Una de las cosas que más disfruto de explorar los catálogos de los servicios de streaming es la posibilidad de acceder a material de otras partes del mundo y no sólo a la producción de Hollywood. Por ejemplo, Netflix tiene Sputnik: Extraño pasajero (Спутник - Sputnik, que significa satélite) película de ciencia ficción, horror y suspenso estrenada el año pasado en Rusia y algunas otras partes del mundo.
Se trata del debut como director de Egor Abramenko sobre un guion de Oleg Malovichko y Andrei Zolotarev, y cuenta con las actuaciones de Oksana Akinshina, Pyotr Fyodorov y Fedor Bondarchuk. El plan original era que la película debutara en el Tribeca Film Festival de Nueva York en abril del año pasado, días antes de su estreno en Rusia, pero cuando el evento se pospuso debido a la pandemia y sin cines abiertos en aquel país, se lanzó como video-on-demand a finales de ese mismo mes, y en EEUU en digital y en algunos cines en agosto.
La historia está ambientada en 1983, en plena Guerra Fría, y sigue a un par de cosmonautas que, durante el regreso de una misión, justo antes de que su cápsula reingrese a la atmósfera, experimentan un extraño incidente. Al caer en Kazajistán, uno está muerto y el otro, llamado Konstantin (Fyodorov) está perturbado. Días después el Coronel Semiradov (Bondarchuk) solicita la ayuda de la Dra. Tatiana Klimova (Akinshina), una joven terapeuta que se distingue por su disposición a correr riesgos para ayudar a sus pacientes.
No quiero decir mucho más de la trama, pues casi cualquier cosa que mencione es un potencial spoiler, pero dejémoslo en que Konstantin y su compañero trajeron algo del espacio ("subieron dos y bajaron tres", dice uno de los personajes), y Semiradov quiere que Tatiana le ayude a determinar si es posible liberar a Konstantin de la influencia del ente antes de que le den la orden de eliminarlo. Mucho del conflicto de la cinta se resume en una anotación que Tatiana hace después de su primera entrevista con Konstantin: ¿Parásito o simbionte?
La historia toma elementos de Alien y los usa con efectividad, construyendo atmósferas que crean un tenso suspenso alrededor de su misterio central (y con un genial diseño de criatura). Los guionistas tienen el acierto de enfocarse en desarrollar a su trío de protagonistas y ponen el peso dramático de la historia sobre ellos, lo que es complementado por buenas interpretaciones de sus actores principales, lo que permite llevar a buen término esta interesante historia de ciencia ficción, horror y terror psicológico.
La mayor parte del horror en la cinta es psicológico, pero el director no rehuye a la violencia y sangre a cuadro, pero lo hace con elegancia, y a menudo crea la sensación de gore sin necesidad de ser tan gráfico. Aunque es imposible sacudirse la impresión de que mucho de esto lo hemos visto antes, los complejos personajes y una obvia idiosincracia rusa ayudan a crear una satisfactoria experiencia, familiar en temas y elementos, pero distinta a las cintas americanas. El trío central y la evolución en sus relaciones es el motor dramático de la historia.
Tatiana es una mujer fuerte e independiente, fría y racional, que debe lidiar con unas autoridades (ejército y gobierno) machistas y tradicionalistas. Konstantin es el arquetipo del "héroe del pueblo" ruso: fuerte y viril, estoico y reservado, y el coronel tiene una compleja personalidad que se revela conforme reacciona a sus circunstancias y la revelación del misterio. Como representante del poder, tanto militar como burocrático, tiene un peso específico tanto en la trama como en la exploración de temas, sobre todo el de los monstruos.
En particular me gustó la compleja relación entre Tatiana y Konstantin. Empieza como una simple idea de amor prohibido, que en el contexto parece un oscuro paralelo a la bella y la bestia, pero revela matices que parecen oscilar entre una relación fraternal o una materno-paternal, pues por momentos intercambian roles para tratar de proteger al otro del sistema que los hizo lo que son pero no deja de mostrarse abusivo y demandante. El tema de la relación entre padres e hijos cobra fuerza conforme avanza la historia.
El tema central del horror parece ser la idea de la facilidad con que el hombre puede ocultar monstruos en su interior y la forma en que estos afectan sus actos y decisiones. Por momentos es sutil, pero a menudo bastante obvia la idea de cómo esos monstruos pueden llevarnos a perseguir nuestras ambiciones, sin importar las consecuencias que haya que enfrentar, y explora con sutileza las muchas formas en que a veces los monstruos se asoman sin que nos demos cuenta, y en otras de forma consciente y deliberada.
Aunque elementos comunes del horror (miedo a lo desconocido, revelaciones que causan sobresaltos, salpicaduras de sangre y distintos grados de horror corporal), la cinta es más efectiva al explorar los miedos y deseos de sus protagonistas, personas cuyas ambiciones los han puesto en un predicamento moral sin escape aparente, pero lo hace con una marcada compasión y humanidad, todo envuelto en una sutil y melancólica sensación de que pese a sus esfuerzos están resignados a aceptar la inevitabilidad de su destino.
Sputnik es una de esas extrañas películas que uno disfruta cuando la ve, pero cobran mayor fuerza al pasar de las horas o días, cuando algunos de sus temas o ideas nos siguen dando vueltas en la cabeza. Sin duda se trata de una opción más que recomendable para todo aficionado al horror o la ciencia ficción.
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