Los vampiros han sido parte del cine o el entretenimiento en general desde hace más de un siglo, pero la percepción de estos inmortales depredadores ha cambiado a lo largo de las décadas. La melancólica y romantizada visión de Anne Rice y su novela Interview with the Vampire (1976) explotó en popularidad a mediados de los 90, generando imitadores que alcanzaron su punto más alto con la saga de Twilight hace poco más de una década. Por fortuna hay mejores tratamientos de esa misma sensibilidad, y Byzantium (2012) es uno de ellos.
La película nunca tuvo distribución en forma en el continente americano, y se exhibió de forma limitada en Estados Unidos y Canadá. Al resto del continente llegó sólo a través de muestras y festivales, al menos hasta que se lanzó en DVD y Bluray, que fue como la vi originalmente hace unos años. Hoy día forma parte del catálogo de Prime Video para Latinoamérica, pero si tienen otra forma de verla les recomiendo que la usen, pues ese servicio la ofrece sólo en versión doblada al español.
La historia sigue a Clara (Arterton) y Eleanor (Ronan), dos mujeres, madre e hija, que son inmortales pero viven huyendo de ciudad en ciudad, permaneciendo sólo por cortos periodos en cada lugar. Por ello sus vidas carecen de estabilidad, sobre todo la de Elleanor, que tiene el cuerpo de una chica de dieciséis años. Incluso antes de convertirse, Clara practicaba el oficio más antiguo del mundo, y haberse transformado no hizo nada para cambiar su estilo de vida, aun si a Elleanor no le agrada la idea.
Aunque el grueso de la historia transcurre en el presente en un pequeño pueblo a la orilla del mar, algunas secuencias de flashbacks muestran escenas del pasado, desde la juventud de Clara hasta el nacimiento de Eleanor, o la forma en que ambas fueron convertidas y lo que tuvieron que ver con ello Darvell (Riley) y Ruthven (Miller). Esa historia y lo que pasó después es, de una u otra manera, la razón principal por la que ambas deben evitar quedarse por mucho tiempo en un solo lugar.
Eleanor quisiera vivir en paz por un tiempo y sin tener que mudarse y volver a empezar una y otra vez. Sus inclinaciones artísticas incluyen la música y escribir, y es a partir de la primera que conoce a Frank (Landry Jones), un chico que padece de leucemia, aunque está en recesión, y quien se siente muy atraído por ella. Su gusto por la literatura se manifiesta a través de contar por escrito su historia, aun si lo hace en privado antes de deshacerse de las páginas a fin de evitar que se vuelvan un problema.
En ese sentido, se podría argumentar que la trama es casi irrelevante para lo que ocurre en la película, que mayormente funciona como un estudio de personajes que ofrece un retrato de dos mujeres que se aman pero cuyas personalidades son por completo opuestas, lo que genera constantes conflictos entre ellas. Además ofrece un refrescante giro al presentar el vampirismo como una especie de hermandad secreta donde las mujeres no tienen cábida, y aquellas que logran entrar tienen un rol reducido y lleno de limitaciones.
La obra de Buffini se enfoca en explorar las diferencias entre sus dos protagonistas, a quienes rodea de un fascinante entorno que mezcla folkore y feminismo con algunas referencias históricas y alusiones a tempranas historias de vampiros, como Carmilla, de LeFanu o El Vampiro, de Polidori, pero más allá de eso limita el uso de elementos propios de historias de vampiros a un simple pretexto para explorar otros temas de interés humano y universal, y todo llevado a la pantalla de manera exquisita por Jordan y el excelente cinematógrafo Sean Bobbit.
Si la historia funciona es en buena medida gracias al excelente elenco elegido por Jordan para dar vida a sus personajes. Pese a la importancia dramática de la relación entre Clara y Eleanor, el peso emocional de la historia recae en el romance entre Eleanor y Frank. La callada intensidad de Ronan, combinada con su dulce y angelical apariencia, imprimen a su joven vampiro un aire de añoranza, sufrimiento y tristeza, y es difícil quitarle la vista de encima sin importar lo que haga en cada escena.
De forma similar, Landry Jones, con su pálida y frágil apariencia, además de una torpe pero entrañable timidez, parece ser todo lo opuesto a lo que uno espera del protagonista de una historia romántica, y aun así es de él de quien se enamora Eleanor. Esta joven pareja de actores tiene gran química, y Jordan le saca provecho al crear su relación a partir de momentos que no requieren palabras. Gestos, y miradas, o el solo roce de sus manos ayudan a retratar un amor juvenil con toda su confusión y contradicciones.
En cuanto a Clara, Arterton tiene la impactante apariencia de una amazona y la fortaleza de carácter que le hace juego. Producto de su época, se trata de una mujer que sigue ejerciendo la prostitución porque nunca ha visto la necesidad o ventajas de aprender a hacer otra cosa, y hasta ahora le ha bastado para sobrevivir y proteger a su hija, que es lo único que le importa. Su derroche de presencia y sensualidad es más fuerte que cualquier poder sobrenatural que pudiera ayudarle a seducir a los hombres a su alrededor.
Jordan se asegura de que antes que otra cosa su película sea un deleite estético, y Bobbit es el colaborador indicado para diseñar cada encuadre del modo que mejor aproveche el exquisito y delicado trabajo de diseño de producción y vestuario, con cuidadas explosiones de color que dan vida a la sombría atmósfera que rodea la historia, desde el derruido hotel en que viven las protagonistas, hasta la escuela de Frank, así como el muelle o los paisajes que le rodean, y sin necesidad de ángulos extravagantes o una edición llena de caprichosos cortes.
Los vampiros pueden ser igual de efectivos en una comedia que en una historia de horror. A lo largo de los años los hemos visto también en historias de acción y en entornos de ciencia ficción, pero cada cierto tiempo, de una u otra manera, aparece algún autor o artista dispuesto a explorar la melancolía que suele acompañar al concepto de vida eterna. Si buscan algo así, olvídense de Anne Rice o Twilight, pues si de vampiros trágicos y melancólicos se trata, existen maravillas como Only Lovers Left Alive, Let the Right One In (Déjame Entar) o Byzantium.
Moira Buffini y Neil Jordan crearon una historia hermosa y profunda, llena de matices que exploran temas tan humanos como el amor de una madre, el romance del primer amor, y el sentido de la vida ante la posibilidad de la inmortalidad, todo de una forma muy estética y anclado por las excelentes actuaciones de un elenco hecho a medida para lo que los realizadores de esta cinta querían hacer. Byzantium es una excelente película y una opción más que recomendable sin importar si se consideran fans de los vampiros o no. Absolutamente recomendable.
En México y el resto de Latinoamérica, Byzantium está disponible a través de Prime Video, pero sólo en versión doblada al español y sin ofrecer otras alternativas de audio o subtítulos.
Me encanta el tema de vampiros. Es más, al rato la veo.
ResponderBorrarA mí me encanta que, al igual que con los zombis, se pueden usar en historias de toda clase de tonos. Armé una larguísima lista pensando en comentar un puñado durante octubre, y luego decidí dejarlo como fijo. A ver hasta donde me da una película de vampiros a la semana.
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