Siguiendo con la dinámica propuesta por Raquel Castro de hacer una lista al día a lo largo de diciembre, vamos con el día 4. Si quieren saber cómo funciona esta dinámica, lean la explicación en el sitio de Raquel. También pueden seguirla en Twitter, donde aparece como @raxxie_. Si quieren participar y compartir sus listas en redes, el ht propuesto es #raxxiechallenge. Las mías trataré de compartirlas en Twitter, pero acá haré apuntes extendidos y adicionales.
El tema elegido para el día 4 es
Diez cosas que hago a diario para que el día valga la pena
Nunca he sido partidario de regir mi vida bajo rígidos esquemas de actividades. Pasé demasiados años en un trabajo tan esclavizante que me hice el propósito de tomarme las cosas con calma y dejar atrás la idea de valorar mi tiempo de acuerdo a lo productivo que éste resulte. Con eso en mente, esta lista contiene las cosas que me gusta hacer diario siempre que es posible, y por lo general la suma de ellas me deja satisfecho con mi día sin importar si éste fue "productivo" o no.
- Dormir bien. Ese trabajo ya mencionado ocupaba demasiado de mi tiempo, y la única forma de hacer otras cosas, por gusto o para generar ingresos extra, era sacrificando horas de sueño. En una época llegué a dormir sólo tres veces al día, y no aprecié los estragos de vivir así hasta que dejé de hacerlo. Ahora trabajo desde casa y me deshice del despertador. Sigo acostándome muy tarde, pero me levanto tarde y descansado.
- Tomar una taza de café. Hubo un tiempo en que mi ingesta de cafeína superaba a la de cualquier otra cosa. Le siguió otra etapa de abandonarlo por completo. Ahora es parte de la rutina tomar café poco después de levantarme y, dependiendo del clima, a veces también por la noche.
- Acariciar un rato a mi gato. En casa tenemos tres gatos, todos ellos con personalidades muy diferentes y no precisamente de la clase más afectiva. Pero uno de ellos, Hunter, me sigue bastante sin llegar a ser encimoso. Además de haberme elegido como el humano designado para alimentarlo, suele acercarse a darme un tope en la pierna para indicar que desea ser acariciado. ¿Cómo decirle que no?
- Aprender algo. Practicamente desde que tengo internet no he dejado de aprovechar la posibilidad de acceder a tal cantidad de imaginación. Todos los días, antes de empezar a trabajar, reviso cuentas en redes o visito sitios donde sé que hallaré enlaces a toda clase de cosas: obras de arte, arquitectura, anécdotas o curiosidades sobre personas, objetos, lugares o palabras. Creo que aprender algo cada día me pone de buenas y estimula la imaginación.
- Leer al menos un cómic. Los cómics han sido parte de mi vida desde muy pequeño, y son un medio del que no me canso. Hay tanto material disponible que me resulta imposible no hallar algo que leer, y tanta variedad que tampoco puedo aburrirme. Lo más difícil, a veces, es no quedarme horas leyendo más.
- Escribir. Lo dejé de hacer por mucho tiempo, pero no más. Ya sea una reseña, un comentario de algún tema que me interese, un cuento, notas para alguna historia, lo que sea, pero trato de dedicar al menos una hora al día a escribir. Lo único que me lo puede impedir es que tenga mucho trabajo, pero no me preocupa porque en esos casos recuerdo algo que me dijo alguna vez Bef: traducir también es escribir.
- Escuchar música. Siempre me ha gustado la música. Vivo en un lugar donde casi siempre hay música en algún lugar cercano pero trato de poner algo de mi agrado al menos un rato. Tengo listas que de acuerdo a su contenido he descubierto que son buena compañía para otras de mis actividades, así que la rotación de géneros y estilos resulta bastante variada.
- Caminar. Ésta es una que últimamente no estoy incluyendo porque muchos de mis vecinos se han mostrado bastante irresponsables con el tema de la pandemia, asi que prefiero no salir de casa. En sustitución me levanto varias veces al día para estirar las piernas y moverme un poco, al menos para no pasar sentado todo el día, auqnue no es lo mismo. Es lo que más extraño de la "normalidad"
- Descansar la mente. Si algo aprendí después de años de tratar de ser productivo veinte horas al día, es la importancia de dejar que el cerebro descanse. Puede ser mediante perder el tiempo vendo fotos hasta quedarme un rato pensando en todo y en nada. Mirar por la ventana, o jugar un rato mahjong o algún juego de puzzles sencillos. Esos breaks me resultan muy útiles porque siento que trabajo mejor en bloques no tan largos que si lo hiciera de corrido durante horas.
- Leer prosa. Años atrás solía leer durante los trayectos entre casa y el trabajo o en los tiempos muertos en éste último, pero desde que trabajo en casa los trayectos desaparecieron y los "tiempos muertos" perdieron significado, así que ahora lo hago antes de dormir. Todos los días leo al menos un capítulo del libro en turno, o un cuento si se trata de una colección.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario