Jim Henson es famoso por su trabajo con marionetas en Sesame Street (Plaza Sésamo) y The Muppets Show (El Show de los Muppets), pero el talentoso escritor, director, productor, actor y titiritero quería hacer cine desde sus años de universidad. En 1965 dirigió Time Piece, cortometraje nominado al Oscar, y en 1974 trabajaba en un guion para largometraje que abandonó al recibir la oportunidad de hacer El Show de los Muppets.
Hace unos años Ramón K. Pérez convirtió ese guion en un cómic, que ya comenté aquí. En 1982 Henson volvió al cine y dirigió Dark Crystal (El Cristal Encantado), donde usó muppets para poblar un mundo de fantasía con grotescos seres fantásticos. Pese a críticas encontradas, la película tuvo una taquilla aceptable, así que en 1985 contó con el apoyo de George Lucas para realizar un segundo largometraje: Labyrinth.
Labyrinth (Laberinto) es una película de fantasía protagonizada por Jennifer Connelly y David Bowie, quienes trabajaron rodeados de una gran cantidad de criaturas fantásticas diseñadas, construidas y animadas por el equipo habitual de colaboradores de Henson. La cinta se estrenó el 27 de junio de 1986, lo que quiere decir que apenas hace un par de días cumplió 35 años.
La historia sigue a Sarah (Connelly), una joven de 16 años que debe cuidar a su hermanito Toby al salir sus padres. Tras un rato de no poder hacer que deje de llorar, exclama que desearía que los duendes se lo llevaran lejos. Para su sorpresa, su deseo se cumple y aparece ante ella Jareth (Bowie), rey de los duendes, y le informa que, como lo pidió, sus duendes se llevaron a Toby.
Si desea recuperarlo, tendrá que atravesar un laberinto encantado para llegar hasta su castillo. El problema es que cuenta sólo con unas horas para hacerlo, y el laberinto está lleno de trampas, además de extraños seres y fantásticas criaturas (todos ellos muppets, claro) que la pondrán a prueba al obstaculizar su avance y distraerla de su objetivo.
Al igual que the Dark Crystal, Labyrinth recibió críticas encontradas, pero en esta ocasión la taquilla fue mala, pues en Estados Unidos recaudó menos de 13 millones de dólares, poco más de la mitad de su presupuesto de producción, estimado en 25 millones. Eso decepcionó de tal modo a Henson que jamás volvió a dirigir una película, limitándose a producir otros proyectos.
Sin embargo, al paso de los años se convirtió en una película de culto, y las ventas en los distintos formatos domésticos de video se han acumulado para compensar con creces la decepción de su paso por cines. A más de tres décadas de su estreno es apreciada por millones de fans, y a menudo se habla de la posibilidad de revivir la franquicia con una secuela que hasta ahora no se ha cristalizado.
En lo personal es una película que me gusta mucho, desde el exquisito diseño de sets y criaturas hasta el excelente soundtrack compuesto por Trevor Jones o las canciones interpretadas por el propio Bowie. Y es por eso que, a manera de celebración de estos siete lustros desde su estreno original, quiero compartir algunas curiosidades y anécdotas de su realización.
Todo inició con un simple dibujo, o más bien un boceto realizado por el ilustrador Brian Froud, quien también había colaborado con Henson durante la producción de The Dark Crystal. La imagen en cuestión mostraba a un bebé rodeado por un grupo de siniestros duendes. Con ese punto de partida, Henson y Dennis Lee esbozaron la historia en términos generales.
Terry Jones, de Monty Python, se encargó de escribir el guion. Claro que antes de empezar a filmar hubo varias versiones y correcciones. Laura Phillips, escritora de Fraggle Rock, lo revisó, y después hubo adiciones provenientes de Lee, Henson y el propio Lucas. La comediante Elaine May sirvió como script doctor días antes de iniciar la filmación, pero sólo Jones tiene crédito como guionista.
Creo que parte del problema tuvo que ver con las expectativas del público. Henson era famoso por su trabajo en los Muppets, y una película llena de seres fantásticos interpretados por marionetas, con un glamoroso Bowie y Connelly arreglada como princesa, debió crear una preconcebida idea de la película que poco o nada tenía que ver con la fantasía oscura que encontraron al asistir a verla.
Habría que recordar que, aun si las historias infantiles siempre han tenido un toque de oscuridad, el entretenimiento familiar se vio endulzado en los años 60 y 70 gracias a Disney, primero con sus versiones animadas de cuentos de princesas, y después con sus películas live action (Cupido Motorizado, La Montaña Encantada, El Perro Lanudo, etc.), así que Labyrinth iba contra las expectativas colectivas.
Que Labyrinth fuese una historia más oscura debió desconcertar a mucha gente, y pasaron años antes de que la película recibiera muestras de aprecio. Poco a poco aparecieron críticas más positivas que las recibidas al estrenarse, y Henson pudo atestiguar el amor de los fans por su trabajo antes de su muerte en 1990. Pero, ¿qué cambió con el tiempo para que esta cinta se volviera de culto?
