Cada cierto tiempo aparece un western que todo mundo aplaude y celebra como "el último gran western" o "una sentida despedida al género", lo cual sólo dura hasta que aparece uno más, y si es bueno, se repite la cantaleta. Pero si hay algo que no esperaba era que el siguiente gran western fuese a ser el debut de un director, pero ése es el caso de The Harder They Fall (Más dura será la caída), estrenada el pasado viernes a través de Netflix.
Dirigida por Jeymes Samuel, músico y cantante británico que graba bajo el nombre de The Bullits y es hermano del también cantante Seal, la película fue coescrita por él mismo junto a Boaz Yakin (Remember the Titans) y cuenta con las actuaciones de Jonathan Majors, Idris Elba, Zazie Beetz, Regina King, Delroy Lindo, Lakeith Stanfield, RJ Cyler, Danielle Deadwyler, Edi Gathegi y Deon Cole. Se proyectó a inicios de octubre pasado en el BFI London Film Festival y tras un estreno limitado a fines del mismo mes llegó a Netflix el 3 de noviembre.
La película parte con una interesante advertencia: "Aunque los sucesos en esta historia son ficticios... Estas. Personas. Existieron". Supongo que la intención era doble: acallar a los infaltables racistas que digan que no había pistoleros negros, y advertir a los puristas de la historia que no pierdan su tiempo en busca de inconsistencias históricas, pues la película fue escrita y realizada para atender los gustos y deseos personales de sus creadores, y no tiene intención alguna de ser fidedigna o realista... y aplaudo que así sea.
En esencia podemos decir que The Harder They Fall es una historia de venganza llena de memorables personajes inspirados por figuras históricas pero sin interés en revivir sus hazañas. Visual y temáticamente hablando se trata de una carta de amor al género y acusa una muy marcada influencia de los spaghetti westerns. Tiene una preciosa fotografía cuyas composiciones me hacen desear haberla visto en pantalla grande, y un soundtrack que complementa a la perfección todo lo que aparece a cuadro.
La historia sigue a Nat Love (Majors), un forajido líder de una banda famoso por dos cosas: siempre da caza a quienes le ofenden o deben algo, y prefiere asaltar a otros criminales en vez de robar bancos o trenes él mismo. Pero aún tiene un pendiente, y es que cuando era niño, un famoso forajido llamado Rufus Buck (Elba) mató a sus padres y le dejó una cicatriz en forma de crucifijo en la frente. Y aunque desea retirarse y hacer su vida con Stagecoach Marie (Beetz) se entera de que Buck acaba de salir de prisión.
Mientras tanto, Buck y su banda, que incluye a Trudy Smith (King) y Cherokee Bill (Stanfield) acaba de volver a Redwood, pueblo fundado por el propio Buck con la supuesta intención de proteger y ayudar a otros, pues se trata de un lugar habitado exclusivamente por gente de raza negra. Pero necesita dinero, y alguien acaba de asaltar a los asaltabancos que le iban a llevar dinero. Poco a poco la situación se perfila para un último enfrentamiento entre Love y Buck con el apoyo de sus respectivas bandas.
A pesar de tratarse de su debut como director, más allá de un par de cortometrajes realizados para acompañar su música, es evidente que Samuel adora el género y ha estudiado el trabajo de algunos de sus directores más representativos, pero sobre todo que entiende a la perfección lo que hacían con la combinación de imágenes y sonidos (o silencios) para crear atmósferas y tonos narrativos. Su composición de escenas hace un excelente uso del espacio negativo para enmarcar a sus personajes y le saca el mayor provecho posible a los paisajes.
Cuando sus personajes interactúan, tienen el tiempo y espacio necesarios para hablar y escucharse, para intercambiar miradas, o para lucir pensativos mientras deciden qué es lo que harán a continuación. Y eso le permite jugar con aspectos de su historia que van de un tono a otro, pasando de thriller criminal con traiciones y venganzas, a un apasionado romance, o de ahí a película de acción o tragedia familiar, y todo de un modo tan melodramático que da al conjunto ese exagerado pero atractivo aire de relato mitológico.
