Si hay un personaje de la literatura clásica que constantemente se intenta renovar y mantener vigente, es Sherlock Holmes. El analítico detective creado por Sir Arthur Conan Doyle ha sido objeto de toda clase de versiones y reinterpretaciones, aunque en los últimos años éstas se han concentrado en la idea de trasladarlo al presente, a veces de forma exitosa (Sherlock), otras no tanto (Elementary), e incluso, de vez en cuando, disfrazado de otra cosa (House). Pero lo que Tom Bidwell intenta con The Irregulars, la nueva serie original de Netflix, es algo bastante diferente.
En un puñado de las clásicas historias de Doyle, comenzando con A Study In Scarlet, aparecen los Baker Street Irregulars, un grupo de chicos de la calle que Holmes emplea para servir como sus ojos y oídos en aquellas partes de Londres donde él mismo no encajaría y tendría problemas para recabar información. Pero la versión de Bidwell, guionista que ganó atención y reconocimiento gracias a su guion para la miniserie Watership Down, también de Netflix, ofrece otra clase de cambios pese a conservar la época original de aquellos relatos.
Sus Irregulares son unos huérfanos algo mayores que los de Doyle, con edades que van de los 15 a los 21 años, y quienes luchan por ganarse la vida en las duras calles de Londres mientras viven en una vieja y derruída bodega bajo una taberna. Bea (Thaddea Graham), su enfermiza hermana Jess (Darci Shaw), el carismático y locuaz Spike (McKell David) y el duro y temperamental Billy (Jojo Macari) son contratados por el doctor John Watson (Royce Pierreson), compañero de Sherlock Holmes para reunir información sobre una serie de secuestros de bebés ocurridos bajo circunstancias misteriosas.
Pronto queda claro que hay elementos sobrenaturales en juego, lo que de uno u otro modo parece tener relación con Jess, quien desde hace varias semanas sufre de visiones y pesadillas. Aparece también Leo (Harrison Osterfield), un joven aristócrata que desea escapar de los exagerados cuidados que su delicada salud requiere y tras un encuentro casual siente una fuerte atracción por Bea, por lo que escapa y se une al grupo pero sin revelarles su verdadera identidad y origen. Una visión de Jess le revela que sus visiones son parte de habilidades especiales, que entran en juego para salvar a sus amigos y resolver el caso.
Bea está convencida de que Watson sabe más de lo que les ha dicho, y pronto los jóvenes se ven involucrados en un esfuerzo por contener una oleada de ataques sobrenaturales en Londres, los cuales poco a poco resuelven sin ayuda, y se preguntan qué es lo que el malhumorado doctor les oculta, como la inexplicable ausencia del propio Sherlock (Henry Lloyd-Hughes), sin mencionar que parece estar al tanto de las habilidades de Jess. ¿Podrán los jovenes hallar las respuestas a todas sus interrogantes antes de que Londres sucumba ante las fuerzas que la amenazan?
Esta primera temporada consta de ocho episodios y tarda un par en establecer su identidad con un ritmo narrativo ágil y entretenido. Las principales fortalezas de la serie son el carisma y talento de sus jóvenes protagonistas y el inteligente guion que, además de construir un intrigante misterio, utiliza un slang contemporáneo, lleno de creativos insultos y maldiciones, pero sin perturbar el ambiente victoriano en que se mueven. Me gustó ver minorías étnicas en Londres (una de las ciudades con mayor diversidad desde hace siglos), a pesar de la exageración de incluir aristócratas de color, aunque es sólo una distracción menor.
Aunque las amenazas que los chicos enfrentan en los episodios individuales son bastante genéricas y recuerdan a los muchos intentos que a lo largo de los años se han hecho por emular el éxito de Buffy (un hechicero que controla animales, una malvada hada de los dientes, alguien capaz de portar los rostros y apariencia de los demás), la serie hace énfasis en la cataclísmica amenaza de la que las anteriores son sólo síntomas o manifestaciones, y hace un gran trabajo en la progresiva construcción del suspenso, con el añadido de que por fin revela qué es lo que Holmes tiene que ver con todo el asunto.
A lo largo de sus ocho episodios la serie lidia con elementos de distintos géneros. Misterio, horror, aventura, crimen, romance y fantasía luchan por tiempo y espacio en pantalla, presentados con un toque de humor y siempre empoderados por el carisma de los protagonistas, pero quizás esa mezcla de tonos sea la principal razón para que la serie tarde un poco en hallar su ritmo e identidad. Pero una vez que lo hace se convierte en una entretenida historia que uno sigue con gusto, y resuelve su trama principal de forma lo bastante satisfactoria como para para desear que pronto se confirme la realización de una segunda temporada.
El trabajo de diseño de sets y vestuarios es bantante bueno y nunca nos deja olvidar que se trata de una historia de época, más allá del moderno tono que asoma en la trama con bastante frecuencia. Las actuaciones en general son buenas, e incluso el elenco de apoyo hace un trabajo bastante sólido. Mi mayor queja es que los episodios parecen diseñados para durar exactamente una hora, y un puñado de ellos se habrían beneficiado de una edición más agresiva que los dejara cerca de los 45 minutos de una serie tradicional, sobre todo cuando los personajes se dividen en tramas secundarias que parecen extenderse sólo para llenar tiempo.
Me gustó que el peso narrativo de la historia recaiga sobre las chicas. El caso de Bea, que toma prominencia, es especial, pues no empieza como el más agradable de los personajes pero conforme se revelan las muchas capas de su personalidad se convierte en el corazón de la historia, la chica de gran fortaleza interior que motivada por la lealtad y la compasión hará lo que sea para proteger a su hermana y amigos. Jess es el complemento perfecto como la chica de apariencia delicada pero poseedora de un gran poder que le aterra asumir pero que quizás es el que más crece a lo largo de la historia.
Holmes y Watson son casi una nota al pie, al menos hasta la segunda mitad de la temporada, cuando se revela su verdadera relación tanto con las chicas como con la amenaza sobrenatural que se cierne sobre Londres, pero incluso entonces son sólo un apoyo más para la historia de Bea y Jess. Leo, Billy y Spike no tienen tanto desarrollo, pero ayudan a redondear y envolver la historia central y aportan matices que la fortalecen. Supongo que la serie podría describirse como un misterio sobrenatural victoriano, y por momentos emula algunos de los aspectos más atractivos de series como, por ejemplo, The X-Files.
Al final, aunque la conexión con Holmes sea tan delgada que podría decepcionar a más de uno, The Irregulars es una serie juvenil de misterio bastante entretenida y con mucho potencial, así que espero se le dé la oportunidad de seguir creciendo y expandiendo la rica mitología que ha construido alrededor de sus carismáticos protagonistas. Una serie muy recomendable, aunque con un par de reservas menores.
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