miércoles, 7 de abril de 2021

Kong: Skull Island (Kong: La Isla Calavera, 2017)

Hace unos días compartí mis impresiones de Godzilla vs. Kong, y caí en cuenta de que en su momento no comenté ninguna de las entradas anteriores en el Monsterverso de Legendary Pictures. No tengo nada en contra de la versión de Godzilla de Gareth Edwards, estrenada en 2014, pero creo que estamos todos de acuerdo en que abordó el tema con el enfoque equivocado y resultó... bastante aburrida.

Además, se produjo antes de que se concretara la idea de crear un universo compartido entre las franquicias de Kong y Godzilla, así que sólo forma parte del Monsterverse por un tecnicismo. Asi que saltemos a 2017, cuando Legendary hizo lo necesario para trabajar en el eventual crossover y llevó a Kong a Warner, perdiendo en el proceso a Peter Jackson, que habría de producir la cinta como secuela a su propia versión de King Kong (2005), película sobre la que en su momento escribí más de un texto (aquí pueden leer el que sería equivalente a mi reseña) y proponía a directores como Adam Wingard (Godzilla vs. Kong) o Guillermo del Toro.

Kong: Skull Island  fue dirigida por Jordan Vogt-Roberts sobre un guion de Dan Gilroy, Max Borenstein y Derek Connolly, y cuenta con las actuaciones de Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, John Goodman, Brie Larson, Toby Kebbell y John C. Reilly, entre otros, además del trabajo de Terry Notary en la captura de movimiento para dar vida al propio Kong. La cinta se estreno en marzo de 2017 y recaudó más de 560 millones de dólares alrededor del mundo, además de recibir críticas mayormente positivas. Está disponible en Netflix Latinoamérica por lo que resta de este mes.

En 1973, al final de la guerra de Vietnam, una unidad de combate bajo las órdenes del Tte. Crel. Preston Packard (Jackson) recibe órdenes de presentarse en Bangkok para servir como escolta a una misión científica antes de volver a casa. Bill Randa (Goodman), líder de la organización gubernamental Monarch, desea explorar una isla recién descubierta en el Pacífico. Le acompañan el geólogo Houston Brooks (Corey Hawkins) y la bióloga San Lin (Jing Tian), además de James Conrad (Hiddleston), capitán retirado del Special Air Service británico, y a la fotógrafa antiguerra Mason Weaver (Larson).

Randa parece tener información que oculta al resto de los involucrados, limitando al mínimo los detalles que comparte acerca de la isla o de lo que espera hallar en ella. Una vez que el buque transporte los acerca a una distancia razonable, el resto del viaje es completado a bordo de helicópteros. Al llegar a la isla, los hombres de Packard dejan caer explosivos diseñados para desarrollar un perfil sísmico del terreno, pero las detonaciones atraen la atención de la fauna nativa, y en pocos minutos el grupo de helicópteros es atacado por un gigantesco primate.

Todas las aeronaves son destruidas o derribadas y los supervivientes quedan divididos en dos grupos, uno con Conrad, Weaver y los científicos, el otro con Randa, Packard y el resto de los pilotos y soldados. El primero pretende atravesar la isla para alcanzar el punto acordado para recibir reabastecimiento de provisiones y combustible, en tanto que Packard decide ir a buscar el helicóptero de transporte y al Mayor Chapman (Kebbell), su segundo al mando, pues está convencido de que cuentan con armamento suficiente como para destruir a Kong.

La cinta es una exhilarante experiencia audiovisual que recae en una historia ágil y llena de acción y en las sólidas actuaciones de su estelar reparto para ofrecer casi dos horas de entretenimiento escapista que resulta bastante efectivo al tomar una ruta diametralmente opuesta a la de la mencionada versión de Godzilla. Mientras aquella cinta optó por seguir la fórmula de Jaws, tomándose su tiempo para revelar al monstruo que sólo se insinúa durante buena parte de la película, aquí Kong se revela a los pocos minutos y es una presencia constante a lo largo de la historia.

La inclusión de soldados recién salidos de la jungla de Vietnam, con diálogos tan ominosos que coquetean con el ridículo, además del peculiar uso de rock de la época, dan a la cinta cierto aire de homenaje a Apocalypse Now, lo que amenaza con convertirse en una distracción, pero siempre queda en segundo plano, detrás de la incesante acción de monstruos y amenazas ocultas en la isla. Como contrapunto, la cinta tiene momentos de humor esparcidos a lo largo de la historia, creando un interesante contraste entre sus distintos personajes.

Las actuaciones en general son bastante sólidas, pero destaco de forma especial la labor de Samuel L. Jackson como el duro militar que no tiene idea de qué hacer sin una guerra que pelear y se refugia en un obsesivo deseo de venganza contra la criatura que mató a sus hombres, así como la de John C. Reilly, que da vida a Hank Marlow, piloto de combate de la segunda guerra mundial que se estrelló en la isla casi treinta años atrás, quien alterna entre ser la conciencia del grupo y el comic relief con sus observaciones temporalmente desfasadas.

El guion no da mucho para trabajar a Hiddleston y Larson, pero ambos despliegan su habitual carisma y facilitan que el espectador simpatice con ellos. El personaje de Goodman parece diseñado para presentar las ideas que permiten contemplar la idea de que Kong y Godzilla compartan un origen, para lo cual se retoma un viejo y olvidado elemento de la ciencia ficción de décadas atrás: la teoría de la tierra hueca, un mundo subterráneo que esconde toda clase de secretos, incluyendo monstruos gigantes.

El diseño y animación de criaturas es espectacular, aunque me sorprendió no ver más dinosaurios, parte esencial de King Kong en las versiones de 1933 y 2005. Por otro lado, aplaudo el uso de motion capture para dar vida a Kong, pues sus movimientos y expresiones faciales se sienten mucho más naturales de lo que uno esperaría de una mera animación computarizada. El actor responsable de darle vida es Terry Notary, quien aprovechó la presencia en el set de Toby Kebbell, que hizo una labor similar en la franquicia de Planet of the Apes, para añadir profundidad a su trabajo.

La película funciona mejor cuando decide no tomarse en serio y abrazar de lleno la naturaleza casi infantil que representa la idea de ver monstruos peleando, pues cada vez que intenta ponerse seria y hablar de temas ecológicos (la Tierra no nos pertenece) o políticos, como los traumáticos horrores de la guerra o la forma en que el gobierno manipula información y recursos, la cosa amenaza con descarrilarse. Por fortuna eso nunca sucede y la cinta se mantiene mayormente enfocada en crear momentos emocionantes o divertirse con referencias a la cultura pop.

En resumen, Kong: Skull Island es una entretenida película que funciona mejor si uno no se la toma demasiado en serio. Es además el verdadero punto de partida del Monsterverse, y como buena franquicia muti-títulos incluye la obligatoria escena post-créditos que prepara el terreno para la siguiente entrega. Película bastante recomendable si lo que buscan son dos horas de entretenimiento sin muchas pretensiones.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario