Hace ya varios años que leí y reseñé Every Dead Thing, primera novela de John Connolly protagonizada por Charlie "Bird" Parker, un expolicía vuelto detective privado cuyos casos tienden a tomar un oscuro giro con la presencia de elementos sobrenaturales, y hacía tiempo que quería seguir con los libros de la saga. Me tomó bastante, pero por fin logré hacerme con una copia de Dark Hollow, la segunda entrega de la misma.
Parker comparte nombre y apodo con el legendario músico de Jazz de la primera mitad del siglo XX, y era policía en la ciudad de Nueva York hasta que cayó en desgracia a causa de su incipiente alcoholismo. Mientras él bebía en un bar hasta perder el conocimiento, su esposa e hija fueron brutalmente asesinadas, lo que lo arrastró todavía más al abismo. Tras renunciar a la policía y en busca de una distracción, tomó un caso particular y se topó con el asesino serial que le arrebató a su familia, convirtiendo la investigación en una desesperada lucha en busca de justicia y venganza.
Tras alienar a casi todos sus conocidos, excolegas y contactos en Nueva York, Parker se muda de vuelta a Maine, al pueblo en que pasó su juventud y donde su abuelo, recientemente fallecido, le heredó su casa. Por accidente se ve envuelto en una disputa doméstica entre Billy Purdue, un delincuente de poca monta, y su exesposa, una joven mujer que lo único que quiere es cobrar la pensión alimenticia para cuidar de su hijo de dos años. Pero Billy le robó a la gente equivocada, y ahora no sólo lo buscan para recuperar lo que tomó, sino que hay otros interesados en arrebatárselo para sí mismos.
Quizás lo que más destaca de la obra de Connolly es la aparente facilidad con que crea personajes interesantes sin necesidad de recurrir a los clichés. Parker es un cínico policía que ha pasado por malos tiempos y es atormentado por los espectros de su pasado, pero no es ni el melancólico detective privado a quien recibir una bala le causa el mismo desinterés que poner una en la cabeza de alguien más, ni tampoco el despreocupado aventurero que al no tener nada que perder se lanza de lleno al peligro entre peligrosos criminales y femmes fatales.
Por el contrario, es fácil sentir compasión ante lo mucho que Parker ha sufrido, y admiración porque eso no le ha arrebatado el deseo de vivir o de tratar de hacer lo correcto. El tema de los fantasmas de su pasado es de lo más interesante, pues al igual que en la entrega anterior, Connolly se esfuerza por mantener el misterio sobre si su protagonista en verdad ve fantasmas o si estos están sólo en su mente. En realidad no hace mayor diferencia, pues de uno u otro modo lo mantienen en movimiento y tratando de hacer justicia, además de que entretienen al lector que trata de hallar pistas que aclaren el asunto de una vez por todas.
No hay explicaciones, pero quizás sean las únicas personas capaces de entender lo que ha pasado Parker, no sólo en su caída, sino en el proceso de volver a ponerse de pie y seguir adelante. Son la clase de amigos que se presentan en su casa sin esperar a que los llame, y es que en ciertos círculos se corrió la voz sobre lo complicado que está todo en Maine.
El estilo de prosa de Connolly puede ser un tanto desconcertante, sobre todo si no han leído novelas de crimen de la vieja escuela. Hay un narrador externo que narra lo que sucede, pero el uso de los tiempos no es algo común en nuestros días, pues deja la sensación de que estamos leyendo una crónica de algo que ocurrió en el pasado. Por ejemplo, Bird puede salir de casa de alguien y volver a su auto, y el capítulo cerrar con un ominoso "no sabía que era la última vez que los vería con vida". Pero no cae en la trampa de hacer introspecciones, explicando los errores cometidos o lo que los personajes deberían haber hecho.
La clase de historias que Connolly escribe podrían encajar sin mucho problema en un estilo más cargado al noir, pero el autor opta con escribir sobre hechos oscuros y personajes aún más oscuros, pero dejando espacio para muchas áreas grises y toda clase de cuestionamientos morales. Las insinuaciones a elementos sobrenaturales son sólo una capa más que añade al intrincado misterio de la historia, y la constante exploración de demonios, internos y externos por igual, hace que las historias de Charlie Parker resulten una experiencia emocional que uno no esperaría tener en una serie de novelas de crimen.
Puede que estas novelas no sean para todo mundo, pero si les gusta leer historias de crimen, de misterio, o con personajes complejos que no temen a sumergirse en las tinieblas, les sugiero echar un vistazo a la serie de Charlie Parker. Podrían llevarse una grata sorpresa y descubrir a un nuevo autor que añadir a su lista de favoritos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario