jueves, 30 de septiembre de 2021

Eric, de Terry Pratchett (Discworld 09)

Si no son nuevos por aquí, es muy probable que alguna vez se hayan topado con algún comentario sobre la saga de Discworld o Mundo Disco, serie de fantasía creación del difunto autor británico Terry Pratchett, uno de mis escritores favoritos, sobre todo cuando se trata del género de fantasía.

Si les suena familiar el nombre de Pratchett, es posible que lo hayan escuchado en relación a la aclamada y exitosa adaptación que Amazon Studios realizó hace un par de años de la novela Good Omens (Buenos Presagios), escrita a cuatro manos con Neil Gaiman (otro de mis escritores favoritos) que pronto tendrá una segunda temporada, y justo por esa obra conocí a este divertido autor a mediados de los 1990.

Tras mucho tiempo de no hacerlo, el año pasado decidí volver a comentar libros, y renové mi propósito de leer todas y cada una de las novelas de la saga que me faltaban hasta completar la serie, y comentarlas todas.

Antes de que piensen que Discworld (Mundo Disco) es una de esas kilométricas sagas de fantasía épica, debo decir que en realidad se trata de más de cuarenta novelas de fantasía que no tienen una verdadera continuidad, y más bien son una multitud de historias ambientadas en el mismo mundo, el cual lleva por nombre justamente Discworld.

Y justo ese mundo es el que da nombre a la serie. La mejor forma de describirlo es como un mosaico formado por elementos mitológicos y de fantasía sacados de fuentes que van de los más tradicionales cuentos de hadas y la literatura clásica de fantasía, hasta la antigua mitología de diversas partes del mundo. Su nombre obedece a su forma, pues es plano y redondo, como un disco, y descansa sobre los lomos de cuatro elefantes, a su vez parados sobre el caparazón de la tortuga Great A'tuin, que surca el espacio con el mundo a cuestas.

Cada novela es una aventura con fuerte carga de comedia. El humor de Pratchett se inclina a la sátira o parodia, pero es evidente que el autor ama y respeta los temas de que se mofa, y la serie es una gran carta de amor a la fantasía. Ya he comentado The Colour of Magic (El Color de la Magia), The Light Fantastic (La Luz Fantástica), Equal Rites (Ritos Iguales), Mort, Sourcery (Rechicero), Wyrd Sisters (Brujerías), Pyramids (Pirómides) y Guards! Guards! (¡Guardias! ¡Guardias!), primeros ocho libros de la serie, y toca turno a la novena entrega, Eric, publicada en 1990.

Mis reseñas no incluyen spoilers, y la mayoría de las novelas de la serie son autoconclusivas y cuentan una historia completa, así que hablar de un libro de la saga rara vez revela algo de uno de los anteriores.

Aun así, hay personajes recurrentes, y aunque rara vez son los protagonistas, en cualquier momento se pueden dar alusiones a historias previas, lo que puede causar en el lector la sensación de que se perdió de algo aun si nada de ello impacta la historia en turno.

La primera edición de Eric, en 1990, se publicó en un tamaño mayor al acostumbrado e incluía ilustraciones realizadas por Josh Kirby. Otra peculiaridad de esa edición es que el título que aparecía en la portada era Faust Eric, lo que puede indicarles el rumbo de la historia. A lo largo de los años ha habido múltiples reediciones y reimpresiones, y algunas de las más recientes, sobre todo las de pasta blanda, ya no incluyen las ilustraciones y muestran el título como Eric sin mayor explicación.

La historia es una parodia de Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe, y sigue las aventuras y desventuras de Eric Thursley, un joven de 13 años con talento para la demonología que tiene tres simples ambiciones: convertirse en el amo de todos los reinos, conocer a la más hermosa mujer que jamás haya vivido, y vivir para siempre. Para alcanzarlas prepara una invocación, convencido de que puede doblegar la voluntad de cualquier demonio y hacerlo que cumpla todos sus caprichos, pero algo sale mal e invoca al incompetente mago Rincewind.

Rincewind es uno de esos personajes recurrentes a queme refería, y la última vez que lo vimos, en las páginas de Sourcery (Rechicero), quedó atrapado en las dimensiones mazmorra. Eric se decepciona cuando Rincewind le informa que no es un demonio y cumplir con sus demandas está más allá de su poder, pero cuando también aparece El Equipaje, un siniestro baúl mágico que sigue al mago a todas partes, sospecha que todo es mentira y renueva sus exigencias.

Rincewind insiste en que no puede cumplir deseos con sólo chasquear los dedos, pero pronto descubre horrorizado que si puede. Como sea, hay una trampa en la forma en que se cumplen los tres deseos de Eric, así que demonólogo y mago ven en riesgo sus vidas bajo extrañas circunstancias entre divertidas parodias del Imperio Azteca, la guerra de Troya y el origen de la creación, y terminan tratando de escapar del Infierno.

Es probable que esta sea la más corta de las novelas del Mundo Disco, y de las que he comentado hasta ahora es la única que no había leído. La fina sátira de Pratchett es puesta a buen uso con la novela de Goethe, y varias religiones antiguas.

La seña de un gran satirista no está en su capacidad para mofarse de las cosas, sino en el mensaje que proyecta al hacerlo. En el caso de Pratchett, su talento le permite explorar defectos humanos de un modo realista pero en situaciones ridículas, lo que evita que se sientan demasiado cínicas.

Se podría argumentar que la saga de Mundo Disco es una implacable crítica social cuyo éxito y popularidad derivan del divertido análisis que hacen de la civilización y la sociedad humanas, y Eric es otro gran ejemplo del talento de Pratchett, además de una excelente y divertida novela que debe ser del agrado de todo aficionado a Discworld. Una lectura recomendable para público de todas las edades, y en especial para los admiradores de las más famosas obras de Dante y Goethe.

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