Uno de los más afamados directores de cine de género y en particular de horror es John Carpenter. Si la memoria no me falla, la primera película suya que vi fue The Thing (La Cosa del Otro Mundo), que a la fecha es una de mis películas de ciencia ficción/horror favoritas de todos los tiempos y de la que me gustaría en su momento escribir un comentario más a fondo. (Actualización: ya lo hice).
Poco después de verla debo haberme topado con otros trabajos de Carpenter por la misma vía: nuestra vieja videocassettera Betamax y la suscripción al pequeño videoclub que estaba a dos cuadras de casa. Las películas de Carpenter que estoy seguro que vi en ese formato son The Fog (La Niebla), Escape From New York (Escape de Nueva York), Christine y Halloween, y todas ellas se cuentan entre mis películas de género favoritas, y por tanto merecen un comentario más extenso en cuanto tenga oportunidad.
En los años siguientes, muy probablemente en VHS o incluso en televisión, pude ver Assault on Precint 13 (Masacre en el Precinto 13), They Live! (Sobreviven), In The Mouth of Madness (En la Boca del Terror) y Starman (Starman, el hombre de las estrellas). Assault on Precint 13 fue su primera producción para un estudio grande, y a pesar de que no contaba con un elenco reconocido o un gran presupuesto, se trata de una cinta muy efectiva que incluso dio pie a un remake hace un par de años.
En los 1990 su carrera dio un bajón muy marcado, pues además de la mencionada In the Mouth of Madness, Carpenter ofreció al mundo la olvidable Memoirs of an Invisible Man, que aún no sé si es comedia, parodia o experimento fallido; Escape From LA, decepcionante secuela a Escape From NY; The Village of the Damned, remake de la adaptación de 1960 de The Midwich Cuckoos, de John Wyndham, que no es mala pero palidece ante la primera versión; y Vampires (Vampiros), que no he visto pero fue duramente criticada.
En lo que va de este siglo solo ha dirigido Ghosts of Mars (Fantasmas de Marte), que tampoco he visto y nadie me ha recomendado, y se podría decir que el veterano director estaba retirado, al menos hasta que Mick Garris lo invitó a participar en su serie de antología Masters of Horror. Carpenter dirigió lo que se convertiría en la octava entrega de la primera temporada, Cigarette Burns (Quemaduras de Cigarro), que en la edición mexicana en DVD apareció como el primer volumen de la serie.
Cigarette Burns sigue a Kirby Sweetman (Norman Reedus), un aficionado al cine de género y dueño de un pequeño cine independiente. Sweetman tiene problemas económicos y para obtener ingresos adicionales suele hacer trabajos especiales, como localizar y obtener copias de películas de culto para coleccionistas, así que lo entusiasma una llamada del Sr. Bellinger (Udo Kier), quien desea una copia de La Fin Absolue Du Monde (El Fin Absoluto del Mundo), cinta considerada por muchos, Sweetman incluido, como una leyenda urbana.
Se supone que la película en cuestión se exhibió sólo una vez, durante el Festival de Cine Fantástico de Sitges de 1971, con resultados escalofriantes. Según se cuenta, la cinta es tan perturbadora que provoca violentas reacciones en todos aquellos que la ven, razón por la que fue destruida o incautada. Al principio Sweetman se muestra reticente a aceptar el encargo, pues considera que será una búsqueda inútil, pero Bellinger le ofrece suficiente dinero como para saldar todas sus deudas y mantener su cine operando, así que acepta.
Sweetman recorre el mundo siguiendo la pista de la película, que poco a poco se convierte en una obsesión. Durante su búsqueda se topa con toda clase de pintorescos personajes, desde un proyeccionista con las manos quemadas hasta un psicótico aficionado al cine snuff o un crítico de cine que tras más de treinta años y miles de páginas mecanografiadas aún no termina su reseña de La Fin Absolue Du Monde. Eventualmente localiza a la viuda del director y obtiene la cinta, que lleva a casa de Bellinger, quien lo invita a verla con él, pero declina.
Sweetman va a su local pero lo encuentra clausurado. Tras llamar a su proyeccionista se entera de que su suegro, que es además su principal acreedor, cerró el cine. Mientras medita sobre lo que debe hacer recibe una llamada urgente de Bellinger, quien le pide que vaya de inmediato a su casa. Poco después de llegar es alcanzado ahí por su suegro, y todos encuentran un siniestro desenlace a sus respectivas historias en una de las secuencias más gráficas y violentas de toda la filmografía de Carpenter.
Las "quemaduras de cigarro" a que se refiere el título son las marcas circulares cerca de las esquinas de cada extremo de un rollo de película, que indican al operador del proyector que se acerca el momento de cambiar el rollo. Sweetman empieza a tener visiones en las que ve marcas similares, que anteceden a otra alucinación más grotesca y relacionada con su difunta esposa. El término no se usa en la industria del cine, pero se popularizó luego de su mención en Fight Club (El Club de la Pelea), la excelente película de David Fincher.
El guión de esta cinta es obra de Drew McWeeny y Scott Swan, quienes son conocidos columnistas de sitios web de perfil geek-comiquero bajo los sobrenombres de "Moriarty" y "Obi Swan", respectivamente, en tanto que la música fue compuesta y arreglada por Cody Carpenter, hijo del director y quien parece haber heredado el talento de su padre, al menos en lo que se refiere a la composición musical, pues aquí crea una atmósfera auditiva que enmarca a la perfección el tono de la historia.
Hasta antes de esta película tenía la idea de que Carpenter había dado por terminada su carrera detrás de la cámara, además de que en años recientes debe haber descubierto que la manera más fácil de crear una mayor apreciación por su trabajo fuera permitir que nuevos directores, pese a contar con más recursos técnicos y económicos, realizaran insípidos remakes de algunas de sus películas más populares, obligando a crítica y espectadores a reconocer cuan superiores eran las versiones originales.
La cinta reconoce a todas las partes del cine, no como una industria, sino como una experiencia: directores, productores, proyeccionistas, críticos, coleccionistas, espectadores, distribuidores, salas cinematográficas y, por supuesto, las películas mismas. Y todo ello es resumido en una simple frase que estoy seguro de que todos aquellos que disfrutamos del cine resulta cierta de una u otra manera: "Toda película es magia, y en las manos adecuadas puede ser un arma".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario