No es un secreto que soy muy fan de las comedias románticas, aunque en ocasiones no comento muchas porque encuentro que Hollywood cayó en una fórmula que se desgastó muy pronto, así que suelo buscar producciones independientes o de otras partes del mundo, y en ese sentido a veces es bueno dar una revisada a los catálogos de las distintas plataformas de streaming.
La película sigue la relación entre Sasha Tran (Wong) y Marcus Kim (Park), amigos desde la infancia en la ciudad de San Francisco, que se distanciaron luego de tener sexo una noche, poco después de la muerte de la madre de Marcus y antes de que Sasha se fuera a estudiar la universidad. Dieciséis años después, ella es una exitosa y famosa chef, que acaba de romper su compromiso matrimonial con un exitoso empresario (Kim), y regresa a San Francisco para preparar la apertura de su nuevo restaurante.
Marcus trabaja con su padre (Saito), instalando sistemas de calefacción y aire acondicionado, además de que sigue cantando/rapeando en la banda que formó en la preparatoria. La asistente (Buteau) de Sasha se las arregla para que se reencuentren, y aunque es evidente la química y atracción que existe entre ambos, las diferencias que hay entre sus formas de ver la vida y los mundos en que se mueven hacen que sea aún más complicado pensar en que se pueda dar una relación duradera entre ambos. ¿Serán capaces de superar esas diferencias?
Las historias alrededor de la idea de mejores amigos que terminan como pareja, o donde uno de ellos se enamora del otro e intenta conquistarlo, son muchas y la calidad del resultado es casi tan variable como las distintas formas de abordar el tema. Algunos ejemplos son My Best Friend’s Wedding (La Boda de mi Mejor Amigo, 1997), Made of Honor (Quiero robarme a la novia, 2008) o When Harry Met Sally... (Cuando Harry Encontró a Sally, 1989), y por fortuna Always Be My Maybe es mucho más cercana en tono y resultado a esa última.
De hecho, Wong y Park, que se conocieron en los noventa y al paso de los años empezaron a planear colaborar en algo, se referían a su idea como su propia versión de When Harry Met Sally..., y en 2017 Netflix les compró la idea. Claro que la película no es un mero remake o copia, sino que se trata de una historia con identidad propia, y destaca el hecho de incorporar a la trama elementos propios de la cultura asiático americana, partiendo del hecho de que los protagonistas vienen de familias coreana y vietnamita.
En los últimos años Park ha ganado cierta notoriedad gracias a su participación en Ant-Man y WandaVision, pero se trata de un comediante con una larga trayectoria, en tanto que Wong es parte importante de la escena contemporánea del stand-up estadounidense, y ambos hacen una gran labor al dar vida a los protagonistas de esta historia con una mezcla de carisma y gracia, además de una gran química en pantalla que hace fácil creer que en verdad son mejores amigos que se conocen de toda la vida.
La historia se toma tiempo para desarrollar a los personajes, lo que se agradece, sobre todo porque no sacrifica el ritmo narrativo para hacerlo. También da un peso importante a la idea de comunidad, lo que hace que el lugar donde transcurre la historia se sienta como parte importante de las vidas de sus protagonistas y no sólo el trasfondo en que ocurren las cosas. El elenco secundario hace una gran labor sin sentirse como cartones, y la hilarante participación de Keanu Reeves como una ficcionalizada versión de sí mismo es simplemente memorable.
El guion evita caer en muchos de los tropos más cansados del género. A pesar de que la diferencia en el estilo de vida de los protagonistas toma un rol importante en el desarrollo de la trama, la historia nunca depende de que alguno de ellos se vea forzado a cambiar o sacrificar su personalidad por el otro, y se toma el tiempo para trabajar las situaciones de modo que ambos puedan hallarse en el centro una vez que uno de ellos aprenda a salir de su zona de confort mientras el otro recuerda qué es lo que en realidad le hace feliz.
Además, más allá de la comedia, que va desde lo físico a lo sutil, pasando por momentos absurdos, la trama incluye toda clase de comentarios acerca de la cultura hipster, observaciones culturales sobre costumbres y tendencias adoptadas por los asiático americanos, con una buena carga de comentario social sobre la desigualdad económica, y todo aderezado con momentos emocionales que exploran las diversas formas de enfrentar la pérdida, y las disfuncionales relaciones entre padres e hijos.
Aunque en la superficie la película es una simple historia sobre el reencuentro entre un chico y una chica, la cuidada construcción de personajes y del mundo que habitan da un peso dramático y emocional a la película sin sacrificar risas o momentos románticos, y lo hace abrazando la identidad cultural de todos los involucrados (la directora es de origen iraní, e incluso Keanu Reeves, nacido en Hawai, es asiático americano) y la integra de lleno al mosaico formado por esa variedad de experiencias.
Always Be My Maybe es una divertida e inteligente comedia romántica llena de humor, amor, referencias culturales y una pizca de crítica social, y es la clase de película que puede ser del agrado de casi cualquier persona. Absolutamente recomendable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario