viernes, 6 de agosto de 2021

Cube (El Cubo, 1997)

Vincenzo Natali es un guionista y director canadiense que inició su carrera como artista de storyboards y durante parte de los 1990 trabajó en Nelvana Animation Studios. Como director ha trabajado mayormente en los géneros de horror y ciencia ficción, con películas como Cypher, Splice (Experimento Mortal) o In the Tall Grass, y participación en series de TV como Hannibal, Orphan Black, The Strain, Westworld, American Gods, Lost in Space, Locke & Key o The Stand.

Su debut como director se dio en 1997 con Cube (El Cubo), producción independiente de horror y ciencia ficción que él mismo escribió junto con André Bijelic y Graeme Manson. La película se hizo con algo más de 300,000 dólares gracias al Canadian Film Centre, y cuenta con las actuaciones de Nicole de Boer, Nicky Guadagni, David Hewlett, Andrew Miller, Julian Richings, Wayne Robson y Maurice Dean Wint.

La película tuvo un éxito moderado, recaudando alrededor de 9 millones de dólares, y generó dos secuelas en 2002 y 2004, aunque en ellas no participó ninguno de los realizadores de la original.

La historia sigue a un grupo de individuos que despiertan encerrados en una misteriosa estructura formada por una cantidad indeterminada de habitaciones con forma de cubo, sin mobiliario alguno pero interconectadas entre sí mediante escotillas en cada uno de sus seis lados. Ninguno de ellos tiene idea de cómo llegó ahí o por qué, y tampoco parece haber nada que los relacione unos con otros.

Quentin (Dint), es un policía, Leaven (de Boer) una estudiante con gran talento para las matemáticas, Worth (Hewlett) un cínico que se rehúsa a hablar de sí mismo, Halloway (Guadagni) una doctora de una clínica gratuita, Rennes (Robson) un experto escapista que se ha fugado de al menos siete prisiones, y Kazan (Miller) un joven con algún trastorno mental, probablemente parte del espectro autista. Todos estaban en distintas habitaciones, pero terminan juntos y deciden colaborar en busca de una salida.

El principal problema para hallar una salida, es que no saben cuántos cubos idénticos existen, y la idea de moverse en una sola dirección hasta llegar al borde se ve obstaculizada porque muchos de los cubos contienen trampas letales, desde puas que surgen de los muros, hasta lanzallamas o chorros de ácido que son activados por sensores, así que deben idear el modo de determinar cuando es seguro moverse a otro cubo y cuando es mejor cambiar de dirección.

La extraña prisión es como un enorme acertijo matemático, por lo que pronto resulta útil el talento de Leaven en esa disciplina, pero al no conocer de antemano las reglas ni la totalidad del problema, el proceso de aprendizaje es lento y frustrante, sobre todo considerando que no tienen agua o alimentos y el tiempo es un factor a tomar en cuenta si es que piensan escapar con vida, lo que añade una sensación de urgencia a su predicamento e incrementa el estrés bajo el que se encuentran.

La fortaleza de la película radica en que sabe aprovechar sus muchas limitaciones para crear una claustrofóbica historia de tortura psicológica entre seis personas muy distintas que se conocen en circunstancias extremas que impiden la existencia o desarrollo de cualquier posible subtrama, lo que pudo ser una distracción o poner retos adicionales a la labor de un director debutante, y tiene el acierto de no caer en la tentación de crear debates filosóficos entre sus personajes, algo común en historias contadas en entornos limitados.

El conflicto gira alrededor de las matemáticas y sus múltiples aplicaciones, desde aritmética básica hasta geometría euclidiana, pero lo presenta de una forma que no sea alienante para el espectador promedio, pues cualquiera puede seguir la trama aun sin entender las soluciones y dilemas matemáticos que discuten los personajes, los cuales, dicho sea de paso, tienen lógica y sentido la mayor parte del tiempo gracias a que los realizadores se asesoraron al respecto, y las incongruencias sólo son notorias si uno entiende matemáticas avanzadas. Yo no.

Las actuaciones son cumplidoras y nada digno de destacar, e incluso luego de que el personaje de Wint parece llegar al límite, su sobreactuación no llega a convertirse en una distracción. La dinámica entre personajes es muy básica, pero bastante efectiva, y uno se sorprende trasladando simpatía y desprecio por los personajes conforme estos revelan más de sí mismos, incluso a pesar de que el punto más débil de la película son los diálogos, que por momentos llegan a ser insufriblemente trillados.

Una vez más, el mayor mérito de Natali es no tratar de hacer demasiado con lo que tiene y eso le permite manejar su misterio de gran forma. El resultado es una película tensa y sobrecogedora que mantiene al espectador al borde del asiento y sin saber lo que va a ocurrir a continuación. Un ejercicio que explora la desesperanza que viene con los sentimientos de frustración y futilidad de un grupo de personas que no pueden darse el lujo de quedarse quietos a espera de que algo suceda.

Hay algunos detalles en la construcción del mundo y los personajes que vale la pena comentar, como el uso de colores en las paredes de cada cubo. Aunque estos no tienen nada que ver con las trampas en algunos de ellos, tienden a reflejar el tono de lo que ahí sucede. Por ejemplo, las confrontaciones y momentos de tensión se dan en las habitaciones rojas, los momentos más callados en las azules, y todos los descubrimientos (¿actos de iluminación?) suceden entre paredes blancas.

Todos los personajes tienen nombres que hacen alusión a una prisión famosa, que refleja algo de la personalidad de cada uno de ellos: Quentin (St. Quentin, famosa por el brutal trato de sus prisioneros), Halloway (una prisión para mujeres y disidentes), Rennes (la primera prisión "moderna"), Kazan (cárcel rusa donde se recluía a pacientes mentales), y Leaven + Worth (Leavenworth, famosa por los estrictos orden y disciplina en su interior, reflejo ideal de un ingeniero y una matemática).

En cuanto a las secuelas... Cube 2: Hypercube (2002) presenta interesantes ideas sobre una posible evolución del cubo, pero no funciona del todo bien, y Cube Zero (2004) comete el error de querer dar una explicación a todo, y además de destruir el misterio que hace tan atractiva la premisa original, es bastante aburrida. Hace unos años se hablaba de que Lionsgate preparaba un remake hollywoodense de la película, pero parece haber quedado en el limbo, aunque una versión japonesa debe llegar a cines en el último trimestre del año.

Cube es un tenso thriller psicológico de ciencia ficción ficción con toques de horror que debe ser del agrado de todo aficionado a esos géneros, y puedo recomendarla sin dudar porque, a casi 25 años de su creación, aún se sostiene bastante bien. En México está disponible a través de Starzplay, y hace unos años no era difícil hallarla en DVD o Bluray. Si les interesa, en la más reciente entrega del podcast De la Ciencia a la Ficción acompañé a Héctor McCoy para comentar esta película, las secuelas, y la carrera de Natali.

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