A veces uno no está de humor para pensar o ver algo que exija demasiada atención, y aunque en esos casos mucha gente elige ver alguna película de comedia o videos de gatos, en mi caso he descubierto que prefiero una cinta de acción, y entre más exagerada o carente de sentido, mejor.
La película cuenta la historia de Lindy (Beckinsale), una mujer cuyos problemas con el manejo de ira van más allá de lo que pueden resolver años de terapia. Una larga secuencia de flashback al inicio de la película nos explica que sus problemas vienen desde la infancia, cuando solía castigar de forma violenta a los bullies que se cruzaban en su camino. Diagnosticada con un "desorden explosivo intermitente", pasó años recluida en una institución mental antes de entrar al ejército, donde no duró mucho tiempo.
En el presente, además de su terapia, Lindy usa un chaleco especial lleno de electrodos que puede activar con un pequeño control remoto, y la descarga eléctrica que recibe le permite controlar sus impulsos violentos, una especie de terapia de electrochoques portátil. Su psiquiatra, el Dr. Munchin (Tucci), intenta convencerla de salir más e interactuar con la gente, pues es la única manera de que aprenda a vivir con su condición, así que asiste a una cita a ciegas.
Pese a su incredulidad, Lindy acepta salir con Justin (Courtney), un contador. El primer intento es abortado, pero ella se siente culpable y lo llama para ir a cenar con él. Para su sorpresa, resulta un tipo muy agradable que la hace sentir mejor, y la hace pensar que es posible curarse. Al día siguiente, cuando habían acordado cenar en casa de él, no aparece. Al intentar contactarlo, Lindy se entera de que fue asesinado. Frustrada cuando la policía no le permite ver el cuerpo ni parece hacer avances en la investigación, Lindy decide buscar ella misma al responsable.
Esto la coloca en la mira de la policía, pues los detectives Vicars (Cannavale) y Nevin (Cox) no están seguros si tuvo algo que ver con la muerte de Justin, o sólo está interfiriendo. Lindy empieza a hurgar en la vida de Justin, y cuando sus pesquisas la ponen tras la pista de un poderoso hombre de negocios con lazos en el bajo mundo, las cosas se complican aún más y llevan a una serie de espectaculares enfrentamientos en una entretenida aunque implausible y por momentos ridícula historia.
En cierto sentido, Jolt se siente como una contraparte a Crank, aquella desquiciada cinta de acción protagonizada por Jason Statham hace unos quince años y que en su momento comenté aquí. Allá teníamos a un individuo que necesitaba mantener al máximo la adrenalina para mantenerse con vida, lo que lo llevaba a participar en peleas, tener sexo en público, o incluso aplicarse descargas eléctricas. Acá la idea es distinta. No sólo es una mujer la protagonista, sino que recurre a la electricidad como una forma de controlar sus impulsos violentos.
Wexler es una directora capaz, pero carece de la chispa con que Neveldine y Taylor impregnaron su trabajo en Crank para hacer de ella la implacable e impredecible descarga de adrenalina que es. A pesar de que el guion tiene la clase de escenas y diálogos ridículos y sin sentido que uno esperaría encontrar en una b-movie, la combinación de una sólida dirección con un competente elenco de actores de primer nivel y comprometido con su trabajo hace que Jolt funcione en la medida de lo posible.
Es importante señalar que es evidente que todos los involucrados son conscientes de la clase de película que están haciendo. Muchas de las b-movies más divertidas son aquellas que juegan con la idea misma de que son entretenimiento desechable, y pueden ser tan deliciosas y satisfactorias como una golosina o alimento chatarra. Tanto realizadores como audiencia son conscientes de que no es un buen producto, lo que no implica que no podamos disfrutar de él.
Beckinsale no es extraña al género de acción, y en ese sentido su trabajo aquí me recuerda un poco a su labor interpretando a Selene en la franquicia de Underworld (Inframundo), pues aborda su personaje con la convicción y seguridad que uno esperaría de una mujer capaz de patear traseros incluso cuando lleva zapatos altos. Quizás no cualquier actriz podría recitar líneas como “Algunas personas lloran. Otras beben. Algunas más escriben mala poesía. Yo lastimo gente”, y hacer que funcionen.
En todo caso, la película y las interpretaciones de su elenco parecen recortes de cintas tomadas de distintos géneros. La primera media hora se siente como una especie de comedia romántica de humor un tanto oscuro, pero el resto parece indeciso entre ser un thriller de suspenso o una implacable película de acción. El tranquilo y mesurado psiquiatra de Tucci parece fuera de lugar, pero es un bienvenido contrapunto al caos que lo rodea, y me gustaría ver una buddy movie con la parca y pragmática detective Niven y el enamoradizo Vicars.
Wexler se caracteriza por dar un toque feminista a su trabajo, y Jolt no es la excepción. Existe mucha violencia genital a lo largo de la historia, pero en todos los casos el enfoque se mantiene en Lindy y su deseo de venganza, quizá contra de la represión de género casi tanto como contra los asesinos de Justin. El lento arranque de la película obedece a plantear como conflicto la idea de que todo lo que una mujer necesita es amor que Lindy pasará la segunda mitad de la cinta tratando de desmentir.
La película no alcanza los exhilarantes absurdos de acción de Crank, ni es la oda al cine de acción femenina que es Atomic Blonde. La violencia no se acerca a los niveles de John Wick, pero no pretende ser ninguna de esas cintas. Es una b-movie consciente de lo que es: boba, con diálogos ridículos y situaciones poco plausibles, lo bastante descarada como para restregarnos en la cara su intención de convertirse en una franquicia, y se beneficia en gran medida del carismático elenco encabezado por Beckinsale, Tucci y Courtney.
No hay forma de que pueda describir a Jolt como una buena película, pero sin duda es una opción muy entretenida si les gustan esta clase de cosas. Recomendada, pero con muchas reservas.
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