La mayoría de los lectores de cómics ubican a Greg Rucka por su trabajo para DC Comics en títulos como Detective Comics, Wonder Woman, Gotham Central o Action Comics, o para Marvel en Wolverine, Elektra y Punisher, entre otras cosas. Quizá algunos conozcan también su obra de autor, como Whiteout, Lazarus, Black Magick, Stumptown o The Old Guard (de la que el mismo escribió la adaptación para Netflix, pero pocos mencionan Queen & Country.
Publicada a partir de 2001 vía Oni Press, editorial que dio entrada a Rucka al mundo del cómic, esta serie de espionaje duró 32 números, publicados a lo largo de seis años, y complementada por tres miniseries de Queen & Country: Declassified, que seguían a personajes secundarios, pero eventualmente cruzaban con la historia principal. Las series contaron con Steve Rolston, Brian Hurtt, Leandro Fernández, Jason Shawn Alexander, Carla Speed McNeil, Mike Hawthorne, Rick Burchett, Mike Norton, Chris Mitten y Chris Samnee como artistas.
La serie sigue a Tara Chace, una agente de campo del Servicio Especial de Inteligencia (SIS, por sus siglas en inglés) británico, mientras ejecuta distintos tipos de misiones alrededor del mundo. A diferencia de muchas otras historias del género, Queen & Country se caracteriza por abordarlo de una forma más realista, pues además de la acción y aventuras que podríamos esperar, muestra también la burocracia e intrigas políticas con que los agentes y sus superiores deben lidiar para realizar su trabajo.
A pesar del claro protagonismo de Tara en estas historias, Rucka hace un gran trabajo con el desarrollo de otros personajes de la serie, desde los superiores de Tara, Paul Crocker, Donald Weldon y C, hasta el personal de soporte en la oficina, como Kate, la secretaria de Crocker, o Alexis, la oficial de comunicaciones, y los otros ajentes de campo, que se conocen como minders, de los cuales conocemos a un puñado a lo largo de la serie. Todos ellos tienen una personalidad propia, y las relaciones entre ellos también son exploradas.
Ese trabajo de caracterización se suma a las situaciones realistas en que los personajes se ven involucrados, y al darles relaciones y conflictos personales se convierten en sujetos con los que es fácil empatizar e involucrarse con ellos a nivel emocional, lo que da más peso a las situaciones de peligro y crea un mayor impacto cuando se presentan bajas, algo que suele pasar desapercibido en historias del género cuando éstas se limitan a construir intriga y suspenso o dependen por completo de la acción, que son elementos que tampoco faltan aquí.
La parte gráfica de la historia puede causar extrañeza en algunos lectores, pues el trabajo de los artistas involucrados representa una variedad de estilos que a primera vista pueden incluso resultar incompatibles, pero la calidad es tal y el trabajo tan efectivo que eso se convierte en una queja menor, además de que los cambios de dibujante no se dan de forma aleatoria, y cada artista o equipo de dibujante y entintador completa un arco argumental. Cada número tiene una página que nos recuerda quienes son los personajes, y se actualizaba con cada nuevo artista.
Me da la impresión de que los artistas participantes fueron elegidos de acuerdo a sus fortalezas. Los que tienen mejor manejo de expresiones faciales o habilidad para dibujar espacios cerrados lucen en las historias en que drama e intriga toman precedencia, mientras aquellos con una narrativa visual más fluida despliegan su capacidad en escenas silenciosas o secuencias de acción, que requieren un manejo especial. En todo caso, que la historia fluya de forma tan consistente es testamento de la habilidad de Rucka como guionista.
Aunque cada arco argumental completa una misión o historia entre de tres a cinco números, hay una clara sensación de continuidad a lo largo de la serie, ya sea que siga los cambios en el estado mental de los personajes, la situación personal entre algunos de ellos, el clima de restricciones políticas que afecta su trabajo, o tener que lidiar con las consecuencias de una historia anterior. A veces se mencionan cosas del pasado, y hay muchas insinuaciones a historias no contadas que generan la sensación de que la serie pudo prolongarse por mucho tiempo.
De hecho, no está clara la razón por la que la serie cerró en el número 32, pues más allá de que se completó la misión, la historia general cierra con un fuerte momento personal que definitivamente cuenta como cliffhanger. Rucka declaró alguna vez que esto era sólo el final del volumen 1, y que él tenía claro cual sería el eventual desenlace de la historia. A casi catorce años de distancia parece improbable que alguna vez podamos leerlo, al menos en cómics, lo que deja una sensación agridulce, sin por ello demeritar la calidad de todo lo publicado.
La serie completa se recolectó originalmente en ocho volúmenes, más uno para cada una de las miniseries Declassified. Por cierto, la tercera de ellas es la única historia de Queen & Country escrita por alguien distinto a Rucka, aunque Antony Johnston trabajó con la aprobación y supervisión de su creador. Aunque ya no es tan fácil conseguir esas ediciones, más adelante apareció una Definitive Edition de cuatro tomos, tres de ellos dedicados a la serie principal (además de un scriptbook) y el último a todo Declassified.
Además de los cómics, Rucka ha publicado tres novelas de Queen & Country: A Gentleman's Game (2004), que hace referencia a sucesos del cómic y sucede justo antes del último arco; Private Wars (2005), que transcurre meses después del último número del cómic y es el verdadero cierre del volumen 1; y The Last Run (2010), que narra la última misión de Tara y de cierto modo podemos considerarla como la totalidad del volumen 2, y a eso me refería con no poder leer el final en forma de cómic.
Tras su debut en 2001, la serie ganó el premio Eisner como mejor nueva serie, además de que estuvo nominada como mejor serie continua y mejor historia serializada por Operation: Broken Ground (Queen & Country #1–4). Tras su segundo año de existencia fue nominada como mejor historia serializada por Operation: Crystal Ball (Queen & Country #8–12), y en su tercer año recibió nominaciones por mejor serie continua y mejor historia serializada por Operation: Blackwall (Queen & Country #13–15).
Nunca se ha publicado en México, pero existen dos ediciones en español. Una es de Norma editorial, con los once volúmenes originales de Oni, incluido el material adicional, y la otra de Planeta DeAgostini, equivalente a las Definitive Edition, en el mismo tamaño de las originales. En la última década se habló un par de veces de llevarla al cine, y en 2018 se rumoraba que Ridley Scott dirigiría con Silvia Hoeks (Blade Runner 2049) como protagonista, pero el proyecto estaba en Fox y se congeló por la compra del estudio de parte de Disney.
Si les gusta el género de intriga y espionaje, con historias más realistas que fantásticas, es muy probable que Queen & Country resulte de su agrado. Rucka suele ser garantía de calidad, y el talento artístico con que colabora es de primer nivel, así que nada pierden con probar. Podrían llevarse una muy agradable sorpresa.
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