Hace un par de semanas se estrenó en cines Old (Viejos), la más reciente película de M. Night Shyamalan, y como suele pasar con su trabajo, la recepción de crítica y público ha sido muy dividida. Aún no estoy yendo al cine, así que no sé cuando la vea, pero esta vez quiero escribir un poco sobre la novela gráfica en que se inspiró el polémico director de origen hindú: Château de Sable (Castillo de Arena).
Esta novela gráfica es obra del escritor y documentalista Pierre Oscar Lévy y el artista y novelista gráfico Frederik Peeters (Blue Pills) y fue publicada en 2010 a través del sello francés Atrabile, y un par de años después Self Made Hero adquirió los derechos para publicarla en inglés bajo el título de Sandcastle. En español existe una versión de Astiberri Ediciones, y cualquiera de las tres versiones es relativamente fácil de conseguir.
La historia transcurre en un solo día en una apartada playa. Un hombre argelino ve a una chica desnudarse antes de meterse al mar, pero no se queda a espiarla. Poco después llega una pareja con dos niños y se instala en la playa, y más tarde se les une otra familia, con un niño y una adolescente, además de sus padres y abuela, pero se mantienen separados del primer grupo. Un rato después encuentran la ropa de la chica abandonada en la arena, pero no le dan demasiada importancia, al menos hasta descubrir el cadáver de una mujer.
Todos empiezan a pensar que algo no anda bien ahí, y el segundo padre de familia, evidentemente racista, acusa al hombre de color que merodea cerca de la playa. Llega un tercer grupo, una joven pareja acompañada del padre de ella, y se topan con una tensa situación, pues no sólo está el cadáver y el padre que lanza acusaciones, sino que los niños de la primera familia parecen haber crecido años en las horas que llevan en la playa. Luego de un rato se dan cuenta de que todos están envejeciendo rápidamente.
Además, están incomunicados, pues una barrera invisible les impide abandonar la playa y no hay señal de celular. Uno de los personajes es un escritor, y es quien empieza a pensar en posibles explicaciones para lo que está sucediendo, además de que, por las edades y apariencia de los jóvenes que ya no son niños, determina que están envejeciendo a ritmo de un año cada media hora. ¿Podrán hallar una solución a su predicamento o salir de ahí antes de que se les agote el tiempo?
Esta melancólica novela gráfica no ofrece mucho en cuestión de trama, pero es evidente que la intención de los autores al crear esta historia era hacer un estudio de personajes, una reflexión de la naturaleza humana y las distintas formas en que la gente reacciona al verse confrontada por nuestra propia mortalidad, y en ese aspecto me parece que se trata de una lectura sorprendente que juega con varias metáforas al tiempo que denuncia algunos prejuicios comunes en la sociedad contemporánea.
La forma elegida para explorar esos temas es un opresivo misterio que sirve como una oscura meditación sobre la condición humana y resulta perturbadora de la mejor manera posible, en buena medida gracias a los austeros diálogos de Lévy, que a pesar de su aparente simpleza se las ingenia para que su reducido elenco de personajes ofrezca un microcosmos de la sociedad humana, tanto en términos de personalidad, ideas y prejuicios, como a nivel étnico, económico, social y político.
El arte de Peeters es muy efectivo. Su trazo limpio y un elegante uso de sombras hacen que la historia luzca en blanco y negro, y su habilidad narrativa y talento para mostrar expresiones faciales hacen que la historia funciones, y hace también un excelente trabajo con los sutiles cambios en cada personaje que muestran de forma clara el progresivo envejecimiento que enfrentan conforme avanza la historia, lo que tiene el efecto adicional de sentirse como un reloj de arena, que deja claro que nadie puede escapar del tiempo.
El uso de la arena como una metáfora de pequeñez e insignificancia, y en particular de un castillo de arena como una construcción frágil y efímera, como la vida misma, invitan a la reflexión en una historia que se aleja de lo convencional al no depender de la acción o de la resolución de un misterio para avanzar su historia o seguir con la exploración de sus temas. De hecho, sospecho que Shyamalan siguió un tono similar en su película, y ésa es la razón para las reacciones mixtas que ha provocado su película.
Château de Sable / Sandcastle es una melancólica y perturbadora meditación sobre la fragilidad humana. Es probable que la elusiva naturaleza de la historia y la vaguedad con que los autores abordan sus temas frustre a algunos lectores, pero en general me parece una buena lectura que, a diferencia de la mayoría de historias que consumimos en cualquier medio, carece de intenciones lúdicas y es una simple invitación a reflexionar acerca de la vida y el tiempo. Lectura bastante recomendable, pero con algunas reservas.
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