Es increíble lo mucho que puede cambiar un género o un subgénero literario en sólo un par de décadas. O por lo menos la percepción del mismo. Durante décadas se consideró a las space opera como el miembro adolescente de la familia de la ciencia ficción, aquel que está más preocupado por pasársela bien y no tomarse las cosas en serio, pero ahora es un término que abarca algunas de las historias más complejas e interesantes en la ficción contemporánea y no es extraño ver que libros o películas sean aclamados en sus respectivas áreas.
El libro se publicó en 2019 y al año siguiente ganó el premio Hugo como mejor novela, además de haber sido finalista en la misma categoría de los Nebula Awards. Es la primera entrega de lo que será la saga del Imperio Teixcalaanli, cuya segunda novela, A Desolation Called Peace, apareció hace apenas un par de semanas.
La historia sucede en un futuro distante en que la humanidad ha conquistado las estrellas, y se ha diversificado de tal manera que a veces es idícil identificar lo que todavía une a sus distintas vertientes como seres humanos. Mahit Dzmare, una brillante joven de 26 años, es elegida para trasladarse a la capital del Imperio Teixcalaanli como embajadora de la Estación Lsel en sustitución del embajador anterior sin saber a ciencia cierta qué ocurrió con él. Se trata de una posición bastante delicada, pues las diferencias entre ambas culturas no podían ser más marcadas.
La gente de Lsel lleva generaciones viviendo en estaciones espaciales y casi han olvidado lo que implica la existencia en un planeta, a cielo abierto, con gravedad, y sin el temor constante a una súbita descompresión que acabe con la muerte de todos en el frío vacío espacial. En cambio, el Imperio Teixcalaanli se ha expandido por toda la galaxia, anexando mundos y extendiendo su dominio más allá de la mera ocupación física, pues su literatura y costumbres son ampliamente difundidas incluso en los territorios que nominalmente aún no pertenecen al imperio.
Pero la nueva embajadora cuenta sólo con un limitado apoyo, pues Yskandr Aghavn no abandonó la capital Teixcalaanli en quince años y, sin registros de sus experiencias en ese lapso, el imago implantado a Mahit semanas antes de partir hacia el Imperio es obsoleto, por decir lo menos.
Y eso no es lo peor, pues a su llegada descubre que Yskandr está muerto, aparentemente asesinado, y que sus anfitriones no parecen preocupados por negar esa posibilidad. Ahora la joven embajadora no sólo debe hallar el modo de encajar en su nueva posición, cuyo objetivo principal es mantener la independencia de Lsel, sino que además debe averiguar cómo murió su antecesor y qué puede hacer para evitar correr la misma suerte. Su única ayuda es Three Seagrass, una joven y eficiente oficial diplomática que sirve como su enlace con el gobierno y en quien no sabe si puede confiar.
Además, Mahit descubre que la próxima sucesión imperial está envuelta en la incertidumbre, con el espectro de una guerra civil al acecho, y en medio de una situación en que Lsel y todos sus habitantes pudiesen verse reducidos al papel de moneda de cambio entre las distintas facciones. ¿Podrá la joven embajadora navegar las intrigas políticas de la capital imperial para mantener a salvo a su estación? ¿Qué clase de tratos con el Emperador o su burocracia llevaron a la muerte de Yskandr? ¿Podrá ella triunfar donde él falló, o caerá víctima de otro complot?
Otro tema esencial en la novela es el de la memoria y la forma en que se usa para moldear la sociedad, desde dar forma a sus políticas hasta definir sus costumbres y lenguaje cotidiano. Además, lo explora desde dos perspectivas diferentes, pues por un lado vemos la idea de la memoria institucional tomar forma física en los imagos, empleados no de forma general, sino sólo en aquellas posiciones críticas para el funcionamiento de la sociedad, es decir, en los cargos de gobierno; y por la otra, el enfoque más común de preservar la ideología colectiva en poemas y literatura.
El otro gran tema de esta novela, uno que además es de relevancia actual alrededor del mundo, es el de la otredad, esa tendencia tan humana a hallar diferencias entre nosotros donde no debiera haberlas. Esto es muy claro en la relación entre Mahit y Three Seagrass, que a lo largo de la historia encuentran coincidencias ideológicas y de personalidad, pero sin importar qué tanto de sí mismas vean en la otra, no logran sacudirse la noción de que son diferentes, de que Mahit no es más que una bárbara en medio de un mundo al que no pertenece.
A Memory Called Empire es una fascinante novela que explora temas como el choque cultural, la otredad y la memoria colectiva, envueltos en una emocionante historia llena de intrigas y realizada con una inusual riqueza de detalles. Narrarla desde el punto de vista de una oficial diplomática fue una decisión atrevida, pues provoca una sensación de distanciamiento entre la protagonista y la gente que le rodea. Sin duda se trata de una lectura bastante recomendable, y espero con ansias ponerle las manos encima a la secuela.
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