Si de cine se trata, creo que John Carpenter fue uno de los directores que mayor impacto tuvieron en el desarrollo de mis gustos durante la niñez y la adolescencia. Ya alguna vez y a colación de su participación en la antología de televisión Masters of Horror, escribí un poco sobre su carrera (y sobre Cigarette Burns, su excelente aporte a la mencionada serie), además de que el año pasado publiqué reseñas de The Thing (La Cosa del Otro Mundo) y Halloween (Noche de Brujas).
Como detalle curioso, habría que comentar que Carpenter descubrió la existencia de esa historia gracias a una adaptación a cómic publicada en 1986 por Eclipse Comics como parte de la sexta entrega de su antología Alien Encounters bajo el título de Nada. La adaptación fue realizada por el propio Nelson con dibujo de Bill Wray, e incluye un par de escenas que eran más vagas en la historia original y que Carpenter usó como inspiración visual al llevar la historia a la pantalla.
La película sigue a un hombre cuyo nombre nunca se menciona pero que de acuerdo a los créditos se llama Nada (en el cuento original y en el cómic era George Nada), interpretado por Piper y quien llega a una ciudad no específica (aunque se ve y siente como Los Angeles) en busca de trabajo. Ante la falta de oportunidades acepta un trabajo como obrero fuera de nómina en una construcción, y ahí conoce a Frank (David), otro hombre que llegó a la ciudad en busca de una oportunidad y quien dice tener una familia esperándolo en Detroit.
Frank lleva a Nada a un refugio para gente sin hogar, donde entra en contacto con otros desposeídos y por primera vez ve en televisión una señal pirata en que un hombre afirma que el mundo está bajo el control de una élite de invasores que tiene adormecida y adoctrinada a la población. Aunque al principio lo descarta como desvaríos de un lunático, por accidente descubre que las transmisiones vienen de una iglesia cercana que un par de días después es blanco de un operativo policiaco. Tras revisar el lugar, Nada encuentra unas gafas oscuras.
Al ponerse las gafas se encuentra con que el mundo está lleno de mensajes subliminales. Carteles publicitarios, revistas y periódicos repiten incesantemente los mismos mensajes: "Obedece". "Consume". "Mira televisión". "Sométete". "Cásate y reprodúcete". De forma poco sutil el dinero declara "Éste es tu dios". Pero aun más preocupante que los mensajes es otro perturbador descubrimiento: el mundo está lleno de seres alienígenas, ocultos entre nosotros y cuya verdadera apariencia sólo se hace evidente al ponerse las gafas.
Tras confrontar a un par, es reportado y pronto se convierte en blanco de una persecución policíaca. Secuestra a una mujer (Foster) para ocultarse, y pese a que intenta convencerla de lo que ocurre con el mundo, ésta lo arroja por una ventana y llama a las autoridades. Desesperado, busca a Frank y lucha por convencerlo de que no está loco, y después ambos se unen al movimiento de resistencia, sin saber que los invasores están cada vez más cerca de descubrirlos. ¿Podrán hacer algo para cambiar las cosas antes de que sea demasiado tarde?
En la superficie, They Live es una sencilla película de acción en que Carpenter supo sacar jugo al carisma y presencia física de Piper, quien además escribió muchos de sus parlamentos, incluida la popular frase que se convirtió en la cita más famosa de la película: “I have come here to chew bubblegum and kick ass… and I’m all out of bubblegum.” ("Estoy aquí para mascar goma y patear traseros... y ya se me acabó la goma de mascar"). Pero en realidad la película es una sátira social y una crítica poco sutil al régimen de Ronald Reagan.
De acuerdo con Carpenter, estaba tan molesto con las políticas de Reagan y los republicanos que decidió presentarlos como alienígenas y hacer de ellos el blanco de su héroe, pero lo que debería ser un producto de su tiempo cuya vigencia se limitara a los 1980, se mantiene relevante a más de treinta años de distancia al explorar temas como la inequidad social, la explotación de la clase trabajadora y la desaparición de la clase media, y la omnipresente influencia de los medios en la forma de pensar y actuar de la gente.
