A veces parece que uno de los efectos negativos de la actual popularidad del género de superhéroes, es que todo mundo quiere hacer algo en él, y aunque hay algunas buenas ideas, no siempre son desarrolladas de la mejor manera. Me parece que ése es el caso de iBoy, un thriller adolescente de ciencia ficción que coquetea con el género pero sin llegar a comprometerse de lleno con él.
Esta película es una producción británica, dirigida por Adam Randall sobre un guion de Joe Barton, basado en la novela del mismo título del autor de novelas para jóvenes adultos Kevin Brooks y pasó por un accidentado proceso de producción, incluyendo un cambio de protagonista, con pósters y material promocional con la imagen de Will Poulter, actor que luego fue sustituido por Bill Milner, que es acompañado por Maisie Williams, Miranda Richardson y Rory Kinnear. La película está disponible desde inicios de 2017 en Netflix.
La historia sigue a Tom Harvey (Milner), un tímido y retraído adolescente huérfano que vive con su abuela (Richardson) en uno de los enormes bloques habitacionales que hay en Londres para gente de la clase trabajadora. Tom siente un crush por su vecina y amiga de la infancia Lucy Walker (Williams), pero es demasiado inseguro como para invitarla a salir. Ella queda de pasar a su casa una tarde para estudiar juntos para sus exámenes, pero cuando se empieza a hacer tarde y no aparece, Tom decide ir a su casa para ver si todo está bien.
Al llegar a casa de los Walker encuentra la puerta abierta y a Ben, el hermano de Lucy, inconsciente en el piso. Antes de que pueda reaccionar, se da cuenta de que un grupo de encapuchados están en la casa y acaban de violar a Lucy. Intenta huir y mientras corre trata de llamar a la policía, pero los criminales le disparan por la espalda. Como resultado, partes de su teléfono quedan incrustadas en su cerebro, y aunque es imposible extraerlas, él se recupera sin mayores consecuencias, más allá de la cicatriz en el costado de su cabeza.
Poco después Tom empieza a notar algo extraño, y se da cuenta de que, de algún modo, los fragmentos de smartphone en su cerebro le han dado habilidades especiales: puede acceder a la web o enviar mensajes de texto sin necesidad de usar un dispositivo. Poco a poco aprende a hackear teléfonos y muchas otras útiles habilidades, y decide darles un buen uso: castigar a los asaltantes de Lucy y hacer más seguras las calles de su vecindario bajo el nombre de iBoy, quien todos creen es un hacker en guerra contra los delincuentes.
Al principio todo va bien e incluso logra que los asaltantes, que asisten a su escuela y viven en el mismo bloque de departamentos que él y Lucy, vayan a la cárcel por posesión de drogas. Pero su éxito lo está volviendo cruel, lo que espanta incluso a Lucy, que no sabe que él es iBoy pero ha notado el cambio en su forma de ser. Cuando atrae la atención de Ellman (Kinnear), líder criminal local, que parece tener una clara idea de lo que está sucediendo, las cosas se complican y Tom necesitará algo más que sus habilidades especiales para sobrevivir.
Como mencioné, la premisa se siente como la historia de origen de un superhéroe para la nueva generación, pero Barton y Randall optan por un rumbo muy distinto para la historia, enfocándose en las partes de drama acerca de la dificultad para vivir en los barrios bajos y la depresión que sigue a un violento asalto como el sufrido por Lucy y Tom, lo que resulta en una sólida historia, pero deja la sensacuión de que se desperdicia el potencial de hacer mucho más con su interesante premisa.
Con el énfasis en la parte dramática, es una fortuna que la cinta cuente con Maisie Williams en uno de los papeles principales. La joven actriz hace un gran trabajo en el papel de Lucy, desde la alegre y optimista chica de fuerte carácter hasta la herida víctima de asalto que debe lidiar con el trauma de su experiencia con una mezcla de impotencia e ira contenida que se suma a un profundo miedo a retomar sus actividades cotidianas. Es además un sólido contrapeso al frío y retraído Tom, cuyo papel no está hecho para sostener una narrativa.
Los realizadores hacen un buen trabajo al retratar las condiciones de vida de los jóvenes en un vecindario inseguro y lleno de tentaciones. Drogas y pandillas son un peligro constante, y la posibilidad de hallar una salida fácil puede llevar a tomar malas decisiones. El elenco de reparto, desde los jóvenes pandilleros hasta sus jefes, es bastante sólido, y la veterana presencia de Richardson ayuda a humanizar al personaje de Tom. Rory Kinnear hace un buen villano, inteligente y ambicioso, pero con la permanente amenaza de violencia.
Los efectos especiales están bien logrados, usando proyecciones de luz para mostrar lo que pasa por la cabeza de Tom al usar sus habilidades, y lo hace de una forma clara y que no requiere mayores explicaciones, además de que Randall y su cinematógrafo tienen el buen gusto de no mostrarlo todo el tiempo, sino sólo cuando resulta pertinente. Más allá de eso, no hay mayor necesidad de trucos fuera de algunas explosiones de electrónicos y un par de controlados incendios.
A pesar de que la película es corta (apenas 90 minutos), acusa un fuerte problema de ritmo, mayormente por la insistencia en enfocarse en el drama y las secuelas del asalto, lo que da un tono melancólico y un tanto deprimente a buena parte de la película. Tal vez hubiera sido buena idea trabajar un poco más el guion para dar más espacio a los elementos de ciencia ficción y trabajar el arco de Tom, de nerd indefenso a vigilante, y abrazar los elementos propios de una historia sobre un joven superhéroe que intenta hacer lo correcto.
Hay también lo que parece una subtrama abandonada, que lidia con el pasado de su madre, pero no pasa de un par de crípticas menciones que, de estar mejor trabajadas, habrían hecho mucho más rico e interesante al personaje de Tom, además de que habría dado más tiempo en pantalla a Richardson y Kinnear, lo que sin duda habría sido positivo a juzgar por lo que hacen con las pocas escenas que tienen. Tendré que buscar la novela de Brooks para ver si hay un mejor desarrollo de esa parte.
iBoy es un sólido thriller de ciencia ficción adolescente, y aunque se decanta por el drama y un tono más bien oscuro, resulta una interesante propuesta que por desgracia deja la persistente sensación de que pudo ser mucho más. Recomendada, pero con algunas reservas.
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