una actividad tan mal remunerada. Como la calidad del trabajo no importa, existe la percepción generalizada de que es una labor que cualquier persona con dominio básico de dos idiomas puede realizar. La aparición de herramientas de traducción como Google Translate hizo aún más pronunciado el problema, pues todo apunta a que es innecesario contratar personal calificado para traducir un cómic o cualquier tipo de texto.
¿Por qué pagar más por algo que seguro alguien haría por menos dinero? Y si ya le pagué a alguien por hacerlo en un país de habla hispana, ¿para qué pagar dos veces por "el mismo" trabajo? No es como si las diferencias culturales entre dos países pudieran resultar en distintas interpretaciones de una frase o idea, ¿o sí? Lo peor es que nada de esto es nuevo. Yo era consciente de todo ello hace veinte años, cuando empecé a trabajar en este medio.
¿Por qué, entonces, dedicarme a la traducción de cómics?
Es algo que me gusta, y sé que soy bueno haciéndolo. Sé que mi capacidad para comunicarme con palabras es superior a la media, y que puedo hacer una buena labor de síntesis de ideas cuando se requiere (en general el español requiere un 20% más de palabras o caracteres para expresar una idea que el inglés), o de adaptación cuando ésta es más adecuada que una traducción literal (como pasa con los juegos de palabras y expresiones coloquiales), y hacerlo de forma fiel y respetuosa con la voz del autor original.
Me gusta pensar que hago bien mi trabajo, y estoy orgulloso de él, más allá de lo que me paguen por hacerlo. ¿Me gustaría que fuera mejor pagado y más apreciado? Por supuesto que sí, pero es algo que siempre ha estado fuera de mi control y sé que no va a cambiar, al menos en el corto o mediano plazo. Lo único que puedo hacer es tratar de crear consciencia sobre todo el trabajo que hay detrás de las cosas que leemos y que muchas veces damos por hecho.
Y la razón para escribir esto es que, luego de dos décadas intentando provocar un cambio, empiezo a pensar que es una necedad seguir peleando por mi cuenta contra los molinos de viento, y que quizá es una pérdida de tiempo tratar de hacer que la gente cambie su forma de pensar o aprenda a valorar el trabajo de los demás.
Supongo que en el fondo sólo quería desahogarme un poco a fin de no seguir absorbiendo la frustración que me provoca la constante repetición de esta clase de situaciones acerca de temas que siempre han sido de mi interés. Así que eso es todo. Gracias por su atención.
Es curioso. Estaba buscando editoriales para dejar mi CV y me encuentro con este blog y esta entrada. A pesar que soy traductora de webtoons, se sigue llevando de la mano con los cómics de papel.
ResponderBorrarAh, en ese caso lamento ser responsable de informarte de esta triste situación. No sé como esté el tema en los webcomics, pero a nivel editorial, al menos en México, esto es una constante. Fui traductor también para Bruguera, pero sólo por tres semanas y porque tenían trabajo urgente que otro traductor dejó atrás por problemas personales. A pesar de que me habían ofrecido que sería una labor constante, apenas concluí los urgentes, me informaron que el director de la editorial se haría cargo de traducir esos títulos, pues no había recursos para sumar a otro traductor.
BorrarQuizá valdría la pena probar suerte con las editoriales de libros que han incursionado en el cómic en los últimos años (Planeta, Océano, Sexto Piso, etc), aunque la mayoría se han enfocado a producción local, y Planeta también usa traducciones españolas (aunque no sé si lo hagan en toda la línea).