No es extraño usar historias de horror como alegorías a temas de actualidad, ni toparse con comedias que se burlen de los aspectos más deprimentes de la vida cotidiana, pero al intentar combinar ambas cosas el resultado rara vez es burno. Hay excepciones, claro, como la excelente Shaun of the Dead, y ése parece ser el estándar al que aspira Bloodsucking Bastards (Mi Jefe es un Vampiro), comedia de horror de 2015.
La película debutó en el Slamdance Film Festival en enero de 2015 y se estrenó de forma limitada en algunas ciudades de los Estados Unidos en septiembre de 2015, prácticamente al mismo tiempo que apareció como Video on Demand en distintas plataformas, gozando de buena recepción y críticas encontradas.
Evan (Kranz) aspira a ser el nuevo gerente de ventas en su trabajo, pues siente que como gerente interino nadie lo respeta. Debe preparar una presentación para conseguir a un importante cliente, y su novia Amanda (Fitzpatrick) está molesta con él. Cuando su jefe (Joel Murray) convoca a una junta, cree que será su anhelada promoción, pero se encuentra con la llegada de Max (Pascal), un viejo rival que ocupará el puesto de sus sueños.
Pero perder esa oportunidad y quizá también a la mujer que ama no es lo peor. Max desea hacer cambios que tienen nervioso a casi todo el personal, y pronto empiezan a ocurrir cosas extrañas. Un par de personas desaparecen y otras actuan de forma extraña. Al sumarse los incidentes, Evan y su amigo Tim (Kern) junto al guardia de seguridad deben enfrentar la verdad: Max es un vampiro y está convirtiendo a los demás.
Crear una analogía entre una oficina y elementos propios de una historia de horror no es complicado. Los empleados de una corporación tienden a actuar como zombis: hacen lo que se les indica sin convicción y de la forma más monótona posible, y los ejecutivos parecen absorber la energía y la voluntad de vivir de los pobres desafortunados bajo sus órdenes, y eso es lo O'Connell y su equipo explotan en esta historia.
Recrean estereotipos del personal de oficina, desde el empleado cumplido y trabajador ignorado por sus superiores hasta el simpático holgazán que no hace nada pero le cae bien a todos, y cubren también las complicadas relaciones sentimentales en el lugar de trabajo y a la joven tímida y enamorada en secreto de uno de sus compañeros, además de la forma en que todos tratan al conserje y al guardia, como si no fuesen personas.
Por momentos es como una copia de la plantilla estructural de The Office con vampiros sumados a la premisa. No todas las bromas funcionan, y muchas dependen del grado de identificación que la audiencia tenga con las situaciones planteadas. En general la historia se siente fresca y los momentos divertidos se acumulan a lo largo de la cinta para formar una entretenida película.
Casi todo lo que funciona es producto del guion y un cumplidor elenco lleno de desconocidos. Pese a sus limitados recursos, la película crea personajes más o menos definidos con quienes es fácil empatizar, y destaco el trabajo de Kranz, que es un agradable protagonista. El resto del elenco recrea a un variopinto grupo de amigos y compañeros en quienes más de uno verá ecos de compañeros de trabajo actuales o pasados.
Pedro Pascal hace derroche de su gran carisma desde el momento en que aparece a cuadro, lo que le permite vender a la perfección algunas de las mejores escenas de la cinta, como cuando intenta convencer a los demás de que convertirlos a todos en vampiros es lo mejor que le podría pasar a la compañía, y si es bueno para la compañía, por extensión lo es también para todos ellos.
Aunque O'Connell no rehuye al uso de gore (en general la cinta es bastante sangrienta), la violencia excesiva es mínima, y es más común dejar implícito lo que pasa, incluso cuando salpica litros de sangre sobre sus protagonistas. El grueso de la violencia ocurre fuera de cuadro, lo que quizá obedece a las restricciones de trabajar con presupuesto limitado y un equipo sin experiencia en crear efectos prácticos.
Un mejor presupuesto habría ayudado en varios aspectos (mejor iluminación, más variedad de ángulos de cámara, prostéticos que lidiaran mejor con sangre y víctimas, etc.). Mejores valores de producción habrían permitido a la historia hacer más y correr más riesgos, lo que quizá habría hecho de la película algo más memorable. Muchos de los involucrados trabajan en la serie animada Hell Den, y quiero ver más de su trabajo.
Bloodsucking Bastards es una entretenida cinta de apenas 80 minutos que debe resultar del agrado de todo aficionado al horror que no se tome las cosas tan en serio, y si son fans de The Office o comedias similares sobre el lugar de trabajo, denle una oportunidad, quizá se lleven una agradable sorpresa. En México y América Latina forma parte del catálogo de Prime Video.
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