En el mundo del cómic, hablar de 1986 es hablar de evolución y crecimiento. Muchos lectores hablan de ese año como la fecha en que los cómics se volvieron adultos, y citan como razones algunas historias que se publicaron entonces: Watchmen, The Dark Knight Returns, Daredevil: Born Again, Punisher: Circle of Blood, e incluso la actualización de Superman en la miniserie The Man of Steel. Pero todo eso fue en cómics de superhéroes, ¿qué hay del resto?
1986 también vio nacer a Dark Horse Comics, editorial con políticas y prácticas que fueron esenciales para el crecimiento del cómic de autor y para que hubiera una apertura del mercado a historias en otros géneros (acá pueden leer un poco de su historia). Su primera publicación fue la antología Dark Horse Presents, que ofrecía una mezcla de historias cortas y serializadas, y la más memorable de aquel primer número, publicado el 23 de julio de 1986, fue Concrete, escrita y dibujada por Paul Chadwick.
El protagonista de esta historia es Ron Lithgow, un ex asistente político que se ganaba la vida escribiendo discursos para un senador, pero eso fue antes de irse de excursión con su amigo y colega Mike Maynard y tener un encuentro que le cambió la vida. En una cueva en la ladera de una montaña encontraron tecnología desconocida, antes de ser atrapados por misteriosos extraterrestres y despertar con el descubrimiento de que sus cerebros fueron transplantados a enormes cuerpos hechos de roca sólida.
Aquel suceso lo descubrimos varios meses después, en la primera serie propia de Concrete, lanzada en abril de 1987, y en realidad es sólo un pretexto para explorar la forma en que Ron se adapta a la vida en un cuerpo extraño y cómo cambia su forma de relacionarse con el mundo que lo rodea y la gente a su alrededor. Las cortas historias aparecidas en Dark Horse Presents eran vistazos a momentos de su vida cotidiana mientras decide que hacer con su nuevo cuerpo y las posibilidades que éste le ofrece.
La razón para que Concrete pueda moverse libremente en público o recorrer el mundo es que al escapar y volver a la civilización pidió ayuda al senador Douglas, su antiguo jefe, y el gobierno de los Estados Unidos inventó una historia para evitar el pánico que podría saber que invasores extraterrestres podrían en cualquier momento robarse el cuerpo de una persona. La versión oficial es que Concrete es un cyborg creado por el gobierno, y se crea una intensa campaña mediática con la idea de hartar a la gente e impedir mayor curiosidad a su alrededor.
Al leer estas historias, incluso después de tanto tiempo de que se publicaron, lo que más llama la atención es la facilidad con que Chadwick va contra las expectativas. La premisa de su historia es un ser humano que recibe un cuerpo de roca sólida con más de dos metros de alto y 600 kg de peso, con visión superhumana y muchas otras habilidades, lo que parece un origen regular para un superhéroe, pero en vez de eso, el talentoso escritor y artista de Seattle opta por crear una serie de historias introspectivas que invitan a la reflexión.
Concrete es famoso, sí, pero la gente lo ve como fenómeno y no como una persona. Sus circunstancias lo alejaron del resto del mundo, convirtiéndolo en un paria, incapaz de integrarse de lleno a la sociedad, alguien cuyo cuerpo le permite hacer cosas asombrosas, pero lo deja impedido de realizar tareas simples y cotidianas, lo que más que superhumano lo convierte en un minusválido. ¿De qué sirve ser súper fuerte, rápido y resistente si no puedes distinguir los sabores de la comida o percibir la calidez del contacto con otros?
Pese al aislamiento y soledad que su condición implica, en realidad Concrete nunca está solo. Sus aventuras y momentos de reflexión suelen darse en compañía de sus amigos, la bióloga Maureen Vonnegut (sin relación con el escritor), y Larry Munro, presunto novelista que lo asiste en todas aquellas tareas cotidianas que no puede realizar por sí mismo, como ir de compras, conducir su camioneta, o transcribir sus notas y escritos. Y está también Tripod, su perro, a quien le falta una pata y con quien se identifica por su incapacidad para encajar en la normalidad.
Y la normalidad es quizás el mayor obstáculo en la vida de Concrete. Puede que su condición lo haga extraordinario, pero el mundo en que vive es tan ordinario como el nuestro, así que en vez de pensar en los extraterrestres que robaron su cuerpo, se preocupa por los problemas más graves y comunes de nuestro mundo: la crisis ambiental y la sobrepoblación, las consecuencias de una sociedad de consumo. Es claro que son temas por los que Chadwick se preocupa, y aun así sus historias no se sienten como sermones, lo que siempre se agradece.
A pesar de su clara consciencia social y ecológica, las historias de Concrete son íntimas y personales. La experiencia de Ron le robó su humanidad, al menos en lo físico, lo que incluye su sexualidad, pero le dio una nueva apreciación del mundo que lo rodea y de la belleza que se esconde hasta en las cosas más pequeñas. Ahora aprecia cosas que antes daba por sentadas, y es consciente del impacto que cada una de nuestras acciones tiene, no sólo sobre las vidas de quienes nos rodean, sino en el mundo en que vivimos.
Chadwick tiene un estilo realista pero más bien austero que le sienta muy bien al tono de sus historias, y de vez en cuando sorprende con un inusual y decorado diseño de página, como si tratara de recordar al lector que en ocasiones la belleza se esconde en los lugares más inesperados. A través de Concrete, el autor se lanza en una incansable exploración de lo que significa estar vivo y ser humano, con tal convicción y honestidad que incluso las íntimas meditaciones de su protagonista tienen un poderoso impacto en el lector.
Esos cortos y la miniserie Human Dilemma, publicada en 2006 (y parte del volumen 7), son lo único que Chadwick ha hecho con el personaje en el presente siglo, y aunque en varias entrevistas el autor ha declarado que la historia de Concrete todavía no llega a su fin, no se sabe cuando podríamos tener más.
Aunque nunca se le menciona entre las grandes obras del cómic que en la parte final del siglo XX mostraron el alcance y potencial del medio para contar historias humanas y con capas de profundidad y complejidad que ofrecen al lector algo más que entretenimiento pasajero, Concrete es una de esas obras que, cuando les piden recomendaciones para alguien que normalmente no lee cómics pueda acercarse al medio, todo mundo debería tener en la punta de la lengua.
Así que, si nunca lo han leído, los invito a buscar algún tomo para sumergirse en esta historia llena de humanidad y empatía. Les garantizo que no se arrepentirán.
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