No es extraño que durante el mes de octubre el contenido de muchos sitios se oriente a temas relacionados con el horror, pero ya que éste forma parte del contenido habitual de este blog, no veo mucho caso en hacer algo similar. Aún así, a lo largo del mes y en la medida de lo posible comentaré cómics, libros y películas del género. En el último par de días ya escribí sobre un par de películas recientes, Bingo Hell (Bingo Infernal) y No One Gets Out Alive (Nadie Sale con Vida).
Esta coproducción canadiense-estadounidense fue producida por la respetada productora A24 con un presupuesto de 4 millones de dólares. El elenco está formado por Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Ellie Grainger y Lucas Dawson.
La historia tiene lugar en la primera mitad del siglo XVII en la región de Estados Unidos conocida como Nueva Inglaterra y sigue a una familia que luego de una disputa religiosa es expulsada de un asentamiento de colonos puritanos, por lo cual deciden establecerse en un claro cerca del bosque. William (Ineson) y Kate (Dickie) son profundamente religiosos e intentan educar a sus hijos con mano dura, pero las dificultades que enfrentan son especialmente duras para los niños, y la falta de caza y una mala cosecha empeoran la situación.
Sam, el bebé de la familia, desaparece bajo circunstancias misteriosas a la entrada del bosque, y crea una división entre Kate y Thomasin (Taylor-Joy), su hija mayor, quien cuidaba del bebé cuando desapareció. El duelo de Kate la aisla del resto de sus problemas, y mientras el joven Caleb (Scrimshaw) se preocupa por no poder hacer más por ayudar a su padre, Thomasin es abrumada por las responsabilidades que le son impuestas, incluyendo cuidar de los gemelos (Grainger y Dawson) y la culpa por la desaparición de Sam.
La sufrida familia parece aceptar de forma estoica que dios los está poniendo a prueba, y hacen un esfuerzo por seguir adelante lo mejor que pueden sin considerar que algo sobrenatural se cierne sobre ellos y frustra todos sus intentos por salir adelante, y no es sino hasta que la evidencia de que hay algo siniestro en el bosque que ya ha penetrado en su hogar que empiezan a considerar la posibilidad de que una fuerza maligna es la responsable de todos sus males. ¿Estarán a tiempo de escapar de ahí, o toda esperanza se ha perdido?
Lo primero que llama la atención es la sutileza con que Eggers aleja su relato de la versión más popular y conocida de las brujas en la tradición occidental, algo que se hace evidente desde el subtítulo usado en los pósters y que ya mencione antes: "un cuento popular de Nueva Inglaterra. Queda claro que su bruja nada tiene que ver con las villanas de cuentos de hadas, y aunque hay guiños a la afinidad con la naturaleza que apuntan a una tradición Wiccan, es evidente que hay fuerzas más oscuras y siniestras en juego.
Más allá de eso, es importante resaltar la gran cantidad de metáforas que el realizador entreteje en su historia para explorarlas poco a poco conforme avanza la trama. Quizás la más evidente sea acerca del feminismo, al exponer y criticar el marginal rol al que las mujeres de la época se veían reducidas, explorado en el limitado microcosmos que representa su conservadora familia que vive apartada de todo, y mostrado de forma más que flagrante en el trato que recibe Thomasin de su familia, empezando por su madre.
La madre misma parece un mero espectador en el drama que se desenvuelve a su alrededor. Asume el rol de esposa abnegada y siempre toma una posición sumisa que acepta todas las decisiones de su marido, incluso cuando no está de acuerdo con ellas. Como resultado, Thomasin vive bajo una enorme presión contra la que quisiera rebelarse para ser libre, lo que sea que eso signifique en el salvaje y apartado lugar en que viven, y su punto de quiebre se da al enterarse que planean enviarla a vivir y trabajar con otra familia.
Eggers traslada su enfoque de un miembro de la familia a otro, lo que hace aún más sutil su exploración temática. La mayor parte del tiempo la historia parece girar alrededor de Thomasin, pero vemos la presión que siente Caleb por ser alguien productivo que ayude a su familia, a los niños estresados por no entender cómo funciona el mundo o qué se espera de ellos, a Kate y William desesperar al sentir que fracasan como padres y como gente de dios, y a Thomasin sin saber si debe actuar como adulta o sólo sentirse confundida, como los niños.
En vez de una fábula o cuento infantil con una moraleja o mensaje que impartir, The Witch se siente como un sermón, pero como uno a la vieja usanza, de aquellos que interrogaban a la gente para hacerla cuestionar sus valores morales. En ese aspecto, Eggers hace un gran trabajo al evitar que su historia degenere en una moralina alegoría sobre la importancia de no alejarse de dios o los peligros de no actuar conforme a las expectativas de la sociedad, y eso hace que el impacto de la historia sea más íntimo y profundo.
La estructura de la película resulta aún más impresionante por tratarse del debut como guionista y director de Eggers, pues pese al limitado presupuesto hace un gran uso de los recursos a su alcance para crear una historia que es un drama de época, una sutil fábula de horror con alegorías costumbristas que funciona tamvbién como un oscuro anti-cuento de hadas, con el gran acierto de no explicar de más, lo que al final deja al espectador la oportunidad de reflexionar sobre lo que vio y analizar cómo se relaciona con su propia experiencia.
The Witch es una excelente película de horror que no ofrece sustos ni sobresaltos orquestados, sino que construye poco a poco un entramado de varias capas que se vuelve cada más perturbador gracias a una inteligente construcción atmosférica presentada con un atractivo trabajo de cámaras y ambientada por una etérea banda sonora que genera una sensación de incomodidad desde el primer momento. Película absolutamente recomendable.
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