Hace unas semanas, en mi reseña de Mank, mencioné que había visto muy pocas de las películas nominadas al Oscar, y aunque esto obedecía en buena medida al impacto de la pandemia en los estrenos en cine, en el caso de Sound of Metal no había pretexto, pues la cinta está disponible en Prime Video desde diciembre pasado. La película fue coescrita y dirigida por Darius Marder, y cuenta con las actuaciones de Riz Ahmed, Olivia Cooke, Paul Raci, Lauren Ridloff y Mathieu Amalric.
Sound of Metal debutó en el Toronto International Film Festival de 2019, y poco después Amazon adquirió los derechos de distribución con intenciones de estrenarla en el verano de 2020. La pandemia provocó un cambio de fechas, y luego de que se estrenó en algunos cines a fines de noviembre, Amazon la liberó como parte del catálogo de Prime Video en todos sus territorios el 4 de diciembre. La película gozó de buenas críticas y fue parte de muchas listas de lo mejor del año. Ganó el Oscar en dos de las seis categorías en que fue nominada (Mejor Sonido y Mejor Edición).
La historia sigue a Ruben Stone (Ahmed), baterista de Blackgammon, dueto de Heavy Metal en que acompaña a la voz y guitarra de Louise "Lou" Berger (Cooke), su novia. Viven en una casa rodante y recorren los Estados Unidos para tocar en bares y lugares pequeños, pero su rutina se ve alterada cuando Ruben descubre que está perdiendo el oído. Al buscar ayuda y tras una rápida evaluación médica se entera de que ha perdido más del 80% de su audición y que el deterioro seguirá avanzando a menos que guarde reposo y se someta a más estudios lo antes posible.
Al principio intenta seguir como si nada hasta reunir lo necesario para operarse. Pero tras un ataque de pánico le explica a Lou lo que sucede. Un amigo los envía a un lugar donde pueden ayudarlo. Joe (Raci) dirige un programa que ayuda a otros a lidiar con la sordera y las adicciones. Ruben se resiste, pero Lou lo convence de que es lo mejor y se prepara a volver a casa de su padre (Amalric) mientras él se queda ahí. Pronto aprende a lidiar con su condición y forma lazos en la comunidad y con los niños con quienes estudia lenguaje de señas con Diane (Ridloff), pero es incapaz de olvidar su vieja vida.
La fuerza principal de la película es la actuación de Ahmed, quien realiza una sutil interpretación llena de matices, sin afectaciones exageradas o explosiones de carácter como las que abundan en dramas personales. Su contenida labor crea a un personaje con el que se puede empatizar casi de inmediato, desde sus momentos de introspección y sufrimiento interior hasta la intensidad de su negación ante las limitaciones que le impone su condición. No por nada el actor recibió críticas favorables de la crítica y estuvo nominado en la gran mayoría de los premios importantes.
Marder hace énfasis en que la sordera no es una discapacidad, y conforme avanza la historia vemos que el conflicto emocional de Ruben recae en su condición de adicto en recuperación y no en la pérdida del oído. Conversaciones orgánicas nos informan que fue adicto a la heroína y lleva cuatro años limpio, casualmente el mismo tiempo que tiene en una relación con Lou. Pronto queda claro que el heavy metal y vida nómada son un mecanismo de defensa, una muleta en la cual apoyarse para no ceder a la tentación, y que las mismas actividades ayudaban a Lou lidiar con su asiedad.
Pero su sordera cambia todo y Lou sabe que es cuestión de tiempo antes de que él vuelva a caer en las garras de la droga o ella sienta otra vez la necesidad de hacerse daño. Joe entiende la situación de Ruben y su desesperación por buscar una solución a su problema, e intenta hacerle entender que sólo encontrará la paz cuando aprenda a vivir con su condición y deje de obsesionarse con la idea de que todo vuelva a ser como antes. Sus conversaciones incluso hacen parecer que Ruben es adicto a un frenético ritmo de vida que lo ayuda a mantener a raya el pasado.
Marder y Ahmed exploran la fragilidad de la vida cotidiana, la forma en que todo lo que damos por sentado puede cambiar de un momento a otro. El mensaje adquiere mayor impacto con la actuación de Ahmed, pues al mantener sus emociones íntimas y contenidas con ocasionales explosiones emocionales, crea un nivel de humanidad que no sólo genera empatía en el espectador, sino que recalca el valor de la compasión y la importancia de contar con el apoyo de una comunidad. En vez de un exagerado melodrama, la historia es un emotivo y poderoso estudio de personaje.
La otra gran fortaleza de la película es el audio. En lugar de buscar la creación de atmósferas con una banda sonora, el director y su equipo usan el silencio para enmarcar el trabajo de Ahmed, dejando que su expresividad y lenguaje corporal marquen el tono. Hay escenas con sonido diseñado para ponenrnos en los zapatos de Ruben. Por momentos no se entiende lo que dicen los personajes a su alrededor, lo que refuerza la empatía que sentimos por él al permitirnos compartir su confusión y desesperación en esos momentos para entender mejor el miedo que lo invade y la negación con que responde a la incertidumbre.
Si acaso la única queja que encuentro es el uso del metal, que es mínimo y no tiene peso alguno en la historia más allá de que al inicio ayuda a crear un contraste entre la estridente vida que Ruben llevaba y el silencio que la envuelve después. En el caso de Lou es aún más marcada la poca importancia que le da la historia, porque incluso parecen descartarlo como si hubiese sido sólo una fase por la que atravesó durante su periodo de duelo y depresión, lo que mina la idea antes presentada de que era algo que dio un propósito a ambos, además de representar un escape o refugio de sus demonios personales.
En lo personal siempre he tenido la idea de que las películas más fuertes a un nivel emocional son aquellas que logran generar empatía en la audiencia, y justo eso es lo que logra esta escelente colaboración entre Marder y Ahmed. Este último, por cierto, pasó meses aprendiendo a tocar la batería y conviviendo con gente sorda para preparar su papel. Claro que para que el efecto sea completo el espectador debe comprometerse con la historia, así que les recomiendo, si posible, verla sin distracciones o incluso con audífonos, lo que además les permitirá apreciar de mejor manera el excelente trabajo de diseño y edición de audio.
Sound of Metal es una emotiva película cuya íntima y personal fortaleza es propulsada por una gran actuación de Ahmed. Imagino que la idea de que involucre heavy metal puede crear renuencia en algunas personas, pero como mencioné antes, se trata de un elemento menor en la historia. Sin duda se trata de una muy buena película que vale la pena ver.
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