Las películas de Marvel Studios son una ocurrencia tan común, que es difícil creer que hace más de dos años que no había una nueva, pero es la clase de cosas que pasan a segundo plano cuando el mundo enfrenta una peligrosa pandemia. En todo caso, la franquicia tuvo la fortuna de completar en 2019 una historia que se desarrolló a lo largo de 23 películas, y si habíamos esperado diez años para ver a Natasha Romanoff, alias Black Widow, en su propia película, podíamos esperar un poco más.
Tras varios retrasos, Black Widow llegó a cines (y a Disney+ con acceso premium) este fin de semana. Dirigida por Cate Shortland sobre un guion de Eric Pearson, la película cuenta con las actuaciones de Scarlett Johansson, Florence Pugh, David Harbour, Ray Winstone y Rachel Weisz.
La historia transcurre luego de los eventos en Captain America: Civil War (2016), cuando, a consecuencia del incidente en Sokovia, algunos miembros de los Avengers, incluida Natasha (Johansson), son considerados como fugitivos y deben huir de las autoridades. Aislada en su intento de ocultarse, Natasha recuerda su vida anterior y la soledad que la caracterizaba, hasta que de forma inesperada se ve forzada a revivirla cuando un agente ruso la ataca en busca de un paquete que recibió por correo.
En busca de respuestas, Natasha va a Budapest y se encuentra con Yelena Belova (Pugh), otra agente del programa de viudas negras, que por un tiempo fue criada como su hermana. Ella le explica que su antiguo jefe, Dreykov (Winstone), sigue vivo y tiene planes funestos para el mundo, así que tendrán que trabajar juntas para intentar detenerlo. Para localizarlo buscan la ayuda de Alexei Shostakov (Harbour), el supersoldado soviético conocido como Red Guardian, y de Melina Vostokoff (Weisz), una viuda negra de una generación anterior que aún tiene lazos con Dreykov.
La película hace un gran trabajo al incorporar elementos de un thriller de espionaje a la intriga y aventuras característicos de las películas del MCU, lo que por momentos recuerda el tono de algunos momentos de Captain America: The Winter Soldier y que va muy bien con la idea de explorar el pasado de Natasha como asesina entrenada por el régimen soviético. Hay además alusiones a eventos antes mencionados pero jamás explicados, como la misión que compartió con Hawkeye en Budapest, la forma en que fue reclutada por S.H.I.E.L.D., e incluso la referencia al "rojo en su expediente".
La primera mitad de la cinta tiene un tono de thriller de suspenso que recuerda a las películas de espías populares durante la guerra fría, y la segunda mitad es una muy entretenida película de acción con espectaculares secuencias de peleas y persecuciones que se suceden a un ritmo implacable. No conozco el trabajo anterior de Shortland, tres largometrajes producidos en su natal Australia, pero tras ver lo bien que maneja esas dos facetas de la película siento al menos curiosidad, sobre todo por su película previa, Berlin Syndrome, que la puso en el radar de Kevin Feige y su equipo.
La gran fortaleza de Black Widow es la misma que tanto éxito le ha dado a las películas de Marvel: el desarrollo de personajes. Desde la primera aparición de Natasha, la audiencia ha podido adivinar partes de su pasado y motivaciones gracias a monólogos y diálogos sueltos a lo largo de sus varias apariciones en otras películas, y aquí Pearson, veterano del MCU que a menudo es script doctor sin crédito alguno, hace un excelente trabajo al crear un marco que incorpora todas esas referencias y construye sobre ellas, además de que añade un sólido elenco secundario que carga con el peso dramático de la historia.
Las actuaciones de los cuatro intérpretes principales son muy buenas. La callada intensidad y pragmatismo de Johansson como Natasha contrastan con el mordaz humor de Pugh en el papel de Yelena, y no es difícil imaginar a Melina, sobriamente interpretada por Rachel Weisz, como la figura materna para estas dos fuertes mujeres. David Harbour logra un complicado balance al servir como el comic relief de la película, pero con una buena carga emocional que ayuda a no romper el tono de la historia en general o el de su peculiar relación con las mujeres de su "familia".
Una de las funciones de esta película es pasar la estafeta de Black Widow a Yelena, así que ésta toma un rol prominente en la historia, lo que permite a Pugh desplegar su gran rango actoral y pasar sutilmente del humor a emotivos y desgarradores momentos, sin dejar nunca de proyectar a una mujer fuerte y compleja que no tiene problema alguno con ensuciarse las manos en las muchas secuencias de acción. Me gusta que el personaje sea tan distinto a Natasha, porque la idea de tener una nueva Black Widow en en el MCU no implica que deba ser más de lo mismo.
El tema de la familia tiene un peso muy importante en la historia, y ayuda a atar muchos cabos de la historia de Natasha. Aquí enfrenta un complicado momento del grupo que se ha convertido en su nueva familia, y debe enfrentar el hecho de que al dejar atrás su pasado, abandonó a su familia anterior sin voltear atrás. Esto juega con el conflicto interno del personaje que hemos visto aludido en películas anteriores, esa dualidad entre alguien que se siente cómoda al operar por su cuenta, pero que tiene una imperiosa necesidad de ser aceptada y pertenecer a un grupo o familia.
Tengo la impresión de que Pearson y Shortland son aficionados al cine de espías y aprovechan para hacerle un homenaje, pues hay momentos de la película que parecen inspirados por clásicos del género como The Manchurian Candidate o las películas de James Bond, pero también a historias más recientes, como Mission: Impossible o la saga de Jason Bourne. Incluso hay una escena en que Natasha recita algunas de las peores líneas de Roger Moore en Moonraker, y vemos al villano lanzarse en un largo monólogo expositivo que detalla sus planes y expone la clave para detenerlo.
Si hay algo de lo que adolece la película es justo de no tener un buen villano, quizás el punto débil de muchas producciones de Marvel. Dreykov tiene un rol específico para reunir a Natasha y Yelena, y sirve además para que Nat haga las paces con ciertas decisiones de su pasado, mientras que Taskmaster es el antagonista físico, muy útil y espectacular en las secuencias de acción, pero cuya incorporación en la trama central se siente un tanto forzada. Ambos sirven a los propósitos de la historia, pero carecen del peso necesario como para resultar villanos memorables.
Black Widow no ofrece nada nuevo para una película de superhéroes, pero es una cinta bien pensada y ejecutada que crea nuevos lazos entre varias películas de esta exitosa saga, lo que enriquece la mitología de su universo y abre las puertas a explorar otros rincones tanto de su pasado como de su futuro. Se trata de una sólida adición a la saga, y ofrece un excelente punto de entrada para incorporar a su continuidad al personaje de Yelena, que ya sabíamos tendría un papel importante en la próxima serie de Hawkeye y ahora entendemos mejor cómo se va a dar.
Es triste es pensar que el estudio dejó pasar tanto tiempo antes de explorar la historia de Natasha, cuyo microverso es tan rico e interesante como los de otros Avengers, y podría haber sostenido su propia serie de películas. Black Widow demuestra que misiones en solitario en distintas épocas o con flashbacks al pasado podían ser entretenidas y de interés para los seguidores del MCU. Esta película habría encajado a la perfección de haberse estrenado en algún momento entre Civil War e Infinity War, pero al menos sirvió como una digna despedida para Natasha.
Black Widow es una entretenida y emocionante película de intriga, acción y espionaje, y tras dos años de sequía será un bienvenido oasis para los aficionados a las películas de superhéroes y para todo seguidor del universo cinematográfico Marvel. Sin duda una película bastante recomendable.
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