La literatura de género siempre ha dado un lugar especial a las formas narrativas cortas, a menudo ignoradas en la literatura "tradicional", y aunque la forma de dividir las historias en cuentos, noveletas, novelas cortas y novelas suele ser motivo de discusiones y controversias, llega a tener su utilidad. El caso de la novela corta es especial, pues su publicación resulta en libros muy pequeños, mientras que muchos editories son reacios a incluirlas en colecciones, habitualmente reservadas para duentos y noveletas. Como sea, el libro que quiero comentar en esta ocasión es justo una novela corta.
La historia es una mezcla de fantasía, ciencia ficción y horror, que se combinan en un relato lleno de humor, y a pesar de su compacto empaque se trata de una feroz crítica al capitalismo y la sociedad de consumo.
Ava es una joven empleada de LitenVärld (Pequeño Mundo en sueco), tienda de muebles similar a IKEA. Se siente miserable pues uno de sus compañeros se reportó enfermo y debe cubrirlo en lo que se suponía era su día de descanso. Y sí, es un trabajo horrible, pero la verdadera causa de su aprehensión es la idea de toparse con Jules, que hasta hace una semana era su pareja. Se propusieron ser amigos, pero tienen demasiados pendientes y la sola idea de encontrarse es incómoda. Por desgracia para ambos, pese a ser un día lento en temporada baja, una mujer desaparece mientras recorre el piso de exhibición en compañía de su nieta.
La cosa se complica al descubrir que la mujer encontró un maskhål, un agujero de gusano, y se trasladó a otro mundo. Aun más perturbador que hallar un portal en medio de la tienda es descubrir que es una ocurrencia lo bastante común como para que haya instrucciones de cómo lidiar con la situación. En videos corporativos, claro. Para sorpresa de nadie, a fin de recortar costos, la corporación eliminó la división a cargo de buscar a quienquiera que tenga la mala suerte de deambular por un maskhål, y cualquier rescate depende de que alguien se ofrezca a ir en su busca. Si no hay voluntarios, el manual dicta enviar a los dos empleados con menos tiempo en la tienda, que en este caso son Ava y Jules.
Así que mientras lidian con sus sentimientos deben hallar el modo de trabajar juntos al menos hasta rescatar a la mujer perdida. Si todo sale bien, quizás puedan por fin hallar cómo convertirse en amigos, pero esa no es la mayor de sus preocupaciones. Al enfrentar los peligros que implica trasladarse de un mundo a otro, la lucha por sobrevivir hace que todo lo demás pase a segundo plano, incluso si se trata del tormentoso estado de una relación. ¿Serán Ava y Jules capaces de dejar de lado sus problemas el tiempo suficiente como para rescatar a la mujer y volver a casa? ¿Hallarán el modo de reinventar su relación para volver a convivir en cualquiera que sea el mundo en que terminen?
Aunque la sola premisa de mundos paralelos construidos alrededor del concepto mismo de la tienda es lo bastante interesante como para propulsar la historia por su cuenta, Cipri hace énfasis en concentrarse en sus personajes. La pareja protagonista está compuesta por un personaje de identidad no binaria y una lesbiana, pero el autor los escribe de modo que eso resulta tan relevante como indicar el color de su cabello, y los trata como personas comunes y corrientes que lidian con una complicada situación sentimental.
La historia está narrada en primera persona por Ava, lo que permite al personaje desarrollarse de forma orgánica, presentando sus miedos e inseguridades de forma que resulta fácil empatizar con ella. A través de sus ojos conocemos muchos de los problemas que Jules enfrenta de forma cotidiana como un joven transexual negro y de identidad no binaria. Una vez que uno simpatiza con los personajes, es fácil emocionarse con lo que les pasa y preocuparse ante los peligros que enfrentan en su inusual aventura a través del multiverso, en la que sólo cuentan con el apoyo de un dispositivo llamado Finna (sueco para 'encontrar'), que les permite localizar y navegar los agujeros de gusano.
La prosa de Cipri es clara y tiene un ágil ritmo narrativo, lo que sumado a la brevedad de la historia hace de Finna una lectura bastante rápida pero no por ello menos satisfactoria. Es como si hubiera contado la historia que quería contar, sin una palabra extra, resistiendo la tentación de alargarla más de lo necesario, y fluye con la ligereza de un guion para cine, que parece ser la forma en que se le concibió originalmente. Aún así, al final uno queda con deseos de saber más de sus personajes, así que cuando el autor reveló hace poco que ya trabaja en una secuela de lo que llama el Litenverso, me alegré bastante.
Finna es una divertida historia de ciencia ficción con tintes de horror que lleva el comentario social a flor de piel. Aunque se trata justo de la clase de entretenida aventura ligera que esperaba encontrar, me sorprendió un poco descubrir lo emotiva que resulta y espero con ansía la aparición de las secuelas. Sin duda una lectura bastante recomendable. Ahora sólo me resta buscar Horrorstör, novela de Grady Hendrix que me dicen parte de una premisa similar.
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