Carpenter se lanza de lleno contra la cultura de consumo sin dejar lugar a la interpretación. Un efectivo uso de blanco y negro tiene el efecto añadido de dar a la cinta un aire que recuerda un poco a las películas de ciencia ficción de los 1950 que el realizador adora y que comparten con esta obra la característica de ofrecer mensajes de advertencia al espectador, invitándolo a mantener los ojos abiertos y poner atención al mundo que lo rodea, como era el caso, por ejemplo, de Invasion of the Body Snatchers o la versión original de The Thing.
Aquí Carpenter mantiene algo del espíritu transgresor que caracterizaba a algunos de sus primeros proyectos y trabaja contra muchos de los tropos del cine de acción de la época. Aunque Piper ofrece una presencia física capaz de rivalizar con la de los estereotípicos héroes interpretados por Schwarzenegger o Stallone, Nada dista mucho de los infalibles e invencibles personajes de aquellos y se presenta como un hombre común y propenso a cometer errores, lo que da mayor peso al comentario social que es la columna vertebral de la historia.
En muchos sentidos, me parece que They Live es producto no sólo de su época o del momento histórico que se vivía en Estados Unidos, sino también del particular momento en la vida y carrera de Carpenter, un director que en su momento jamás recibió el reconocimiento que merecía y cuyas películas en verdad empezaron a ser apreciadas décadas después de su realización. De una u otra forma, esta película es la forma del director de manifestar su hartazgo con la sociedad a su alrededor y con la misma industria en la que él trabajaba.
La historia es un ataque a un sistema que incentiva la superficialidad y castiga todo intento por crear cualquier cosa con suficiente sustancia como para ser algo más que una pasajera moda de consumo, y de ahí la importancia de presentar como héroe a un miembro de la clase trabajadora, la clase de individuo que pese a todos sus esfuerzos o buenas intenciones, carece del poder necesario para cambiar las cosas o tener un impacto en el mundo a su alrededor. Es un último y desesperado intento por desafiar al sistema.
Considerando el rumbo que la carrera de Carpenter tomó en los años noventa, creo que no sería descabellado pensar en They Live como su última película de autor, un último recordatorio de que el cine puede ser algo más que entretenimiento de consumo, que no es necesario apagar el cerebro antes de sumarse a las masas que acuden a disfrutar de una película. La hosca obviedad con que Carpenter presenta la denuncia en su historia está cargada con la profunda nostalgia y desesperación de un autor que sentía que el mundo no prestaba atención.
Quizá esa misma nostalgia fue el origen de la banda sonora de la película. En vez de sus acostumbrados sintetizadores, Carpenter opta por un blues que desde los primeros minutos de la cinta se ciñe al ritmo del cansado andar de Nada. Quizá esa disonancia cognitiva que caracteriza a esta cinta sea la razón por la que nadie ha tratado de hacer una nueva versión. O también puede ser sólo que los ejecutivos de los grandes estudios se sienten atacados por la historia. Sea cual sea la razón, en el fondo me alegra que no haya una nueva y diluida versión de esta película.
They Live es uno de esos curiosos casos en que un autor decide abordar a través de una historia un tema de actualidad sin sospechar que la misma inmediatez que lo llevó a hacerla iba a alimentar un atractivo universal y duradero que al paso de los años llevan a que se convierta en un objeto de culto, una historia cuya relevancia se mantiene vigente más allá de la época que la inspiró y a la cual buscaba criticar. Lo que resulta triste y un tanto deprimente es pensar que, a pesar de que el mensaje era claro y obvio, casi treinta y cinco años después el mundo no ha cambiado.
John Carpenter era un realizador lleno de ideas, y They Live resume mucha de la actitud que informaba muchas de sus creaciones. Es una de mis películas favoritas de este director, además de un clásico del cine de acción de los ochenta, y un buen ejemplo de ciencia ficción con conciencia social que creo que vale la pena revisitar o, si nunca la han visto, descubrir. Puede que les sorprenda descubrir lo relevante que se siente esta obra creada hace casi treinta y cinco años. Película totalmente recomendable.
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