No es raro encontrarse con quejas acerca de cómo Hollywood puede echar a perder cualquier historia, y aunque a veces son exageradas, hay algo de cierto en ellas. En el caso de #Vivo (#살아있다 - #Alive), es evidente que algo se hizo diferente en las dos versiones de la historia.
Matt Naylor escribió el guion de Alone y colaboró con Cho Il-hyung para adaptarlo a coreano. Las dos películas se estrenaron el el otoño de 2020, y aunque no he visto la estadounidense, la recepción de público y crítica fue diametralmente opuesta. La versión sudcoreana, rebautizada como #Alive, dirigida por el propio Cho y con las actuaciones de Yoo Ah-in y Park Shin-hye, se estrenó en Corea del Sur el verano pasado y en septiembre en el resto del mundo a través de Netflix, unas semanas antes de que Alone fuese lanzada como video on demand y en DVD.
La historia sigue a Oh Joon-wu (Yoo Ah-in), un adolescente un tanto torpe que pasa la mayor parte de su tiempo jugando en línea. Un día despierta para descubrir que sus padres se fueron a trabajar y le dejaron instrucciones de ir a comprar comida para el día, pues no hay nada en la alacena. En vez de eso Joon-wu se pone a jugar, hasta que uno de sus amigos comenta que algo sucede. Prende la TV para ver noticias acerca de disturbios por toda la ciudad, y momentos después escucha el caos en las calles: una extraña indección se esparce entre la población.
Para fines prácticos, Joon-wo está siendo testigo de un apocalipsis zombi. Incapaz de comuncarse con su familia, se prepara para mantenerse encerrado en casa, al menos hasta que recuerda que no fue a comprar comida, así que tiene víveres suficientes para un encierro prolongado. Al paso de los días la desesperación se apodera de él, al menos hasta que descubre que Yu-Bin (Park Shin-Hye), una chica en el edificio de enfrente, también ha sobrevivido, y poco a poco encuentran el modo de comunicarse e incluso de compartir provisiones.
Pero sus departamentos no son seguros, pues existe el riesgo de ser descubiertos en cualquier momento por los infectados cercanos, así que elaboran un plan para salir y buscar un mejor refugio, y aunque eso implica un riesgo, su situación se está volviendo desesperada. Un encuentro con otro sobreviviente les revela más cosas, pero también los pone en una posición aún más complicada. ¿Podrán sobrevivir hasta que llegue la ayuda? ¿En verdad queda alguien allá afuera que pueda acudir en su rescate?
Cho Il-hyung se las arregla para entretejer lo que parece el inicio de una historia de amor en medio de un apocalipsis zombi, y a pesar de que su historia no ofrece nada nuevo en lo que a historias de este popular subgénero se refiere, cuenta su historia con gran ritmo y sin perder el paso con los cambios de tono, logrando tersas transiciones para ir del drama y aislamiento de Joon-wu a la esperanza al conocer a Yu-Bin, e intercalando implacables secuencias de acción con zombis bien logrados en el aspecto visual y lejanos a la lenta visión de Romero de los no-muertos.
Pero lo que da una fuerza especial a la película es la manera en que logra establecer una íntima versión del apocalipsis al presentar el conflicto desde el aislamiento y soledad de Joon-wu en su departamento, de una forma que además se convierte en un eco de lo que muchos alrededor del mundo han tenido que experiemntar en uno u otro momento a causa de la pandemia que aún no logramos dejar atrás. El género suele enfocarse en la crítica social (que aquí es poca y muy sutil) con un enfoque macro, pero Cho opta por abordarlo de forma más personal.
Cho cuenta su historia con un mínimo de exposición y sin explorar el pasado de sus protagonistas más allá de lo básico, y el mínimo uso de diálogos hace que la película, sobre todo en su primera mitad, se convierta en un estudio de personaje en que la excelente actuación de Yoo Ah-in resulta clave. Su personaje es un chico sin habilidades prácticas que enfrenta la desesperación al enfrentar problemas que no puede resolver con un teclado y un joystick, y quien debe descubrir si su deseo de sobrevivir basta para sacarlo adelante en tan difícil situación.
Explorar la respuesta de Joon-wu al problema antes de expandir la historia más allá de los confines de su departamento me pareció una gran decisión, pues permite que la historia avance sin tener que mostrar la experiencia de Yu-Bin, bastando con unos pocos toques visuales para construir paralelos. La inclusión de otro drama paralelo puede parecer gratuita y hasta cierto punto un cliché, pero es un efectivo recordatorio de que lo que han vivido los dos jóvenes son sólo un par de historias de entre las muchas que deben haberse dado en la ciudad.
La combinación de un gran diseño de sets, con excelente trabajo de maquillaje y prostéticos y buenas coreografías es suficiente para lograr una competente película de ombis, y aunque esta historia no aporta nada nuevo al género, posee un corazón que le permite salir adelante de forma mayormente satisfactoria, y se toma el tiempo para recordar que, incluso en medio de una sociedad que fomenta la falta de empatía y contacto, muchas veces lo que nos permite seguir adelante es conectar con otros seres humanos.
#Vivo es una película bien realizada que debe ser del agrado de todo aficionado al género de zombis, y que ofrece bastante tensión y emociones como para mantener la atención de la audiencia. Una opción bastante recomendable siempre que no les estrese la idea de pensar en la pandemia.
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