sábado, 22 de mayo de 2021

The Thing (La Cosa del Otro Mundo, 1982)

En la última semana he publicado varios textos (y un podcast) dedicados a las varias versiones fílmicas y literarias de la historia mejor conocida como The Thing (La Cosa, o La Cosa del Otro Mundo), desde Who Goes There?, la historia de 1938 que dio origen a todo lo demás, hasta The Things, el cuento que retoma la historia desde el punto de vista de la criatura. Aquí pueden hallar mis comentarios de The Thing from Another World (1951), y The Thing (2011), además del de Horror Express (1972), una adaptación no oficial de la misma historia.

Ante ese panorama, lo único que me faltaba por comentar en torno al tema era la película que, al menos para mí, lo empezó todo: la versión de 1982 de The Thing, dirigida por John Carpenter, película que fue el pretexto para que me invitaran a De la Ciencia a la Ficción, lo que a su vez me llevó a revisitar todas las historias comentadas en los últimos días, con la excepción de la película de 2011, cuya reseña publiqué hace varios años. Cuando se estrenó la versión de Carpenter yo era muy pequeño, así que pasaron unos años antes de que la viera, lo que calculo debe haber sido en 1985 u 86, y la impresión que dejó en mi yo de 12 años no desapareció jamás.

Es común que algunos se refieran a esta película como un remake de la producida por Howard Hawks en 1951, la cual, por cierto, es una de las películas favoritas de John Carpenter (ien Halloween podemos veer a Laurie viéndola en TV), pero en realidad se trata de otra adaptación de la misma historia, y en muchos sentidos es más fiel al relato de Campbell. En varias ocasiones Carpenter ha dicho que le tiene tanto respeto as la versión del '51 que no quiso hacer algo que pudiera provocar comparaciones directas, por lo que prefirió regresar al material de origen.

El proyecto estuvo en desarrollo por unos años antes de asignar como director a Carpenter, quien trabajó con un guion de Bill Lancaster (hijo del famoso actor Burt Lancaster), aunque la escena final fue desarrollada en el mismo set por el propio director junto con Kurt Russell. Otros colaboradores incluyen al legendario Ennio Morricone a cargo de la banda sonora, y al entonces muy joven pero talentoso Rob Bottin a cargo del maquillaje y efectos visuales, con apoyo (sin crédito) de Stan Winston. La película cuenta con las actuaciones de Kurt Russell, A. Wilford Brimley, T. K. Carter, David Clennon y Keith David, entre otros.

La historia sigue al equipo estacionado en una base estadounidense en la Antártida que recoge a un perro que los miembros de una expedición noriega trataban de matar. Sin entender la razón por la que perseguían al animal lo recogen y ponen con sus propios perros, sin saber que en realidad se trata de una criatura alienígena que estuvo enterrada bajo el hielo por miles de años y es capaz de replicar la apariencia de sus víctimas al tiempo que absorbe todos sus recuerdos. Para cuando se dan cuenta de la verdad, es imposible saber quiénes en la base ya han sido reemplazados por la criatura.

McReady (Russell), el alcohólico piloto de helicóptero de la base, se convierte en el improvisado líder en los esfuerzos por determinar hasta donde se ha extendido la "infección" para asegurarse de que la criatura no pueda salir de la Antártida y entrar en contacto con alguna zona más poblada. El clima de paranoia y desconfianza que se apodera de todos al no saber en quien pueden confiar complica las cosas, y es el tenso motor dramático que impulsa la historia hasta un ambiguo final que es una de las principales fortalezas de este clásico de horror y ciencia ficción.

Aunque hoy día la película es apreciada como una obra maestra de esos géneros, en 1982 fue duramente recibida por la crítica y tuvo una fría recepción en taquilla, al punto de que Universal optó por pagar una compensación económica a Carpenter y liberarlo del contrato que lo ligaba a desarrollar varios proyectos para el estudio. A lo largo de los años se ha especulado que el mayor problema fue una cuestión de tiempos. Para empezar, Estados Unidos estaba en proceso de salir de una depresión económica, por lo que una película oscura y que rayaba en el nihilismo quizás no era la clase de entretenimiento que el público buscaba.

Dos semanas antes de su estreno había debutado E.T., de Steven Spielberg, que ofrecía una visión mucho más benigna de un primer encuentro con extraterrestres, así que The Thing iba en contra de las expectativas. La cinta de Carpenter no fue la única víctima de esa situación, pues el mismo día se estrenó también Blade Runner, de Ridley Scott, otra película considerada como un clásico de la ciencia ficción que en aquel entonces tuvo una fría recepción. Hoy día nadie se atrevería a decir que E.T. fue la mejor película de ciencia ficción de 1982, pero pasaron años antes que las otras dos fueran apreciadas por público y crítica.

