Hace un par de semanas publiqué mi reseña de Fear Street Part One: 1994, y la semana pasada hice lo propio con mi comentario de Fear Street Part Two: 1978, así que toca turno a la tercera y ultima parte de la trilogía de horror desarrollada por Leigh Janiak para Netflix, inspirada en la serie de libros Fear Street, de R. L. Stine.
Mis reseñas no incluyen spoilers, pero al tratarse de una secuela y el cierre de una trilogía, es inevitable que revele detalles de las cintas previas, incluyendo sus desenlaces, así que si planean verlas, tal vez quieran dejar de leer ahora.
Al final de la segunda entrega, Deena (Madeira) creyó haber resuelto la maldición que por más de trescientos años ha asolado a Shadyside, el pueblo en que vive, pero no es así. En vez de eso se convierte en testigo de la historia de Sarah Fier, pero la experimenta en primera persona. Así descubre por qué se le acusó de brujería, presencia su ejecución, y entiende por fin la verdad de lo sucedido, lo que puede ser la clave para poner fin a la maldición.
De vuelta en el presente, sabe quién es el responsable, y entiende lo que necesita hacer para salvar a Sam (Scott Welch) y a su pueblo, así que junto a su hermano Josh (Flores Jr.) y Ziggy Berman (Jacobs), se prepara para enfrentar por última vez a los resurgidos asesinos históricos de Shadyside con la esperanza de vencerlos o al menos retrasarlos lo suficiente para acabar con el problema, pero eso es aún más complicado de lo que ella creía.
La trilogía entera forma una sola historia, y aunque 1994 y 1978 en mayor medida se sostienen por sí mismas, la estructura e intención de 1666 hace que dependa por completo de que el espectador haya visto las dos películas previas, y entre más frescas las tenga en la memoria, mejor. Eso puede sonar a queja, pero no lo es. Piensen en las otras dos películas como historias que presentan un rompecabezas en que la imagen completa sólo cobra sentido al agregar las piezas que ofrece esta entrega.
La presentación del misterio, con pistas que se revelan poco a poco hasta llegar a una sorpresiva revelación, es intrigante y bien llevada. No todo es tan simple como pensábamos, y la forma de resolverlo en una confrontación final para decidir el destino de los protagonistas es un soberbio ejercicio de planeación y ejecución que es además emocionante y divertido, pero Janiak se da el lujo de crear personajes interesantes y humanos, pues el fondo Fear Street es una historia de amor.
A diferencia de la mayoría de las películas de slashers, donde la trama suele ser un pretexto para hilar espeluznantes secuencias de asesinatos aderezados con una que otra sorpresa, Fear Street recae en una trama bien construida en que las secuencias de terror ayudan a avanzar la historia. Hay un puñado de reglas establecidas desde el principio, con un par de oportunas adiciones sobre la marcha, y la cuidadosa planeación explota todo su potencial con esta tercera entrega y su satisfactoria conclusión.
Janiak usa astutos atajos para contar su historia. La vida en el Shadyside colonial se muestra desde la perspectiva de Deena, que visualiza a la gente del pueblo como sus amigos o personas que imagina o conoce, lo que facilita entender la dinámica de personajes y justifica la falta de realismo histórico. Conocemos la relación entre Deena y Sam, así que es fácil seguir lo que pasa con Sarah y Hannah, y los paralelos entre las acciones del pueblo en las tres épocas refuerzan la idea de la repetición de ciclos.
En ese sentido, 1666 renuncia a asustar al espectador. La primera mitad revela los secretos que ayudarán a resolver el enigma, y la segunda es una emocionante lucha por ponerle fin, realizada de forma creativa y sin renunciar a los guiños al pasado del género (¿soy el único que pensó en los Frog de The Lost Boys?). Todo termina donde empezó, en el centro comercial, con paralelos entre la apertura de la trilogía y su cierre, que llevan a una satisfactoria conclusión que además deja una puerta abierta.
Por si fuera poco, en la mejor tradición del cine para adolescentes, Janiak inyecta en la historia una saludable dosis de rebeldía contra los padres y las figuras de autoridad, propulsada en mayor medida por temas como la desigualdad social, el miedo al estancamiento o la necesidad de encajar en la sociedad, pero siempre sin tomarse demasiado en serio, y con bienvenidos toques de humor negro que nos recuerdan la estrecha relación que existe entre el horror y la comedia.
La construcción mitológica de la serie es otro elemento digno de destacar, pues la trama no sólo trastocar las convenciones tras el concepto de las brujas, pues sin negar su existencia (hay una bruja, pero no es quién ni como creíamos), pero añade un sutil recordatorio de que la mayoría de mujeres acusadas de brujería y linchadas a lo largo de la historia eran mujeres inocentes, cuyo mayor pecado fue no ceñirse a las expectativas de la sociedad o hacer enojar a algún hombre.
Fear Street Part Three: 1666 es una inteligente y bien ejecutada conclusión a una entretenida trilogía, con una peculiar estructura narrativa y buenas actuaciones de su joven elenco, que con una mezcla de nostalgia y buen desarrollo de personajes representa una de las adiciones más satisfactorias al género de horror en los últimos años, y que, pese a cerrar el arco de Deena, Sam y Josh, deja suficientes hilos como para justficar la exploración de otros momentos en la historia compartida de Shadyside y Sunnyvale.
La trilogía de Fear Street es entretenimiento de calidad que debe ser del agrado de todo aficionado al género de horror sin importar su edad o el sabor de éste que prefiera, y puede convertirse en la primera franquicia de largo aliento para Netflix. Sin duda una opción bastante recomendable dentro del entretenimiento de género.
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