Pocos autores de fantasía y ciencia ficción han gozado de tanto éxito en la última década como N.K. Jemisin, ganadora de algunos de los premios más importantes en la ficción especulativa. Además del reconocimiento por sus libros y cuentos, la autora es también responsable de la aclamada serie Far Sector, publicada por DC Comics. Debo admitir que, aunque había leído un puñado de cuentos suyos, me tardé mucho en empezar a leer sus novelas, pero cuando por fin empecé, lo hice desde el principio.
Hace unas semanas circuló la noticia de que la trilogía será desarrollada como una serie de televisión que será producida por Searchlight Television y Westbrook Studios, la compañía productora propiedad de Will Smith y Jada Pinkett Smith, así que es muy probable que su popularidad se dispare en un par de años.
La novela cuenta la historia de Yeine Darr, la joven regente de unas tierras bárbaras en el norte del mundo que perdió a su madre hace unas semanas pero cuyo duelo es interrumpido por el llamado de Dekarta Arameri, su abuelo, cabeza de la familia Arameri y quien gobierna el mundo desde la ciudad flotante de Sky, quien demanda su presencia de forma inmediata. Por derecho de sangre Yeine es una Arameri, pero cuando su madre se casó con un bárbaro provocó la ira de su padre y se refugió en el norte, lejos de las intrigas de la corte.
Yeine no sabe qué esperar de la ciudad o de su abuelo, por lo que se lleva una enorme sorpresa al descubrir que fue llamada para que su abuelo pudiera reconocerla como su heredera. El problema es que el viejo monarca ya había otorgado ese mismo privilegio a Relas y Scimina, sus sobrinos gemelos, lo que significa que habrá una lucha por el poder para ver quién gobernará al mundo después de Dekarta. Yeine sabe que está fuera de su elemento y que su vida corre peligro, pero está más preocupada por tratar de aclarar las circunstancias en que murió su madre, pues sospecha que uno de los Arameri la hizo matar.
Aunque Yeine intenta mantener al mínimo sus interacciones con los habitantes de Sky, familia o no, su posición como posible heredera la obliga a cumplir ciertas funciones pero consciente de que no puede considerar a nadie como un aliado o amigo. Entre aquellos con que debe tratar de forma cotidiana destacan T'vril, primo lejano suyo que funge como mayordomo de Sky; y Viraine, el escribano de palacio, cuya función es usar el lenguaje de los dioses para manipular magia de acuerdo a los caprichos de Dekarta y la familia central. Ambos parecen interesados en Yeine, pero sus motivos para ello no son claros.
Yeine desarrolla peculiares relaciones con Nahadoth y Sieh, dos de los dioses cautivos de los arameri, y a través de ellos intenta averiguar cuanto puede del funcionamiento de la ciudad, de los planes de su abuelo, y de las circunstancias en que su madre abandonó Sky veinte años atrás, pues está convencida de que el ello se esconde la razón de su asesinato. Decidida a cobrar venganza de quien resulte responsable de haberla matado, Yeine se sumerge en un mundo de intrigas donde su propia agenda chocará con la de los arameri y la de los mismos dioses, que parecen tener sus propios planes para ella.
Además de una trama interesante y bien desarrollada, la novela resulta muy emotiva, haciendo uso de personajes bien desarrollados para explorar toda clase de emociones y sentimientos, desde odio, ira y miedo hasta lujuria, compasión y nostalgia. Además, la prosa de Jemisin es clara pero elegante. Escribe con una naturalidad que hace fácil seguir la historia y con un vocabulario cuya riqueza sieve por igual a la transmisión de emociones que a las descripciones de este fascinante mundo.
En resumen, The Hundred Thousand Kingdoms es una rica y emotiva novela de fantasía que, pese a ser el inicio de una trilogía, cuenta una historia completa y autocontenida. Sin duda una lectura bastante recomendable.
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