Un subgénero bastante popular dentro del horror contemporáneo es el de slashers, historias que siguen a violentos asesinos seriales que acechan a sus víctimas para despacharles, usualmente con un arma punzocortante. En el cine sobran ejemplos que han derivado en exitosas franquicias (Halloween, Friday the 13th, Nightmare on Elm Street, Scream, etc.), y aunque en cómics no es un género tan popular, tampoco faltan ejemplos, y uno de los más recientes es Maniac of New York.
Esta miniserie de cinco números publicados a partir de mayo de este año por Aftershock Comics es una historia de horror y una mordaz sátira social a la actualidad estadounidense, creada por Elliot Kalan, escritor famoso por su trabajo en TV como jefe de escritores de The Daily Show with Jon Stewart y de la versión Netflix de Mstery Science Theater 3000, junto al talentoso artista italiano Andrea Mutti, que también se encargó del color, quienes trabajaron con el experimentado rotulista Taylor Esposito.
La historia gira alrededor de Harry the Maniac, nombre que la prensa y público da a un asesino serial que aparición durante la fiesta de Año Nuevo en Times Square y asesinó a 79 personas. Cuatro años después de ese ataque, el asesino sigue libre y sus ataques, que no parecen seguir patrón alguno de tiempo, lugar o selección de sus víctimas, se han convertido en una parte normal de la vida para los habitantes de la Gran Manzana sin que se vislumbre alguna posibilidad de que sea detenido.
La rivalidad entre el alcalde de la ciudad y el gobernador del estado impide una respuesta coordinada, y las autoridades parecen contentas con sólo hacerse a un lado y rogar porque el próximo ataque no se dé bajo su respectiva jurisdicción. De hecho, no es raro que los detectives de homicidios archiven sus propios casos como si fuesen producto de otro ataque de Harry sin importar que en la mayoría de los casos la evidencia apunte a que no tienen relación con el temido asesino serial.
Entra en escena la detective Gina Greene, recién nombrada como la nueva cabeza de la fuerza de tarea asignada por el alcalde a llevar la investigación de los asesinatos de Harry the Maniac. Gina tiene motivos personales para querer detener al asesino, pero pronto descubre que la fuerza de tarea carece de los medios, recursos o siquiera autoridad para realizar su trabajo. Tratando de cambiar las cosas, Gina contacta a la detective Zelda Pettibone, quien es odiada por sus colegas por rehusarse a encubrir a su antiguo compañero.
La inusual pareja formada por una detective ingenua e idealista que busca justicia y otra cínica y cansada que está convencida de que el asesino es un castigo a la ciudad que no puede ser detenido se convierte en el único verdadero esfuerzo por averiguar las razones tras los ataques de Harry para tratar de detenerlo, y luego de que el asesino es avistado a bordo de un tren del metro de la ciudad, ambas deciden abordarlo para enfrentarlo antes de que mate a todos los pasajeros.
En la superficie, Maniac of New York es una especie de carta de amor de parte de Kalan hacia el género slasher, llena de alusiones, tributos y referencias a algunas de las películas más características del género, pero en vez de quedarse ahí el escritor añade distintas capas narrativas, una de las cuales es una poco sutil crítica a la forma en que los estadounidenses reaccionan a tragedias y actos violentos que ninguna persona racional debería interpretar como parte de su realidad cotidiana.
Algunas de las figuras públicas que aparecen o son mencionadas en la historia, como el alcalde, el gobernador, un congresista y una personalidad de televisión, pese a tener nombres ficticios, son claras alusiones a personas reales, y la forma en que responden a la crisis planteada por la historia es reminiscente de lo que tantas veces hemos visto reportado en las noticias cuando hay algún tiroteo en escuelas o lugares públicos, o se presentan actos violentos que debían haberse prevenido.
El arte de Mutti es un gran complemento a la historia. Su trazo suelto y limpio, en combinación con una pálida paleta en que predominan los colores fríos se siento fresco, y los estallidos de violencia y sangre resaltan gracias al contraste que representa la sangre que rompe con la aparente monotonía de color en el resto de las escenas. Su atención al detalle es ligera, pero efectiva, lo que hace que sus locaciones sean claras e identificables, además de que tiene un gran manejo de expresiones faciales.
La historia está llena de humor negro, y es evidente que Kalan se regodea al mostrar la estupidez, incompetencia y negligencia que caracteriza a las figuras públicas de quienes se mofa con su historia. A pesar del tono de la historia, el autor inyecta la suficiente personalidad en sus dos protagonistas para lograr que el lector se identifique o simpatice con ellas, que en muchos sentidos son los únicos personajes en la historia que actúan como seres humanos racionales y con sentimientos.
Es importante apuntar que la historia está estructurada para funcionar como una serie de miniseries, con al menos una historia publicada cada año. Acaba de arrancar la segunda miniserie del título, Maniac of New York: The Bronx is Burning, que parte justo donde terminó la primera miniserie, así que es necesario tener paciencia y tratar de evitar sentirse decepcionados al descubrir que la historia queda abierta al final de los cinco números de la miniserie original.
Maniac of New York puede no ser un cómic para todos los gustos, pero si son aficionados al horror y en especial al género de slashers, y no rehuyen de la sátira o el humor negro, se trata de un cómic que seguro van a disfrutar. El tomo recopilatorio apareció en octubre pasado, y de acuerdo a como opera Aftershock, lo más probable es que cada miniserie resulte en un nuevo volumen publicado unas semanas después de la conclusión de cada miniserie.
Por desgracia se trata de un título de bajo perfil, y me parece poco probable que algún día llegue a publicarse en nuestro país una edición de esta serie, aunque quizás en España haya mayor interés por tener una versión en español de esta entretenida historia de sátira y horror. Se trata de un cómic bastante recomendable, aunque con las reservas habituales para aquellos lectores a quienes incomoden los relatos con exceso de sangre y violencia.
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