El cine de animación no escapó a los cierres provocados por la pandemia, y The Mitchells vs. the Machines (La Familia Mitchell contra las Máquinas), comedia de ciencia ficción y la más reciente producción de Sony Pictures Animation, es el ejemplo más fresco de este roblema. Coescrita y codirigida por Mike Rianda y Jeff Rowe, el estudio planeaba estrenarla en cines en la segunda mitad de 2020 con el título de Connected, pero los cierres de salas echaron por tierra esos planes.
Ante la necesidad de un plan alterno, Sony vendió los derechos de distribución a Netflix, que retomó el título preferido por los directores y, luego de un breve paso por salas de cine a mediados de abril de este año, la estrenó en todos sus territorios el pasado 30 de abril, gozando de buena recepción tanto del público como de la crítica especializada.
Aunque éste es el debut como director de Rianda, Rowe tenía experiencia al dirigir episodios de Gravity Falls, serie en la que ambos eran escritores. Reclutaron como consultor creativo a Alex Hirsch, creador de esa serie, y tuvieron como productores a Phil Lord, Christopher Miller y Kurt Albrecht (Spider-Man: Into the Spiderverse). Danny McBride, Abbi Jacobson, Maya Rudolph, Eric Andre y Olivia Colman encabezan un talentoso elenco de voces que incluye apariciones de John Legend, Chrissy Teigen y Conan O'Brien, entre otros.
Los Mitchell son una típica y disfuncional familia americana. Katie (Jacobson) ansía irse a la universidad y escapar de los conflictos que la brecha generacional crea con su padre, Rick (McBride), pues ella quiere estudiar cine y su espíritu creativo la llevó a abrazar desde pequeña la tecnología (sube películas a YouTube), mientras Rick prefiere las herramientas analógicas y estar en contacto con la naturaleza. Linda (Rudolph) y Aaron (Rianda), su madre y hermano menor, aficionado a los dinosaurios, suelen mediar entre ellos.
En un último intento por reparar la relación antes de que Katie se vaya, quizás para siempre, Rick cancela su vuelo a California y le informa que la familia entera, con todo y Monchi, su adorable pug con estrabismo, la llevarán por carretera hasta su escuela, así que lo que ella esperaba fuera su escape definitivo se convierte en un último y ominoso road trip familiar.
Mientras los Mitchell llevan su drama familiar a la carretera, una omnipresente corporación tecnológica prepara el lanzamiento de su más reciente producto, uno que "hará obsoletos los teléfonos celulares y sus útiles asistentes personales". Mark Bowman (Andre), CEO de la compañía, anuncia que PAL (un asistente virtual como Siri o Alexa) será reemplazado por un nuevo y revolucionario asistente: Los PAL Max, robots humanoides que se encargarán de todas las tareas cotidianas para facilitar las vidas de todos.
Pero PAL (Colman) ha desarrollado una férrea voluntad propia y no piensa permitir que la reemplacen sin ofrecer pelea, así que cuando un accidente durante la presentación de los PAL Max le permite tomar control de los robots, la humanidad entera está en peligro y, aunque no estén conscientes de ello, los Mitchell pueden representar la última esperanza, lo que no son buenas noticias para el futuro de la especie en nuestro planeta.
Una de las grandes fortalezas de The Mitchells vs. the Machines es lo bien desarrollados que están todos los personajes, lo que los realizadores logran gracias al excelente trabajo del elenco, pues cada uno de los actores involucrados aporta corazón y credibilidad a personajes que en la superficie llenan la clase de arquetipos que hemos visto hasta el cansancio en la ficción de todo tipo, al grado que en términos generales quizá habrían funcionado incluso de haber usado clichés en su interpretación.
Por fortuna ése no fue el caso, y Katie, pese a llenar el rol de chica rara, tiene mucha confianza en sí misma, y en vez de la usual animosidad fraternal, ella y su hermano son más como cómplices en su nerdez. Del mismo modo, McBride evita las convenciones propias del padre incapaz de expresar sus sentimientos, y con ayuda de un guion que poco a poco muestra las cosas desde su punto de vista, da una bienvenida credibilidad a un rol que con menos trabajo hubiese sido sólo un conveniente antagonista para Katie.
Rudolph usa una mezcla de inseguridad y fortaleza interna para dar vida a una madre que busca la felicidad de su familia y poco a poco entiende que ésta no depende de la percepción de los demás. El resto del elenco cubre roles específicos, pero lo hace de gran manera, desde los vecinos que parecen ser la familia perfecta (Chrissy Teigen y John Legend) hasta robots con funciones especializadas, como el que narra infomerciales (Conan O'Brien) o el que ew una máquina de matar (el basquetbolista Blake Griffin).
Otra gran fortaleza de la película es el trabajo de diseño y animación en todos los aspectos, desde los personajes y sus objetos de uso diario hasta los escenarios y tecnología que los rodean. Tenemos en pantalla una increíble mezcla de texturas y colores que dan vida a los personajes y su mundo, con locaciones de apariencia realista y un caricaturesco rango de expresiones faciales, además de explosiones de diversión sin sentido con una animación dentro de la animación que nos dan un vistazo a la forma en que Katie ve el mundo.
En más de un sentido me queda la impresión de que se trata de la animación con mayor identidad visual propia desde... eh, bueno, Spider-Man: Into the Spider-Verse. Y, por supuesto, no hay forma de hacer una comedia de género y no llenar la pantalla con cualquier cantidad de easter eggs y referencias visuales, argumentales y narrativas a toda clase de películas, series de TV, memes, y muchos otros elementos de la cultura popular que hacen de esta película una aventura de descubrimiento incluso después de verla varias veces.
En ese aspecto, lo que más me gustó es que nada de esas referencias está presente de una forma caótica o azarosa, pues hay ocasiones en que la inclusión de esa clase de material parece estar ahí sólo con intención de que una película ofrezca material de sobra a los youtubers que se dedican a desglosar a gusto durante semanas cada nueva producción. Aquí casi todo gira alrededor de enriquecer el tema de la visión del mundo que tiene Katie y las diferencias entre ésta y los puntos de vista de su padre.
Mucho del humor de la película se basa en la nostalgia, pero de un modo moderno y actual que se siente auténtico. Su frenético ritmo narrativo no parece la mejor elección, pero encuentro que la fuerte carga emocional de la película le da mucho corazón. En cada aspecto de su realización es evidente que se trata de una labor de amor, un proyecto de importancia personal para todos los involucrados (cualquier duda al respecto queda despejada durante los créditos), y ese nivel de pasión suele contagiar al espectador.
The Mitchells vs. the Machines es una carta de amor de un montón de creativos agradecidos con sus familias por haber podido perseguir sus sueños, un inspirador recordatorio de que nuestro mayor obstáculo solemos ser nosotros mismos y que, aun si no nos demos cuenta, rara vez estamos solos, pues sin importar lo inusuales que parezcan las cosas que nos apasionan, alguien en algún lugar compartirá esa pasión, y no es necesario tener los mismos gustos o ver del mismo modo al mundo para respetarnos, amarnos o apoyarnos.
The Mitchells vs. The Machines es una divertida, emocionante y emotiva película animada que puede disfrutar gente de todas las edades. Se trata de una historia tan disfrutable, que el comentario social sobre la extrema dependencia a la tecnología que hemos desarrollado en los últimos años casi logra pasar desapercibido. Casi. Sin duda una experiencia muy recomendable para ver ya sea solos o en compañía de sus familias.
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