martes, 17 de agosto de 2021

Le Monde est à toi (El Mundo es Tuyo, 2018)

Romain Gavras es un director francés mayormente conocido por su trabajo en videos musicales para artistas como Kanye West y M.I.A. Hijo del premiado y respetado cineasta griego Costa Gavras, ha dirigido sólo dos largometrajes: Notre jour viendra (Our Day Will Come, 2010) y Le Monde est à toi (El Mundo es Tuyo, 2018), y éste último, que debutó en la quincena de directores del  Cannes Film Festival en 2018, está en el catálogo de Netflix.

La película es descrita como una comedia de acción, y aunque no me parece la mejor descripción tampoco se me ocurre una más apta. Si tuviera que compararla con algo, diría que es el equivalente francés a las cintas de delincuentes y enredos de Guy Ritchie o Quentin Tarantino, aunque no me parece que Gavras imite a ninguno de esos dos directores.

El título es una referencia a Scarface (Cara Cortada). El guion es obra del propio Gavras con Karim Boukercha y cuenta con las actuaciones de Karim Leklou, Isabelle Adjani, Vincent Cassel, Oulaya Amamra y Sam Spruell.

La historia sigue a Farés (Leklou), un joven criado en París entre delincuentes que está harto de esa vida y desea empezar de cero, y quizás convertirse en el distribuidor oficial de Mr. Freeze, una marca de helados y paletas, en la región del Magreb, en el norte de África. A pesar de que cierra el trato para hacerlo, descubre que Dany (Adjani), su madre, que es una estafadora y ladrona profesional, perdió en apuestas todo su dinero, por lo que tiene pocos días para reunir el capital que necesita, unos ochenta mil euros.

Desesperado, accede a hacer un trabajo para Poutine, un errático narcotraficante local que quiere que vaya al pueblo costero de Benidorm, en España, a cerrar un trato por un cargamento de cocaína con un distribuidor escocés (Spruell). Para ello, Farés recluta la ayuda de Henri (Cassel), ladrón que alguna vez fue pareja de su madre, y Lamya (Amamra), una chica fiestera que suele trabajar con su madre y de quien él está enamorado, pero deben llevar con ellos a dos atolondrados jóvenes de la pandilla de Poutine.

Cuando el trato con el escocés sale predeciblemente mal, Farés y Henri deben buscar el modo de conseguir la mercancía o por lo menos recuperar el dinero de Poutine mientras deciden si todavía cuentan con la lealtad de Lamya. y terminan por llamar a Dany, quien de forma impulsiva decide secuestrar a Brittany (Gabby Rose) la hija pre-adolescente del escocés, lo que lleva a una serie de enredos que sirven como pretexto para varias secuencias de acción y momentos de inesperada comedia.

La trama resulta mayormente predecible y la mayoría de los personajes responden a estereotipos muy marcados, pero Gavras hace un gran trabajo de dirección, desde el montaje y composición de sus escenas hasta el tono ligeramente fársico que imprime a la historia, apoyándose en su talentoso elenco para presentar una película que toma ideas del cine de gángsters de Brian de Palma, y pasarlas por un filtro tarantinesco, aunque el resultado es mucho más cercano en tono a alguna de las películas que lanzaron la carrera de Guy Ritchie.

Sus secuencias de acción y estallidos de exagerada violencia son parte importante del humor de la película, que en combinación con la colorida escenografía, ágil trabajo de cámaras y alegre soundtrack hacen que una historia en apariencia poco original resulte inesperadamente fresca, e incluye un poco de crítica social con los estereotipos de raza y clase en Europa, que contrastan con un elenco carente de actores blancos (salvo Cassel), o el papel de medios y redes sociales en la idealización de la violencia o la difusión de paranoia.

Leklou tiene un curioso encanto como el tímido e inseguro líder de su improvisada banda de delincuentes, mientras Amamra es una reinterpretación ideal para el siglo XXI de la clásica femme fatale. Cassel crea humor por contraste al interpretar con absoluta seriedad a un viejo ladrón obsesionado con las teorías de conspiración y su efímera relación con Dany, y aunque me hubiera gustado ver más tiempo en pantalla a Adjani, cada vez que aparece roba escenas con tanto gusto como su personaje se embolsa cuanto tiene al alcance.

Otro elemento que Gavras toma de Tarantino es el uso de referencias a la cultura pop, incluyendo darle un peso específico a la música que acompaña su historia. Luego de buscar la letra de La vie ne m’apprend rien (La vida no me enseña nada), una vieja canción francesa de inicios de los 1980 a la que Henri hace referencia al inicio de la película, y la cual se escucha en varios momentos de la cinta, creo que incluso podría considerarse que es el leitmotif de la película. (Acá pueden leer una traducción de la letra).

Le Monde est à toi es una entretenida película que ofrece más estilo que sustancia, pero sin duda se trata de una experiencia que vale la pena, sobre todo si gustan del caos controlado que prevalecía en las primeras películas de Tarantino o Ritchie. Bastante recomendable, aunque con algunas reservas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario