En 2018 la plataforma digital Hulu lanzó una antología de horror llamada Into the Dark. Más que episodios, se trataba de películas de entre 80 y 90 minutos que estrenaban de forma mensual, y cada nueva entrega estaba dedicada a una celebración del mes en turno. El episodio de diciembre de ese año se titula Pooka! y, como podrán imaginar, llevaba como tema la Navidad.
La historia sigue a Wilson Clowes (Hatendi), un actor recién llegado a Los Angeles en busca de un nuevo comienzo. Por un anuncio hallado en el pizarrón de una cafetería se entera de una audición para un papel y se prepara para asistir. El guion que debe aprender es una escena de A Christmas Carol (Un Cuento de Navidad), pero en la audición no les interesa verlo interpretar eso. Sólo le piden que realice algunos movimientos, y le dicen que la parte es suya, aun si todavía no sabe de qué se trata.
Finn (Daly) es el director publicitario a cargo del lanzamiento de un nuevo juguete, un muñeco llamado Pooka que está por ser lanzado justo a tiempo para la temporada navideña. El trabajo de Wilson será portar una botarga y aparecer en los eventos para promocionar el juguete, con una particularidad: su lanzamiento no es masivo, no se trata de un juguete disponible en los grandes almacenes, sino que sólo se vende en una tienda temporal, y por tanto no hay un ejército de botargas, Wilson es el único.
La estrategia de escasez artificial es un éxito y Pooka se convierte en la sensación de la temporada. Sólo se vende una cantidad limitada de unidades cada día, y eso genera un interés desmedido por el juguete. En un evento Wilson ve a Melanie (Rose), una madre soltera que le parece atractiva, y con ayuda de Finn encuentra el lugar donde trabaja y decide cortejarla. Desde que usa la botarga ha ganado confianza en sí mismo, pero algo extraño le sucede cada que se la pone, y empieza a pensar que el traje esconde un oscuro secreto.
El guion de Olson es muy efectivo por la forma de construir el mundo, con una opresiva atmósfera que ve acumulando tensión a partir de un astuto uso de los dos modos del juguete: "bueno" y "malo" o "travieso", que se muestran por el color de los ojos tanto del muñeco como de la botarga. Esto permite construir una historia llena de momentos perturbadores sin recurrir a muchos de los clichés del horror navideño, así que no hay Santas psicóticos, muñecos de nieve asesinos ni siniestras interpretaciones del Krampus.
En vez de eso, Olson y Vigalondo crean una historia que escarba más allá de la superficie de los temas de temporada para explorar un mundo en que la avaricia corporativa es capaz de pervertir la inocencia que debiera tener la búsqueda infantil de juguetes navideños, al tiempo que crean un perturbador retrato de una persona perturbada por un trauma de su pasado y quien ve en el anonimato que le ofrece su disfraz una oportunidad de redimir sus errores, pero al final resulta incapaz de superar sus problemas y defectos.
La idea de un traje que controla a su portador o al menos es capaz de alterarlo no es del todo original, pero si algo ha caracterizado el trabajo de Vigalondo a lo largo de los años es su disposición a correr riesgos narrativos, y aquí evade muchos clichés que podrían acompañar a la premisa. Hubiera sido muy fácil culpar al traje de todo o incluso convertir a Finn en un personaje más siniestro como la personificación de la avaricia que busca corromper todo lo bueno e inocente que representan los juguetes y las fiestas navideñas.
En vez de eso, Pooka! se convierte en un estudio psicológico de un hombre dañado por eventos de su pasado que debe enfrentar su propio reflejo, representado por la botarga en cuestión, que le recuerda que, por más que intente comenzar de nuevo, no hay forma de escapar de su pasado. Sus cambios de humor reflejan la impredecible naturaleza del muñeco, que se anuncia con una pegajosa melodía que recita "Pooka ve, Pooka hace, ¡pero nunca sabrás lo que Pooka va a hacer!"
A nivel visual, Vigalondo hace un gran trabajo al jugar con luz y composición. Los cambios de humor de Pooka usan los colores rojo y azul para indicar su estado, y el cineasta los emplea de forma muy efectiva para ambientar sus escenas. El paso de los serenos y melancólicos tonos azules a un alarmante rojo van acompañados de ángulos que crean una sensación de peligro contenido cada vez que la parte "mala" de Pooka está por aparecer, proyectada como una irracional ira que destruye todo a su alrededor.
En ese sentido, mucho del riesgo en la forma de contar la historia viene del hecho de que Vigalondo espera que la audiencia siga su hilo de pensamiento con los paralelos sobre lo que ocurre con Wilson dentro y fuera de la botarga. Aunque al final quedan explicados muchos de los episodios más confusos de la historia, es necesario decir que hay una parte, justo al inicio del tercer acto, en que la película parece perder ritmo y deja la sensación de que pudo verse beneficiada de contar con 15 o 20 minutos menos.
De cierto modo, la película lidia con un tema que me sorprende no sea más común en la ficción de temporada navideña más allá del género de horror, la idea de que es una época del año en que la sola idea de las fiestas provoca que se quiebren las cicatrices emocionales, reabriendo heridas del pasado y en ocasiones provocando episodios de culpa y depresión. Además, la dependencia que Wilson desarrolla por el uso del traje se manifiesta en síntomas de abstinencia una vez que se ve obligado a devolverlo.
Pooka! está lejos de ser una película perfecta, pero muchas de sus fallas son producto de la ambición mostrada por Vigalondo y Olson al construir la historia, y a pesar de sus muchos problemas se mantiene como una atractiva propuesta de horror psicológico cuyo impacto será mayor en aquellos cuyos recuerdos de fiestas pasadas no sean sólo dulces. En ese sentido, cualquier historia que logra un impacto emocional me parece algo digno de experimentar, y por ello encuentro bastante recomendable a esta curiosa e imperfecta película.
En México y el resto de Latinoamérica Pooka!, al igual que los otros 23 episodios de Into the Dark, forma parte del catálogo de HBO Max.
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