martes, 21 de diciembre de 2021

Gremlins (1984)

El horror navideño es un género que ha estado presente en el cine desde sus inicios, pero hay una película en particular que cuando apareció cambió la percepción general del horror, y no sólo en la variedad navideña, sino en general. Cuando en 1984 se estrenó Gremlins, película producida por Steven Spielberg y dirigida por Joe Dante, se abrió una puerta nunca antes explorada: el cine de horror apto para toda la familia, niños incluidos.

Dirigida por Joe Dante (Piranha, The Howling) con un guion de Chris Columbus, la película fue un éxito que al final de su paso por cines alrededor del mundo había recaudado casi veinte veces su presupuesto de producción. Columbus escribió un guion como muestra de su trabajo, aunque no creyó que a alguien le interesara hacer realizar la película. Para su sorpresa, la historia le gustó a Steven Spielberg, quien compró el guion para producir la cinta junto a sus socios en Amblin, Frank Marshall y Kathleen Kennedy y en colaboración con Warner.

Spielberg ofreció el proyecto a Dante por su experiencia en comedias de horror, además de que en aquel entonces trabajaba con él en Twilight Zone: The Movie. El guion pasó por varios cambios y correcciones, incluso a pocas semanas de empezar a filmar. La película cuenta con las actuaciones de Zach Galligan y Phoebe Cates en los papeles principales, y con varios veteranos en el elenco de soporte. La película se estrenó en Estados Unidos en junio de 1984 y en el resto del mundo a lo largo de la segunda mitad del año.

La historia cuenta la historia de Billy Peltzer (Galligan), un joven que trabaja en el banco del pequeño pueblo de Kingston Falls. Su padre Rand (Hoyt Axton) es un inventor cuyas creaciones rara vez funcionan, y quien en uno de sus viajes compra una extraña criatura conocida como mogwai para regalársela a su hijo por Navidad. Al comprarlo recibe una advertencia acerca de tres reglas esenciales para cuidar de la pequeña criatura: no debe exponerlo a la luz brillante, jamás debe tocar el agua, y por ningún motivo debe alimentarlo después de medianoche.

Billy recibe su regalo antes de Navidad y bautiza al mogwai como Gizmo. Todo va bien hasta que por accidente su amigo Pete (Corey Feldman) derrama un vaso de agua sobre la pequeña criatura, y con sorpresa descubren que al mojarse el animal se reproduce. Pero las cinco nuevas criaturas tienen una malicia de la que Gizmo carece, y luego de que engañan a Billy para que las alimente después de media noche, sufren una transformación que pondrá al pueblo entero en peligro. ¿Podrá Billy, con ayuda de Gizmo y Kate (Cates) detener a las criaturas?

El concepto de "gremlin" se hizo popular durante la segunda guerra mundial, cuando los pilotos de la RAF, fuerza aérea británica, empezaron a atribuir cualquier falla de sus aparatos a extraños seres similares a duendes. En esa misma época se sumaron a la conciencia popular gracias a un libro del autor infantil Roald Dahl y que Disney estuvo cerca de llevar a la pantalla. La película alude a la primera instancia mediante un borracho local que detesta todo lo extranjero y cree que los aparatos importados incluyen gremlins que los hacen fallar.

El guion original de Columbus era bastante más oscuro, pero la participación de Dante ayudó a balancear el horror con los elementos de comedia, en tanto que Spielberg, con el olfato comercial que siempre lo ha caracterizado, se aseguró de que Gizmo fuera parte omnipresente en la película como contrapunto a los más siniestros mogwai que causan estragos en el pueblo, pues en las versiones previas del guion era la tierna criatura quien al transformarse se convertía en el líder de los peligrosos "gremlins".

Es importante apuntar que mucho del humor en Gremlins viene de la punzante sátira que hace de la sociedad estadounidense en general, pero en específico de algunas de sus características más evidentes durante la década de los ochenta. Esto se alinea con mucha de la obra de Dante, que siempre ha agregado una buena dosis de conciencia social a todos sus proyectos. La crítica más evidente es a la avaricia de los que más tienen, representada por el banco y la magnate de bienes raíces de Kingston Hills.

El materialismo y mentalidad consumista del estadounidense promedio no sólo es obvio en los habitantes del pueblo, sino en los propios gremlins, que al tomar control del pueblo empiezan a reflejar actitudes humanas. La desconfianza hacia los extranjeros, distintiva de la administración Reagan y parte importante de las políticas del Partido Republicano, es irónica para un país cuyas empresas usan maquila de otros países en la mayoría de sus productos, sobre todo en lo que toca a tecnología y juguetes.

Y la forma de empacar toda esa crítica social en una poco sutil sátira es una de las genialidades de Dante, pues al mismo tiempo que contrapone la imagen del idílico pueblo que encarna el sueño americano (sin omitir la forma en que el capitalismo lo ha pervertido) con la paranoica pesadilla de verse rebasados por una amenaza llegada de tierras lejanas, Gremlins es una entretenida película que mezcla sin empacho elementos de comedia y horror de una forma que incluso los niños pueden disfrutar sin necesidad de entender el subtexto de la historia.

Quizás no es coincidencia que la historia transcurra justo en la víspera de Navidad, época del año que ofrece más oportunidades que cualquier otra para comparar el sueño americano con la realidad. Los habitantes de Kingston Hill encarnan algunos de los estereotipos más comunes en la ficción del siglo XX. La vieja y ambiciosa bruja que abusa de los que menos tienen, el cínico alguacil, el necio borracho que de algún modo tiene razón, el incompetente inventor, el ambicioso ejecutivo o la tierna novia acechada por fantasmas del pasado.

Todo eso se ve combinado con elementos propios de la fantasía, presente desde que vemos por primera vez la misteriosa tienda oculta en el barrio chino de alguna ciudad y de donde sale la mágica y simpática criatura que sin quererlo es la causa de todo lo que sucede. Dante echa mano de todos los clichés del cine de monstruos: la amenaza que acecha en las sombras y los ruidos en la oscuridad que aprovechan nuestro natural temor a lo desconocido para ir incrementando la tensión. Es como una b-movie con conciencia y mucho cerebro.

A más de treinta y cinco años de su estreno, Gremlins es una divertida comedia de horror que ha envejecido bastante bien, y el uso de marionetas y efectos prácticos se mantiene como una de las fortalezas en su realización. Su impacto es innegable, y habría que recordar que fue una de las razones para modificar el sistema de clasificación para el cine en los EEUU, pues ante las quejas por la violencia Spielberg abogó para crear una categoría intermedia entre PG (todo público) y R (sólo adultos), lo que resultó en PG13 (adolescentes y adultos).

En México es posible encontrar esta entretenida y recomendable película en los catálogos de Netflix, Prime Video y HBO Max, además de que se puede rentar o comprar en cualquiera de las seis grandes tiendas de contenido digital.

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