A veces uno pasa casi tanto tiempo revisando el catálogo de los distintos servicios de streaming, que casi bastaba para ver una película o un par de episodios de alguna serie, así que a veces agradezco las recomendaciones del algoritmo, basadas en el material que uno ve. De no ser por eso, tal vez no habría visto Qi Huan Zhi Lv (超級的我), película china escrita y dirigida por Zhang Chong y conocida en occidente como Super Me, estrenada en Netflix el pasado 8 de mayo.
La película debutó en el Festival de Cine de Sitges en 2019 antes de asegurar un distribuidor en China, y marca el debut en cine de Chong, guionista con algunos años de experiencia escribiendo para la televisión de su país. La cinta tuvo buena recepción y consiguió distribuidor para su país, al tiempo que hizo la habitual gira por festivales alrededor del mundo hasta que Netflix adquirió los derechos internacionales. Cuenta con las actuaciones de Talu Wang (actor taiwanés también conocido como Darren Wang), Cao Bingkun, Song Jia y Wu Gang.
La historia sigue a Sang Yu (Wang), un joven guionista acostumbrado a trabajar sin parar bajo mucho estrés, pero quien pasa apuros cuando su acelerado estilo de vida empieza a pasarle factura. Hace seis meses que sufre de insomnio, pero lo peor no es que no pueda dormir, sino que cada vez que cierra los ojos sueña con una alta figura de apariencia demoníaca (Kevin Lee) que lo persigue, asesinándolo en sus sueños y forzándolo a despertar. Como resultado, su trabajo se ve afectado y lleva meses escondiéndose de su casero y de San Ge (Bingkun), un socio de trabajo a quien le debe un guion del que ya cobró un anticipo.
Luego de que lo echan de su departamento y le roban sus cosas, computadora incluida, todo parece perdido, y sólo la oportuna intervención de un viejo y amable vendedor de crepas evita que se suicide. El viejo le sugiere que cada vez que el demonio esté a punto de matarlo, se recuerde a sí mismo que sólo está soñando, así que esa noche Sang hace la prueba. Para su sorpresa, al despertar tiene en las manos la ornamentada arma del demonio, y tras atraer la atención de varias personas la lleva a una casa de empeño, donde descubre que se trata de un objeto muy valioso.
Sang alquila una habitación en un hotel de lujo y repite el proceso cada noche. El botín de sus sueños se va acumulando y puede darse una vida de comodidades, lo que le da valor para acercarse a Hua Er (Jia), propietaria de un café y de quien lleva años enamorado. Al saber que el café está en venta, le ofrece una sociedad para pasar más tiempo con ella. Pero su nueva vida de lujos atrae la atención de la gente equivocada, y se convierten en blanco del rudo mafioso Qiang Ge (Gang). Sang deberá aprender a manipular sus habilidades si es que quieren sobrevivir, lo que genera interrogantes alrededor de lo que puede hacer.
Si ven el avance que Netflix ofrece de esta película, pueden llevarse una idea equivocada de lo que les espera al ver Super Me, pues a pesar de que aquellas escenas parecen indicar que se trata de una comedia de acción y humor, eso abarca sólo una pequeña parte de lo que es esta película, y podrían llevarse una decepción al ver que se trata de algo un tanto diferente, pues aunque incluye un cierto aire de comedia romántica con momentos de humor y un puñado de escenas de acción, la cinte de Zhang Chong es más profunda que eso, lo que a la vez la vuelve algo más complicado de describir.
La película combina elementos de drama, comedia, horror, romance y fantasía, y los rodea de acción y visuales espectaculares, pero en realidad lidia con temas de salud mental y la forma en que la acelerada vida cotidiana y necesidad de trabajar a un ritmo acelerado puede afectarnos. El estrés bajo el que trabaja Sang le ha provocado un desorden de sueño que altera sus patrones de conducta y hábitos alimenticios, de higiene y de sueño, lo que afecta su calidad de vida y la forma en que se relaciona con los demás, e incluso cuando parece haber hallado una mágica solución a sus problemas, nada es lo que parece.
Zhang no es el primer escritor o director en abordar el tema del agotamiento mental en creativos, y uno se pregunta cuántas veces él mismo o alguno de sus conocidos ha sufrido de la clase de bloqueo creativo que produce (y a veces es efecto de) altos niveles de estrés, y decide abordar el tema de una forma deshinbida y relajada que da una dimensión extra al escenario de pesadilla que enfrenta su protagonista, pero lo disfraza con las cualidades operísticas y desenfadadas que caracterizan a mucho del cine comercial chino, con actuaciones que exageran los estados de ánimo y en el que a veces abusa de la música para obviar el tono de cada escena.
Sus actores, Wang en particular, actuan de forma muy expresiva y con manerismos un tanto exagerados, lo que combinado con sus coloridos efectos especiales y una banda sonora que peca de obvia, dan un tono liviano a la película, lo que contrasta con los temas más serios que no se preocupa por disfrazar. Y quizás ésa es la parte que me genera conflictos acerca de esta película, pues aunque parece ofrecer una advertencia sobre los peligros de dejar que el estrés gobierne nuestra existencia, la esconde de un modo que corre el riesgo de romantizar la idea de que está bien sufrir por el arte, que sería justo el mensaje opuesto.
Es decir, de acuerdo con las reglas que entendemos al verlo en sus sueños, Sang no puede sacar ningún tesoro de ellos hasta que el demonio no lo haya lastimado, pero es un precio que está dispuesto a pagar por los beneficios económicos que eso le representa. Si lo hubiera hecho un par de veces antes de abordar el tema de las consecuencias, tal vez no habría problema, pero el director crea una sucesión de escenas que, pese a no ser repetitivas, no aportan nada más al punto y lo vuelven un tanto redundante. Imagino que quería hacer más secuencias de acción, pero creo que debió apostar por calidad en vez de cantidad.
También abusa de los giros argumentales hasta el final mismo, lo que puede causar confusión en la audiencia, pues me parece que termina por crear demasiadas capas a una historia que pudo funcionar mejor de haberse apegado a una estructura más simple y directa. La relación romántica también está poco trabajada, y la forma en que Sang vigila a su crush se vuelve tan intensa que raya en el acoso, algo que no es compensado en ningún momento, pues el romance nunca llega a concretarse. A pesar de todos esos problemas, la película ofrece suficientes momentos divertidos como para resultar mayormente entretenida.
Super Me es una entretenida película que sufre de alargar demasiado algunas ideas, pero debe ser del agrado de casi cualquier espectador siempre y cuando no esperen un blockbuster de acción y comedia similares a los que produce Hollywood. Es una lástima que los temas más importantes de la película se vean diluidos, pero en general resulta disfrutable. Recomendada, pero con ciertas reservas.
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