miércoles, 2 de junio de 2021

Comicteca: Sweet Tooth, de Jeff Lemire

Durante los últimos diez años el papel de los cómics como fuente de historias para medios más populares, como el cine o la TV, ha crecido de forma asombrosa, y por fortuna a la gente a cargo de elegir propiedades no les tomó mucho darse cuenta de que la narrativa gráfica eran mucho más que sólo superhéroes. Ahora estamos a un par de días del estreno en Netflix de Sweet Tooth, serie basada en el cómic del mismo nombre de Jeff Lemire, y ése es un excelente pretexto para revisitar esta obra del talentoso escritor y artista canadiense.

Sweet Tooth es un cómic de ciencia ficción postapocalíptica creado por Lemire y publicado bajo el sello Vertigo de DC Comics. Al partir la serie, el compromiso entre autor y editorial fue de 12 números, y a partir de ahí todo dependía de la recepción y ventas. Su éxito fue inmediato y estuvo nominada al Eisner como mejor nueva serie. En aquel entonces Lemire comentó que pensaba en una historia de unos treinta números, pero al final duró cuarenta y concluyó en 2012. Él mismo escribió y dibujó la mayor parte de la serie, aunque contó con aportes de Matt Kindt y Nate Powell, todos coloreados por José Villarrubia.

La historia sucede en un futuro cercano e indeterminado, y sigue a Gus, un chico de nueve años de edad que es un híbrido de humano y ciervo, con prominentes orejas y una visible cornamenta. Nunca conoció a su madre y vive con su padre en una cabaña en medio del bosque, sin contacto con nadie más. De acuerdo con su padre, una enfermedad ha acabado con la mayor parte de la humanidad, pero si él es bueno, reza todos los días y obedece sus instrucciones, en especial la que le prohibe salir del bosque, todo estará bien y podrá vivir en paz incluso después de quedarse solo.

Y es que su padre está enfermo y no le queda mucho tiempo. Pero eso no es lo único que tiene intranquilo a Gus. Ha visto la orilla del bosque, que es una reserva federal, y sabe que el mundo exterior no es el infierno en llamas que su padre le contó. Al morir su padre, solo y sin saber qué hacer, y tras sufrir un encuentro con cazadores del que es salvado por Jepperd, un hombre maduro y de ruda apariencia, éste ofrece llevarlo a un refugio en el norte. Gus acepta y juntos enfrentan peligros y aventuras en un viaje que muestra la manera en que la enfermedad arrasó con la civilización.

Jepperd le oculta algo, y ése no es el único misterio que Gus enfrenta. A lo largo del camino, milicias y cultistas muestran gran interés por los híbridos, y hay insinuaciones que apuntan a una relación entre su aparición y la epidemia que azotó al planeta. ¿Qué hay en el norte, a donde se dirigen Gus y Jepperd? ¿Por qué todos los que conocen a Gus reaccionan con sorpresa al enterarse de su edad? Ésas son sólo algunas de las interrogantes que Lemire explora y responde a lo largo de esta emotiva e intrigante serie, narrada con un aire de desolación y melancolía que por momentos raya en lo poético.

El primer año de la serie se enfocó a presentar a los personajes y realizar la labor de construcción de mundo, detallando el colapso de la civilización y la forma en que los sobrevivientes se han adaptado a su nueva realidad. Ya hemos visto futuros postapocalípticos como éste, pero al llenarlo con personajes complejos y bien desarrollados, Lemire ofrece una perspectiva diferente del fin del mundo. Además, se toma su tiempo para presentar al antagonista principal, lo que le da un mayor impacto, pues para entonces tenemos una idea clara del modo en que sus acciones pueden impactar las vidas de todos.

