Ya he comentado que soy aficionado a las comedias románticas pero estoy un tanto cansado de la manera en que Hollywood ha casi desechado el género, limitándolo a comedias subidas de tono o remakes de éxitos de décadas pasadas. Así que fue una sorpresa encontrar que Set It Up (Set It Up: El Plan Imperfecto), una producción original de Netflix de 2018, rescata fórmulas del pasado y las presenta de forma tan fresca que casi se siente original.
La historia sigue a Harper Moore (Deutch), una chica de 25 años que trabaja como asistente de Kirsten Stevens (Liu), editora de un imperio multimedia de periodismo deportivo; y a Charlie Young (Powell), el asistente del altanero empresario e inversionista Rick Otis (Diggs). Ambos jefes son abusivos adictos al trabajo, por lo que sus asistentes prácticamente viven en sus oficinas, ubicadas en el mismo edificio en el centro de Manhattan sin posibilidades de llevar una vida propia o hacer cosas para sí mismos.
Harper y Charlie se conocen por accidente una noche en que sus jefes deciden que quieren cenar en la oficina a una hora en que casi todo está cerrado y acuerdan dividir un pedido para satisfacer a ambos. Luego de intercambiar historias de horror sobre sus respectivos jefes y lo que les gustaría hacer si sólo pudieran tener algo de tiempo, deciden manipularlos para que inicien una relación entre ellos, con la esperanza de que sus vidas personales los mantengan ocupados y así ellos puedan tomar un respiro.
Coordinan sus esfuerzos y conocimientos de las rutinas de Kirsten y Rick para provocar un par de encuentros casuales, como dejarlos encerrados en un ascensor o ponerlos en la Kiss Cam del Yankee Stadium. Entre confusiones y planes que no siempre salen según planeado, logran su objetivo y sus jefes empiezan a salir, pero mantenerlos juntos es complicado. Como resultado, ambos se vuelven cercanos y empiezan a cuestionar sus propias decisiones y lo que pensaban eran sus sueños personales y profesionales.
Como ya mencioné, la película incluye elementos del género que en otros tiempos eran recurrentes, y los presenta de forma fresca y con identidad propia, desde su aspecto visual y ritmo narrativo hasta el mensaje que esconde tras su historia. El guion fue escrito con una clara idea de lo que requiere una buena comedia romántica y un profundo conocimiento del género. Mezcla elementos de clásicos que van de Cyrano de Bergerac hasta The Parent Trap (Juego de Gemelas), y se da el lujo de citar esas historias como parte de su trama.
Una de las grandes fortalezas de la película es la construcción de personajes, y no sólo de los protagonistas, pues se toma el tiempo para dar personalidad a muchos de los personajes secundarios e incluso a algunos de los incidentales. Deutch y Powell, de mano de Scanlon y Silberman, logran que sus personajes no sólo funcionen como efectivos protagonistas de una comedia romántica, sino que aparezcan como dos seres humanos creíbles y con los que resulta fácil simpatizar o sentirse identificado.
La química entre la pareja de protagonistas y la gran labor de comedia que realizan habría bastado para cualquier comedia romántica, pero el guion de Silberman los pone en situaciones que generan escenas memorables, desde los momentos que comparten en el trabajo hasta la forma de comportarse en fiestas, el modo de insultarse uno al otro como sólo los mejores amigos lo harían, o conversaciones tan naturales que logran convencernos de que no existe mejor comida romántica que una pizza.
Claro que una comedia romántica sin complicaciones no está completa, así que además de sus respectivas situaciones laborales o los apuros para emparejar a sus jefes sin ser descubiertos, deben lidiar con sus propias relaciones personales, o con la falta de ellas. La novia de Charlie es una modelo vacua y ambiciosa, mientras que Harper había abandonado toda semblanza de vida personal y ahora debe lidiar con las sorpresas que implica recurrir a Tinder en busca de recuperar cierta semblanza de una vida personal.
En ese sentido, me llamó la atención que los personajes con menor trabajo de construcción sean los de Kirsten y Rick. Canlon y Silberman desafían estereotipos a lo largo de toda la película, y poner a un hombre negro y una mujer de ascendencia asiática como los dos personajes más ricos y poderosos en la historia fue una decisión interesante. Liu y Diggs hacen un buen trabajo al interpretar a este par de odiosos jefes y darles personalidad, pero quedan relegados a segundo plano y quizá hubiera sido interesante ver el desarrollo de su propia relación.
La dinámica de poder es parte importante de la trama, y aunque no se explora a fondo, es otro elemento que distingue a la película, que plantea cuestionamientos sobre los aspectos más desgastantes de la sociedad capitalista y el costo físico y mental que representa para mucha gente. Empleados explotados que resienten el mal trato de sus jefes y clientes, las aspiraciones de aquellos que quieren estar arriba incluso cuando son más cercanos a los de abajo, o la condescendencia de todos hacia quienes tienen menos.
Muchas de esas ideas se presentan a través de la relación entre Kirsten y Rick, pues luego de establecerlos como horribles jefes con prácticas abominables en la forma de lidiar con los demás, la idea de verlos en una relación romántica que suaviza muchos aspectos de sus abrasivas personalidades pudo ser motivo de que la historia se cayera a pedazos, pero Liu y Diggs, que parecen divertirse mucho con lo que el guion les pide, hacen un gran trabajo y el resultado de su relación es otra de las sorpresas en la trama.
Set It Up es una inteligente y divertida comedia romántica que, apoyada en un excelente trabajo de guion, una carismática y divertida pareja de protagonistas, y un más que sólido elenco de apoyo, ofrece hora y media de risas y suspiros que recuerden los mejores momentos de un género que desde hace muchos años se siente un tanto abandonado, o por lo menos relegado a producciones de televisión o streaming. Esta entretenida película está disponible en el catálogo de Netflix, y la recomiendo ampliamente.
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