martes, 14 de diciembre de 2021

Je ne suis pas un homme facile (No soy un hombre fácil, 2018)

Es raro encontrarse con una comedia romántica que se atreva a hacer crítica social, pero justo eso es lo que Éléonore Pourriat hizo con Je ne suis pas un homme facile (No soy un hombre fácil), película de 2018 que fue una de las primeras producciones francesas encomendadas por Netflix.

La cinta está inspirada en el cortometraje Majorité opprimée (Mayoría oprimida), dirigido por la propia Pourriat en 2010, y desde entonces tenía intención de expandir la idea en una serie de TV, aunque nada se concretó. La directora subió el corto a Youtube (con subtítulos en inglés), y llamó la atención de Netflix, que andaba en busca de propuestas para producir material original. Acordaron producir una película y no una serie, y la misma Pourriat realizó el guion con la colaboración de Ariane Fert. El elenco está formado por Vincent Elbaz, Marie-Sophie Ferdane, Pierre Bénézit, Blanche Gardin y Céline Menville, y se estrenó en abril de 2018.

La historia sigue a Damien (Elbaz), un machista empleado de oficina que desarrolla una app para ayudar a los hombres a medir su desempeño en términos de conquistas sexuales. La idea es aprobada entre risas en una reunión donde sólo hay una mujer, a quien no le hace mucha gracia la idea. Mientras asiste a una librería para la presentación del nuevo libro de su amigo Christophe (Bénézit), trata de ligarse a su asistente, Alexandra (Ferdane), quien lo rechaza, aunque él no le da importancia y va tras otra mujer, Sybille (Gardin).

Al salir del evento y mientras piropea mujeres en la calle, Damien se golpea la cabeza con un poste y pierde el conocimiento. Al despertar descarta las preocupaciones de la paramédico que lo atiende y del mismo Christophe, y se va a casa a descansar. Al despertar se encuentra con que no hay pantalones en su armario, y no reconoce nada de su ropa, y al salir a la calle se topa con un mundo en que los roles están invertidos, y la mayoría de los hombres visten pantalones cortos y llevan bolsas de mano.

Al llegar a su trabajo encuentra el lugar cambiado, pues sólo hay mujeres, y su antiguo jefe es el secretario de su nueva jefa, quien le informa que su proyecto fue descartado a favor de una app similar pero dirigida a las mujeres. Al protestar es despedido, y va con Christophe en busca de consuelo, sólo para hallarlo convertido en un oprimido amo de casa que además no es escritor, sino sólo el asistente ejecutivo de la exitosa autora Alexandra Lamour. ¿Podrá Damien sobrevivir en un mundo opuesto al que conocía?

Ésta no es la primera vez que una comedia romántica juega con la idea de poner a un hombre en los zapatos de una mujer para mostrarle lo diferente que puede ser la vida para el sexo débil. Además de What Women Want (Lo Que Ellas Quieren, 2000), donde el personaje de Mel Gibson puede "escuchar" lo que piensan las mujeres a su alrededor, se me ocurre el caso de Switch (Pasaporte al Cielo, 1991), película de Blake Edwards en que un mujeriego es asesinado, pero regresa... en el cuerpo de una mujer (Ellen Barkin).

Pero Je ne suis pas un homme facile lleva la idea más allá al hacer que el cambio sea global y afecte a todo mundo, pero sin afectar la identidad sexual de nadie y poniendo bajo los reflectores algunas de las actitudes más tóxicas de la sociedad machista en que vivimos, intercambiando los roles y colocando a las mujeres en la posición dominante. En ese sentido es importante apuntar que la película es una sátira, y no muestra una sociedad feminista, pues su "matriarcado" sólo es pretexto para mofarse de las actitudes machistas.  

Este cambio de roles pero no de actitud se vuelve obvio desde el vestuario. Todas las mujeres visten ropa de apariencia masculina, salen a correr sin playera y tratan a los hombres como objetos lindos que no deberían tener opiniones. Esto permite que parte del elenco juegue con crear personajes duales, el antes y después que se da con la compañera/jefa de Damien, el cambio de posiciones entre Christophe y Alexandra, o la actitud de Lolo (Menville), la esposa de Christophe, y quien éste sospecha que lo está engañando.

Elbaz y Ferdane tienen gran química juntos y su relación es el centro de la trama, pues al principio ella lo ve como una rebelde curiosidad que servirá como inspiración para su próximo libro, mientras que él sólo desea recuperar algunos de los privilegios que perdió en este nuevo mundo. La sutil evolución del personaje es manejada con tacto y buen gusto, algo común en las comedias francesas, que a diferencia de lo que predomina en Hollywood no explican de más ni enfatizan situaciones que el contexto hace evidentes.

En su faceta de actriz y guionista Pourriat ha trabajado a ambos lados del Atlántico, y si consideramos que por un tiempo trabajó con Louis C.K., seguro le sobran historias sobre inequidad sexual, y muchas de ellas deben haber informado la creación de un mundo en que los hombres son meros objetos sexuales, molestados y acosados, menospreciados física e intelectualmente, y discriminados a la menor provocación, y donde, salvo unos pocos que se atreven a alzar la voz, la mayoría acepta su situación sólo porque "así es como ha sido siempre".

Supongo que habrá muchos hombres que no encuentren divertida esta comedia, pero más allá de ideologías personales me parece que No soy un hombre fácil es una muy entretenida historia que, en el peor de los casos, debería servir como invitación a reflexionar sobre las actitudes que mostramos en nuestra vida diaria, ya sea como individuos o como sociedad en general, lo que quizás pueda resultar en un entorno más saludable donde las relaciones entre personas se den con mayor empatía.

En México pueden ver Je ne suis pas un homme facile a través de Netflix, y si les interesa el cortometraje que la inspiró, además de la versión con subtítulos en inglés en el canal de Youtube de la directora, en la misma plataforma hay disponible otra versión con subtítulos en castellano.

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