Una vez establecidos los elementos principales, la trama crece en complejidad y va añadiendo personajes y situaciones que enriquecen todavía más el mundo en que se desarrolla la historia. Poco a poco se revela el pasado de muchos de los personajes secundarios, lo que ayuda a poner en contexto muchas de las actitudes y decisiones que toman, además de que funciona como si hubiera mini y microhistorias que suman detalles a la historia principal, cuyos protagonistas siempre son Gus y Jepperd, que crecen y se transforman como resultado de las experiencias que enfrentan a lo largo de la serie.

Lo normal con las historias postapocalípticas, sobre todo si no se les aborda como historias de acción y supervivencia, es que provoquen en el lector una sensación de desesperanza y nihilismo que puede sumirlo en la depresión, pero Lemire ofrece elementos opuestos que crean un balance en su historia. Gus es vulnerable pero resistente, y su inocencia y amabilidad se contraponen a la crueldad y cinismo del mundo que le rodea. Conoce a personas crueles, pero también las hay amables, y por cada acción de odio somos testigos también de algún acto de amor. Esto resulta en una historia profundamente humana y emotiva.

Sweet Tooth resulta relevante en nuestros días por tratarse de una historia que lidia con la incapacidad del hombre para lidiar con una epidemia mortal, misma que resulta en comunidades que viven aisladas y bajo un clima de constante paranoia y desconfianza hacia los demás, y donde la mayoría de los temores se proyectan de una forma familiar que tiene mucho que ver con algunos de problemas actuales que persisten en nuestra sociedad: el sectarismo y la otredad, el odio a veces irracional que proyectamos hacia todos aquellos que sean o se vean distintos a nosotros, que resulta en buscar culparlos de todos nuestros problemas.

El dibujo de Lemire tiene una apariencia un tanto tosca que resulta ideal para el tono de la historia. No es un artista que se caracterice por su correcto manejo de la anatomía o por ofrecer imágenes estéticamente atractivas, pero es un gran narrador visual que sabe utilizar sus estilizadas figuras y manipular el contraste de luz y sombra para crear atmósferas y manipular el ritmo de la acción. Además, maneja a la perfección las expresiones faciales para proyectar emociones, lo que es esencial para que la historia tenga un impacto inmediato en el lector. Por otro lado, el uso de artistas invitados crea un claro contraste en capítulos específicos.

La espectacular labor de color de José Villarrubia da cierto aire de uniformidad a la historia, pero hace más que eso. hace años que el talentoso pintor español empezó a trabajar en digital, pero es difícil saber si aquí usó herramientas tradicionales. Su paleta de color, aplicada a modo de acuarelas, es parte importante de la construción de atmósferas, proyectando el dolor y pérdida que flotan sobre lo que queda de las ciudades y asentamientos, y enmarca cada momento de la historia, ya sea desolador o esperanzador. Además, se vuelve otra parte de la narrativa gracias al efecto creado al añadir destellos de rojo o paletas contrastantes.

Sweet Tooth fue recopilada en seis tomos de pasta blanda, a los que siguió una edición de lujo en pasta dura en tres volúmenes, y aprovechando el lanzamiento de la serie de Netflix (este 4 de junio), está por aparecer un tomo omnibus de pasta blanda que incluye los cuarenta números. En 2015, la antología Vertigo Quarterly: CMYK incluyó una historia de ocho páginas, Sweet Tooth: Black, y el año pasado Lemire anunció una secuela, una miniserie de seis números titulada Sweet Tooth: The Return, la cual concluyó hace unas semanas y será recogida dentro de unas semanas en un séptimo tomo de pasta blanda.

Historias sobre el fin del mundo abundan en todos los medios, pero en lo que respecta a cómics, Sweet Tooth aborda el tema de forma emotiva y muy humana, y quizás sea el cómic postapocalíptico más entreñable que ha aparecido en mucho tiempo, o al menos desde la conclusión de Y, The Last Man. Sin duda se trata de una historia que vale mucho la pena, así que espero que la serie de TV sirva para darle mayor visibilidad y ayudar a que más gente descubra esta entrañable y emotiva historia.

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