Se puede argumentar que se adelantó a su tiempo, y es una postura sustentable. Hoy día la fantasía goza de gran popularidad, sobre todo en el sector de jóvenes adultos, e imagino que la película habría tenido mejor recepción si, por ejemplo, se hubiera estrenado a fines de los 90 o a inicios de este siglo, después de la explosión de popularidad de Harry Potter y otras obras de fantasía.
Y no hay que olvidar el estado de ánimo en los países occidentales durante los 80. Muchos creen que la ligereza del entretenimiento de la época y la abundancia de colores alegres en el arte y la moda eran una respuesta a la aprehensión de los últimos años de la guerra fría, cuando la posibilidad de un conflicto nuclear era una amenaza plausible, y era como si parte del mundo prefiriese vivir en negación.
Otras películas "oscuras" estrenadas durante la primera mitad de los años ochenta sufrieron una pobre recepción del público y de la crítica antes de volverse de culto tras unos pocos años, y un par de ejemplos muy notorios de esa tendencia son The Thing y Blade Runner, ambas de 1982 y hoy consideradas clásicos del horror y la ciencia ficción, respectivamente.
En lo personal considero que es lo primero. El tono oscuro de la película nos recuerdan que no es fácil pasar de la infancia a la adolescencia o de ésta a la adultez, y esa oscuridad y temor reflejan la incertidumbre al enfrentar lo desconocido. En el caso de Sarah, enfrenta la oscuridad en la aparente seguridad de su casa. Tiene 16 años y está por convertirse en mujer, lo que da un tono más siniestro al interés de Jareth por ella.
Para un niño, el mundo es un lugar enorme, y todo fuera de casa es nuevo, lleno de gente extraña en la que no sabes si puedes confiar. Todo tiene reglas, lo que no significa que éstas no puedan cambiar en cualquier momento, y a veces el lenguaje sólo sirve para incrementar la confusión. La adolescencia ofrece más preguntas que respuestas.
El mundo de los adultos no tiene sentido, y el misterio que nos rodea es aún mayor, sobre todo para una mujer. Sarah enfrenta lo desconocido sin saber si tiene aliados o quienes le rodean fingen serlo. Atrapada en un mundo que no entiende, es evidente que Jareth tiene motivos más siniestros de lo que parecen. No sabe qué piensa hacer con Toby, pero quiere convencer a Sarah de ser su reina.
Ella logra resistir la tentación para salir vencedora, como una precursora de las heroínas adolescentes de décadas posteriores. Proclama además su independencia con un grito de batalla común a heroínas reales y ficticias: No tienes poder sobre mí. Por eso insisto en que Labyrinth fue una obra adelantada a su tiempo.
La película apareció en una época en que el único precedente de fantasía oscura dirigida a niños o adolescentes era The Dark Crystal, así que la audiencia que años después recibió con brazos abiertos a cintas como The Witches (Las Brujas, 1990 - producida por el propio Henson) o The Nightmare Before Christmas (El Extraño Mundo de Jack, 1993) todavía no estaba ahí.
La producción misma estuvo llena de curiosidades. George Lucas fue el productor de la película, y para sorpresa equipo de filmación, se presentó en el set el primer día, acompañado por Darth Vader, quien en presencia de todos entregó a Henson una tarjeta deseándole buena suerte. Además de haber hecho revisiones al guion, Lucas también ayudó en el proceso de edición.
Cabe señalar que, en la medida de lo posible, Lucas se esforzó por no tomar protagonismo alguno. A lo largo del proceso de preproducción y producción, se rehusó a dar entrevistas, e hizo lo mismo durante el proceso de promoción conforme se acercaba la fecha de estreno de la película. Su intención era dejar que Henson recibiera toda la atención por el proyecto.
En cuanto al elenco, en la versión original del guion Jareth era una criatura similar a los otros duendes, así que iba a ser otro muppet, pero Henson deseaba tener más humanos aparte de Sarah y Toby, y como quería incluir canciones, pensó en un cantante que pudiera actuar. Su primera elección era Sting, pero sus hijos lo convencieron de buscar otras opciones.
Entonces buscó acercarse tanto a Michael Jackson como a David Bowie, pero desde un principio fue éste último quien mostró mayor interés. Así que, tras tener una larga conversación con él acerca de su percepción de la historia, decidió ofrecerle el papel, mismo que el Camaleón del Rock aceptó con gusto.
En años recientes se ha hablado de la posibilidad de hacer una secuela, y por un tiempo Scott Derrickson (Sinister, Dr Strange) estuvo ligado al proyecto. También hace un tiempo Nicole Perlman (Guardians of the Galaxy, Detective Pikachu) trabajó en un guion, y dijo que sería una historia separada dentro del mismo universo, pero no ha habido actualizaciones de ese proyecto.
Aún así, el ficticio universo de Labyrinth se ha extendido gracias a una decena de precuelas y secuelas, aun si todas ellas pueden hallarse exclusivamente como cómics, medio en que la franquicia ha tenido presencia constante desde 2006, primero a través de publicaciones de la editorial Tokyopop, y en años recientes gracias a varias miniseries publicadas por BOOM! Studios.
A treinta y cinco años de su estreno Labyrinth es una película que, pese a sus fallas y defectos, vale la pena revisitar, sobre todo en compañía de los más pequeños, que hoy día parecen más capaces de lidiar con su temática que muchos de quienes fuimos niños durante los años ochenta.
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