Donde la versión de 1951 mostraba a un solidario grupo de científicos y militares uniendo fuerzas para enfrentar la alienígena amenaza wue se cernía sobre ellos, en un ambiente de camaradería e incluso dando tiempo a que su líder pudiera coquetear con la asistente del científico en jefe, esta nueva versión tomó apenas unos minutos para poner en alerta a todos sus protagonistas, creando un tenso ambiente de paranoia que no se relaja por un solo instante. Otra diferencia importante es que mientras la versión de Nyby y Hawks recurrió al suspenso antes de revelar a su criatura, Carpenter optó por el horror visual inmediato.

De hecho, su "cosa" recuerda a los horrores indescriptibles de la obra de H.P. Lovecraft, influencia que Carpenter ha reconocido. Me sorprende el rechazo a esta película cuando estaba el antecedente de Alien (1979), cinta de Ridley Scott en que otro grupo de gente común debe enfrentar a una horrible criatura en un entorno opresivo y aislado. Se podría argumentar que también comparten el tema de la violación, pero donde Scott lo aborda desde una perspectiva femenina, con penetración y funciones reproductivas, Carpenter lo hace desde un punto de vista psicológico, con un ser que impone su voluntad sobre otro.

Por otro lado, hay que reconocer que The Thing no es una película que siquiera se esfuerce por tratar bien a su audiencia. De hecho se podría argumentar que se trata de una cinta bastante hostil que ataca los sentidos del espectador desde el primer momento y nunca deja de presionar. Desde la persecución del perro, que además es uno de esos bonitos e inteligentes animales usados en los trineos, no una criatura salvaje o un perro rabioso, uno empieza a preguntarse qué es lo que sucede, y la respuesta se va dando mediante impactantes revelaciones que no escatiman en el uso de sangre y tripas.

Ese implacable asalto a los sentidos no se detiene ni siquiera al finalizar la película. Ya mencioné el final, que me parece es una de las cosas que separan a The Thing de muchas otras películas de horror. Lo normal es que toda historia ofrezca una resolución que permite a la audiencia una especie de catarsis, la cual hubiese sido bienvenida luego de la montaña rusa de emociones que es la película, pero Carpenter se rehúsa a hacer lo esperado y opta por cerrar su historia con un ambiguo desenlace que deja al espectador pensando en la película mucho después de que terminó de verla.

Y aun si ese desenlace no era el que estaba contemplado en el guion original, a nivel estructural funciona a la perfección. La película abre con una escena que parece el final de una historia, y en cierta medida lo es. Se trata del último y desesperado intento de la expedición noruega por impedir que la criatura escape y entre en contacto con otros seres humanos, y su fracaso apunta a un cliclo de repeticiones. Lo que ocurrió en el campamento noruego está por repetirse en las instalaciones estadounidenses, y el desenlace de la película deja abierta la posibilidad de que vuelva a suceder en alguna otra parte. 

El resultado es el equivalente a tomar el clima de paranoia de la historia original, que en la cinta del '51 se proyectó como metáfora de la "amenaza" comunista de la época, y amplificarlo al extremo, creando la sensación de que los lugares y personas más apacibles, sin importar qué tan familiares nos resulten, pueden ocultar toda clase de horribles amenazas. Y ésa es otra razón por la que siento que la película sufrió por el tiempo en que se estrenó. Su ataque sensorial, y el deprimente y ambiguo final hubieran encajado a la perfección en el cine independiente de una década antes o en el que vino una década después.

La película funciona porque ataca las debilidades humanas. Primero, juega con la percepción que tenemos del perro como mejor amigo del hombre, y cuando la expedición recibe al animal con los brazos abiertos facilita que la criatura cumpla con sus planes (o siga sus instintos). Al sentirse amenazados, buscan apoyo unos en otros, porque somos seres sociales y sectarios, pero eso también juega a favor de la criatura. Y por último, juega con nuestras inseguridades. ¿Quién está infectado? ¿Cómo puedo evitar contagiarme? Y eso, sobre todo en el entorno actual de la pandemia, es algo que nos queda dando vueltas en la cabeza.

Supongo que no es sorpresa que la experiencia de realizar la película haya sido dura con muchos de sus responsables. Su recepción estuvo a punto de destruir la carrera de Carpenter, e incluso el soundtrack de Morricone fue duramente criticado. Pero quizás nadie la sufrió más que Rob Bottin, el estresado diseñador de maquillaje y efectos visuales, que pese a que sólo tenía veintidós años de edad tuvo que ser internado antes de finalizar la filmación, víctima del estrés y una úlcera sangrante, sin duda resultado de semanas de arduo trabajo en una demandante y complicada producción.

Al final del día, The Thing es una película que, a casi cuarenta años de su estreno, se siente actual y relevante, más allá de que los efectos visuales y algunas escenas ya acusen el paso de los años. Si nunca la han visto, les recomiendo buscarla y darle una oportunidad con la mente abierta. Podrían llevarse una grata sorpresa con la que a la fecha es una de mis películas favoritas de horror y ciencia ficción.

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