martes, 13 de abril de 2021

Comicteca: The Flintstones, de Mark Russell y Steve Pugh

Pocos personajes de dibujos animados están tan arraigados en la cultura popular como las creaciones de Hanna-Barbera, que han acompañado a niños de todas las edades por varias generaciones. Por eso, cuando en 2016 DC anunció planes para actualizar algunos conceptos en una nueva línea de cómics, la noticia fue mayormente recibida con escepticismo. Pero para sorpresa de muchos, el resultado fue mejor de lo esperado, y en el caso particular de The Flinstones (Los Picapiedra) se trató de un cómic relevante y de actualidad.

La idea detrás de la línea, denominada como el Hanna-Barbera Universe, era dar una inyección de frescura a las aventuras de estos personajes, conservando la esencia y espíritu de las clásicas animaciones pero explorando toda clase de conceptos modernos y temas de actualidad. Y tal vez fue la naturaleza misma de The Flinstones, serie creada en 1960 que se mantuvo en el aire por seis años, ayudó a que se convirtiera en el perfecto ejemplo de lo que la línea podía llegar a ser en las manos correctas.

Y en este caso las manos elegidas para moldear y reinventar el mundo habitado por Fred y Wilma Flinstone, junto con sus amigos y vecinos Barney y Betty Rubble, y el resto de los habitantes de Bedrock fueron las de Mark Russell, escritor y satirista que entonces era casi desconocido en el medio del cómic estadounidense, que hizo equipo con el veterano artista Steve Pugh, quienes entre junio de 2016 y junio de 2017 produjeron una docena de cómics que en muy poco tiempo dejaron de ser un secreto para convertirse en una de las series más aclamadas de la editorial.

Algunos dicen que desde su origen The Flinstones eran una parodia de la sociedad estadounidense, pero eran otros tiempos y el tono de la serie era en realidad una astuta celebración del sueño americano, un curioso retrato de la vida de una familia de clase media en los suburbios, sector demográfico que estaba en plena expansión. Pasaron casi 30 años para que The Simpsons ofrecieran una verdadera parodia de la misma sociedad. Russell y Pugh mezclan el espíritu de ambas series animadas con su propio y peculiar sentido del humor y crean una versión más cínica, oscura y divertida de los clásicos personajes.

Muchas ideas de la serie original, como los animales como versiones primitivas de electrodomésticos de uso cotidiano, son rescatadas pero con un giro más oscuro. No sólo son una crítica al rampante consumismo característico de nuestra sociedad, sino también del egoísmo manifiesto del hombre al usar y abusar de la naturaleza, siempre en nombre del progreso tecnológico, y a la creciente tendencia a buscar explotar a otros como trabajo no remunerado, creando un sector de la población sin derechos y en ocasiones sin autoestima, individuos que sólo pueden definirse a sí mismos por el papel que tienen como parte "productiva" de la sociedad.

Muy pronto queda claro que para Russell y Pugh no hay temas tabú. De sexualidad (rechazo a la antinatural práctica del matrimonio y una aparición de Adam y Steve) hasta la religión (que cambia todo el tiempo sin razón aparente), veteranos de guerra con estrés post-traumático, la explotación de inmigrantes y los que menos tienen, y más. The Flinstones es una dura crítica a una sociedad que siempre se ha identificado con lo mejor y lo peor que el capitalismo puede ofrecer. No es difícil proyectar problemas de alcance universal, pero el gran mérito de los autores está en lograr que su oscura visión de la sociedad resulte tan divertida.

Por otro lado, el estilo de sátira y parodia de Russell parece ideal para funcionar como viñetas sueltas, algo que sería muy fácil presentar en historias de una, dos, cuatro u ocho páginas y atacando un tema a la vez, pero el escritor se las arregla para envolver todo en una trama central que se desarrolla a lo largo de toda la serie con segmentos que se ligan y entrecruzan de forma orgánica, creando un mundo complejo poblado por personajes con los que es fácil identificarse gracias a la claridad de todas y cada una de las parodias creadas por los autores.

El artefacto argumental con que Russell enmarca su historia es que, desde el inicio, sabemos que estamos viendo escenas de un pasado distante, un mundo destruido por un cataclismo que, salvo por algunos fósiles y hallazgos difíciles de interpretar, eliminó todo vestigio de una sociedad que, sin saberlo, estamos replicando de un modo que debería preocuparnos. Así Russell puede jugar incluso con elementos de la serie original que de otro modo sería difícil incorporar, como la presencia del Gran Gazoo, visitante del planeta Zetox, quien es consciente de la amenaza del inminente cataclismo.

Un punto importante para que la serie logre conectar con el lector en distintos niveles, es que está escrita con los personajes como eje principal. Hubiera sido muy fácil dejar que la parodia misma dictara el rumbo de las historias, pero Russell se encarga de dar una personalidad e ideología propia a cada uno de sus personajes, lo que facilita empatizar con ellos mientras atraviesan distintas situaciones. Y ése buen trabajo de construcción no se limita a los personajes centrales, pues cada personaje incidental que aparece para mostrar otro aspecto de este mundo, lo hace con un peso específico que va más allá de "el tema del mes".

Mención aparte merece el trabajo de Steve Pugh, quien realiza el arte completo en la serie (trazo, tinta y color). Su estilo es lo bastante cartoony para manejar el humor de la serie, pero tiene un estilo bastante más realista que el usado por los animadores de Hanna-Barbera, lo que ayuda a enfatizar el tono de sátira de la serie. Su completo manejo de lenguaje corporal y expresiones faciales es esencial para que las historias funcionen, sobre todo por el peso que se da al desarrollo de los personajes, y sus fondos están llenos de guiños y gags visuales.

El resultado es una de esas piezas de entretenimiento popular que no sólo resultan extremadamente divertidas para casi todo público, sino que invitan a la audiencia a pensar y a reflexionar sobre el mundo que nos rodea y nuestro lugar en el mismo, a echar un vistazo a algunas de las partes más oscuras de nuestra propia naturaleza, y salir con una sonrisa que en más de una ocasión puede ser nerviosa y producto de haber echado un vistazo a un reflejo de una parte poco agradable de nosotros mismos.

Me mantengo escéptico acerca de los méritos de otras series que forman parte del Hanna-Barbera Universe de DC Comics, pero creo que la sola existencia de The Flinstones justifica la realización del experimento, pues se trata de una lectura inteligente y relevante a la que todo mundo debiera darle un vistazo. La serie entera fue recogida en dos volúmenes de pasta blanda, y sin duda se trata de una lectura muy recomendable.

2 comentarios:

  1. Me faltó ver a Fred anunciando Salem, como en los anuncios de los sesentas :O Por lo demás, me intriga bastante este cómic.

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    1. Je. Creo que el tema de los comerciales sí es más complicado hoy en día. Por lo demás, es una excelente opción. Mordaz como todo lo que hace Russell que, si no lo has leído, apuesto a que te divertiría su versión apócrifa e ilustrada de la Biblia, titulada God is Disappointed in You.

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