Para lidiar con esa clase de situaciones se necesitan personajes a la altura, y de ahí la importancia del espectacular elenco reunido por Samuel. El peso dramático y emocional de la película cae sobre Elba y Majors, que llenan a sus respectivos personajes de matices que los hacen más humanos e interesantes, lo que da mayor peso a todo lo que aprendemos sobre la complicada relación que existe entre Buck y Love y que sería suficiente para llevar la película incluso sin mucho elenco de apoyo. Pero lo tiene, y uno muy bueno además.
Cada escena con Elba, Majors, King, Beetz o Delroy Lindo (Bass Reeves, un veterano marshall a quien no le agrada la noticia de que Buck esté libre), juntos o por separado, es fascinante, y sin importar lo que estén haciendo nunca dejan de ser los tipos (o tipas) más cool en esas escenas. Y lo mismo podría decirse del resto del elenco, incluso si sus partes no tienen el mismo peso dramático. Y claro que también ayuda que la mayoría sean "villanos" o por lo menos antihéroes.
A pesar de ello, todos y cada uno tienen identidad y personalidad propias, desde los manerismos, lenguaje corporal y forma de hablar hasta el estilo de vestir. La película dura poco más de dos horas y uno no puede sino maravillarse de que en su debut como guionista y director Samuel y su equipo hayan logrado crear casi una docena de personajes interesantes, tan cool como excéntricos, de un modo que muchas películas ni siquiera se molestan en intentar.
Y esa cuidada construcción de personajes es lo que hace tan atractivo verlos hacer lo que sea que estén haciendo. En lo personal los encuentro tan interesantes que no me molestaría en lo más mínimo verlos en otras aventuras, ya sea como las bandas de asaltantes que conocemos aquí en la parte final de sus carreras o corriendo aventuras tanto en solitario como por parejas y con Reeves como personaje recurrente, o quizás incluso en spinoffs y secuelas protagonizados por los supervivientes.
Mencioné que la película es una carta de amor a los westerns, y se pueden checar casillas de una lista: asalto al tren, asalto a un banco, peleas en una cantina, tiroteo en una cañada, peleas a puñetazos o con armas improvisadas, malabares con pistolas, acciones a caballo y el infaltable tiroteo colectivo a lo largo de la calle principal. Todo está ahí, pero no es sólo un nostálgico repaso al género, sino una actualización al mismo. Las coreografías de peleas, tiroteos y persecuciones no estarían fuera de lugar en una película de Bond.
No conforme con eso, Samuel amaga en más de una ocasión con incluir números musicales en la película. Él mismo se encargó de escribir e interpretar buena parte de la banda sonora de la cinta, y ésta sienta el tono de mucho de lo que presenta a cuadro. Sus estilizados sets, en particular las cantinas de Mary y Trudy, con su colorido despliegue de elementos temáticos parecen sacados de algún museo o exhibición, pero aderezados con toques modernos que hacen pensar en una puesta en escena.
The Harder They Fall es escapista de un modo similar a como lo eran los spaghetti westerns. El viejo oeste que presenta es una fantasía con sus propias reglas y leyes de la naturaleza, lo que no la exenta de temas reales e importantes como el racismo, clasismo y sexismo, que son mencionados y reconocidos como parte de su mundo pero nunca toman un rol relevante a la historia. A fin de cuentas, en la visión de Samuel todo es parte del espectáculo y crea una sucesión de postales que incluso sin historia serían atractivas.
Y es que Samuel elige el estilo sobre la historia, pero lo hace de gran forma, lo que resulta en la clase de película que deja huella en la memoria del espectador, si no como algo relevante, al menos sí como un espectáculo de gran calidad, quizás demasiado enamorado de presentar la violencia como algo atractivo, pero eso también es parte del encanto de la película. Como ya mencioné, el director no estaba interesado en crear una versión realista o serie del viejo oeste, sino una divertida y llena de estilo.
Puede que The Harder They Fall no sea la clase de película que pueda resultar del agrado de todo mundo, pero si son aficionados a los westerns, en especial los spaghetti, y disfrutan de la violencia como estilizado espectáculo, me atrevería a afirmar que es una experiencia que van a disfrutar bastante.
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