viernes, 26 de noviembre de 2021

Bloodsucking Bastards (Mi Jefe es un Vampiro, 2015)

No es extraño usar historias de horror como alegorías para explorar temas de actualidad, ni tampoco toparse con comedias que se burlen de algunos de los aspectos más deprimentes de la vida cotidiana, pero al tratar de combinar ambas cosas rara vez se logra un resultado memorable, aunque hay excepciones, claro, como la excelente Shaun of the Dead, y ése parece ser el estándar al que aspira Bloodsucking Bastards (Mi Jefe es un Vampiro), comedia de horror de 2015.

La película fue dirigida por Brian James O'Connell, quien trabajó sobre un guion escrito por Ryan Mitts en colaboración con Dr. God, colectivo de comedia del que O'Connell forma parte. El elenco de esta modesta cinta está encabezado por Fran Kranz, Pedro Pascal, Emma Fitzpatrick y Joey Kern.

La película debutó en el Slamdance Film Festival en enero de 2015 y se estrenó de forma limitada en algunas ciudades de los Estados Unidos en septiembre de 2015, prácticamente al mismo tiempo que apareció como Video on Demand en distintas plataformas, gozando de buena recepción y críticas encontradas.

Evan (Kranz) es un empleado de oficina que aspira a ser el nuevo gerente de ventas, pero tiene problemas debido a que mientras sea gerente interino no tendrá el respeto de la oficina. Además, debe preparar una presentación para conseguir a un importante cliente, y su novia Amanda (Fitzpatrick) está molesta con él.  Cuando su jefe (Joel Murray) convoca a una junta, cree que es el momento de su anhelada promoción, pero se encuentra con la llegada de Max (Pascal), un viejo rival que ahora usurpará su anhelado puesto.

Pero perder el trabajo de sus sueños y tal vez también a la mujer que ama no es lo peor. Max llegó con la idea de hacer algunos cambios, lo que tiene nerviosos a la mayoría de los empleados de la compañía, pero pronto empiezan a suceder cosas extrañas. Desaparecen un par de personas y algunas más empiezan a actuar de forma extraña, y conforme se acumulan los incidentes Evan, junto con su amigo Tim (Kern) y el guardia de seguridad deben enfrentar la realidad: Max es un vampiro y está convirtiendo a los demás.

Crear una analogía entre una oficina y ciertos elementos de historias de horror no es complicado. Los empleados de una corporación tienden a actuar como zombis: hacen lo que se les indica sin convicción alguna y de la forma más monótona posible, mientras que aquellos en puestos ejecutivos son como vampiros psíquicos que absorben la energía y la voluntad de vivir de aquellos desafortunados que se encuentran bajo sus órdenes, y eso es lo O'Connell y su equipo buscan explotar en esta historia.

Para ello recrean muchos de los estereotipos del personal de una oficina cualquiera, desde el empleado cumplido y trabajador que aspira a crecer pero es ignorado por sus superiores hasta el simpático holgazán que nunca hace nada pero le cae bien a todo mundo, cubriendo también el tema de las complicadas relaciones románticas en el lugar de trabajo, la joven tímida y secretamente enamorada de uno de sus compañeros, o la forma en que la mayoría tratan al conserje y al guardia, como si no fuesen personas.

De una u otra manera la película se siente como si hubieran tomado la plantilla estructural de The Office y añadido vampiros a la premisa. No todas las bromas funcionan, y estoy seguro de que muchas otras dependen del grado de identificación que las situaciones planteadas puedan hallar en la audiencia, pero en general el guion se siente fresco y tiene momentos muy divertidos que se acumulan hasta formar una entretenida historia si están dispuestos a ceder ochenta minutos de su vida que podrían emplear en algo más productivo o trascendente.

Casi todo lo que funciona se debe a la mezcla del guion con un elenco lleno de desconocidos que realizan una labor bastante efectiva. A pesar de sus limitados recursos, la película logra crear personajes más o menos definidos con quienes no es difícil empatizar, y destaco en especial el trabajo de Kranz, que da vida a un agradable protagonista. El resto del elenco recrea a la perfección a un variopinto grupo de amigos y compañeros en quienes más de uno verá ecos de algún compañero de trabajo actual o pasado.

En cuanto a Pedro Pascal, el chileno hace derroche de su gran carisma desde el primer momento en que aparece a cuadro, lo que le permite vender a la perfección algunas de las mejores escenas de la cinta, como cuando intenta convencer a los demás de que convertirlos a todos en vampiros es lo mejor que le podría pasar a la compañía, y si es bueno para la compañía, por extensión  lo es también para todos ellos.

A pesar de que O'Connell no rehuye al uso de gore en la película (que en general es bastante sangrienta), la violencia excesiva es mínima, y es más común que las cosas queden implícitas, e incluso cuando salpica litros de sangre sobre sus protagonistas, el grueso de la violencia ocurre fuera de cuadro, algo que probablemente obedece a las muchas restricciones que impone el hecho de trabajar con presupuesto limitado y un equipo sin experiencia en la creación de efectos prácticos.

Quizá un mejor presupuesto hubiera ayudado en muchos aspectos (sets mejor iluminados, mayor variedad de ángulos de cámara, prostéticos que dieran mayor libertad para lidiar con la sangre y las víctimas, etc.), pues más allá de los valores de producción y un proyecto más pulido, habría permitido que el guion hiciera más y corriera uno que otro riesgo, con lo que quizás la película habría sido memorable. Sé que muchos de los involucrados trabajan en la serie animada Hell Den, y en verdad me gustaría ver más de su trabajo.

Bloodsucking Bastards es una muy entretenida película que debe ser del agrado de cualquier aficionado al horror que no se tome las cosas tan en serio, y si son fans de The Office o comedias que critican el lugar de trabajo desde una perspectiva humorística, deberían darle una oportunidad a esta cinta, podrían llevarse una agradable sorpresa. En México y América Latina pueden encontrarla como parte del catálogo de Prime Video.

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